Capítulo 36.

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La respiración pesada del lobo era audible, además de que el frío aire de la montaña hacía que sintiera sus pulmones arder, sus patas iban perdiendo fuerza y su cuerpo pedía un descanso.

El pequeño lobo negro corría tratando de librar la amenaza que le perseguía, podía sentirlo cerca, muy cerca. De vez en cuando giraba su cabeza para ver a que distancia estaba su cazador. El gruñido a sus espaldas sólo lo impulsaba a correr más rápido, la ventaja de distancia que tenía al principio la había perdido, así que lo peor que podría hacer era detenerse.

Mientras seguía con su carrera algo lo alertó, pues desde hace rato no escuchaba ni un ruido a su alrededor. Entonces decidió cometer un grave error.

Wei WuXian detuvo sus pasos.

Mientras el lobo negro jadeaba miraba en todas las direcciones, pero nada. Un repentino escalofrío le recorrió la espalda, algo lo acechaba, podía sentirlo.

Una rama rompiéndose fue lo único que le alertó, y justo a tiempo para esquivar el ataque. Se alejó tratando de ganar distancia.

Enfrente de él un gran lobo blanco con ojos ambarinos lo miraban fijamente. Detrás del alfa la luna llena se mostraba, brindado una imagen casi mágica. Una parte del omega le pedía que se acercara al lobo y se restregara, mientras que su lado racional le decía que empezara a correr.

Si quería sobrevivir debía huir.

No esperó a que el alfa hiciera algún movimiento, simplemente echó a correr.

Su pequeño tamaño le permitía escabullirse por angostas aberturas, además de conocer bien la zona, lo único complicado era la nieve blanca que lo volvía algo torpe por su pequeño tamaño.

La energía del omega se agotaba, pero un hueco entre algunas raíces le brindó oportunidad para esconderse. Sólo pedía que el alfa no hubiera alcanzado a ver sus movimientos.

Escuchó como los pesados pasos del alfa lo pasaron, dejando atrás al omega escondido. Wei Ying esperó un momento. Cuando pareció no haber señales de vida decidió salir.

Afuera lo único visible era la blanca nieve, todo etéreo y pulcro, pero aún así el sándalo seguía rodeándole.

Fue muy tarde cuando se percató del lobo blanco que se mimetizaba con su entorno, esperando a que el menor saliera de su escondite. El pesado lobo lo había puesto contra la blanda nieve, restringiendo cualquier vía de escape.

El silencio fue roto por el potente aullido del alfa. Wei Ying miró la redonda luna, como si esta se burlara de él. Había perdido. Otra vez.

Cuando el Lan dejó de aullar empezó a restregarse en el cuello del omega con bastante ímpetu, Wei Ying sólo ladeaba la cabeza para brindarle mejor acceso.

Lan Zhan no es junto, tu eres blanco, es mas difícil verte en la nieve.

Wei Ying se quejó mientras seguía recibiendo mimos por parte del Lan.

Los ojos dorados lo observaron fijamente.

De cualquier manera perdiste.

Dijo el alfa con satisfacción en su voz.

De nueva cuenta el lobo blanco se restregó contra el negro, parecía querer impregnarse totalmente del aroma del omega.

Mientras tanto Wei Ying se regañaba mentalmente por haber salido de su escondite, quizás si se hubiera quedado por más tiempo el alfa no lo hubiera atrapado aún. Aunque de igual forma sabía que tarde o temprano Lan WangJi lo hubiera alcanzado.

Un mordisco en su cuello lo trajo de regreso a la realidad.

¡Lan Zhan!

Los ojos dorados lo miraban con hambre y la cola del alfa se meneaba ligeramente. Un grave gruñido surgió del Lan, además de que su calor corporal y olor aumentaban.

Noche de CaceríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora