Capítulo 35.

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La oscuridad rodeaba la montaña, el frío calaba en los huesos mientras la blanca nieve caía, pero aún así el interior de la residencia Lan era tan cálida que olvidabas el mundo allá afuera.

De una de las habitaciones se desprendía el aroma a sexo, en el interior resonaban los gemidos suplicantes del omega.

Wei Ying se encontraba recargado en uno de los muebles, sus piernas temblaban y la saliva brillante escurría por su boca.

—La-Lan Zhan más, más—pidió Wei Ying con la vista nublada por las lagrimas y el deseo.

El alfa que arremetía desde atrás sujetó con más fuerza las caderas, los dedos dejaban marcas rojas en la blanca piel. El ritmo se aceleró. Faltaba poco para que ambos se pudieran liberar.

Pero un grito agudo hizo que ambos detuvieran sus acciones abruptamente.

—A-Yuan—dijeron al unison.

Con prisa tomaron algo para tapar su desnudez y se dirigieron a la alcoba de su hijo. Parecía que su excitación y libido habían quedado en el olvido.

En cuanto ambos adultos llegaron prendieron unas cuantas velas y observaron la cama vacía donde supuestamente debía estar Lan Yuan.

Wei Ying sintió que su corazón se paraba de golpe.

¡¿Dónde estaba su cachorro?!

Lan WangJi estuvo a punto de llamar algunos centinelas cuando un leve gemido salió del armario.

Wei Ying vió como la puerta del mueble estaba entreabierta, por lo que dirigió una mirada al alfa y ambos asintieron.

—A-Yuan—llamó con gentileza el omega mientras abría la puerta.

—¿Mamá?—murmuró el pequeño niño abrazado a un conejo afelpado mientras se hacía bolita en una esquina.

Lan Yuan tenía poco más de tres años, apenas estaba empezando a dormir solo, pero era la primera vez que parecía estar tan asustado. Tenía los ojos rojos y llorosos, además de formar un puchero con la boca.

—Sal de ahí hijo—pidió Lan WangJi con voz cálida—No te pasará nada.

—Ven con mamá A-Yuan—Wei Ying extendió los brazos.

El pequeño infante se apresuró a salir y se arrojó con notable alivio a los brazos del omega. Cuando sintió ese reconfortante aroma, junto con aquella calidez que le hacía sentir seguridad se relajó.

Wei Ying lo levantó del suelo y le dió una mirada al alfa.

—Supongo que dormirá hoy con nosotros—comentó WuXian. No tenía al corazón para dejar a su hijo con miedo, en una habitación solo.

—Mn—asintió el alfa. Sus actividades nocturnas tendrían que esperar, primero estaba su hijo.

La pareja regresó a su habitación con el niño en brazos, este seguía sujetando su peluche y aún había miedo en su mirada.

Lan WangJi removió las cobijas para que el omega pudiera ingresar a la cama con el niño, después se metió para rodearlos con un abrazo.

—A-Yuan todo está bien, estás a salvo—susurraba Wei Ying palabras de consuelo para el pequeño niño.

—¿Quieres contar su sueño?—preguntó el alfa, pero los ojos grises de A-Yuan parecían dudar—Si no quieres está bien.

—¿Fue un sueño feo? ¿Con monstruos?—le cuestionó el omega. Aún con miedo A-Yuan negó con la cabeza.

—Un homble malo—dijo en voz baja el niño.

Los adultos se miraron y siguieron haciendo preguntas.

Noche de CaceríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora