Capítulo 38: La guerra

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Aneu

Veía atreves de espejo los hematomas que tenia en el cuerpo, algunos en mi abdomen y otros en mis caderas. Manchas negras posiblemente causadas por el demonio que había en mi interior.

Sentía que el final estaba cerca y para ser honesta no sabía que hacer a pesar de que tenía las cosas arregladas aún tenia algo de miedo, saber que te apuñalaran el corazón no es muy bonito.

Lo último que me queda es confiar en ella y esperar que a la mera hora todo saga bien.

--¿Qué tanto haces en el baño?-- grito Leonard-- si te sigues tardando te vas a convertir en parte de la decoración-- lo voy a extrañar mucho.

--Es por tu bien, se que te duele pero es algo que debes hacer-- mi loba estaba tratando de que no me sintiera mal-- se que pidió guardar tu ecencia en esa caja y no se veía aterradora pero quiero que sepas que si al final de todo se arrepiente yo no me voy a enojar, estaré contenta de que estés bien.

--Lo Clio, pero no quiero renunciar a nada-- baje mi blusa de la pijama y moje mi rostro con agua-- no quiero dejarte atrás.

Sali del baño y encontré a mi mate acostado en la cama con la mirada fija en el techo cuando sintió mi presencia volteó y me dio una sonrisa tan hermosa que me dieron ganas de llorar.

No entendía porque todo me afectaba tanto, estaba muy sentimental. Quizás sea por la tensión de todo.

--¿Crei que te habías quedado dormida en el baño?-- no pude evitar reírme.

--¿Yo?-- pregunté-- ¿por qué me quedaría dormida en el baño si puedo dormir abrazada de ti?

Y así fue sin poder evitarlo me quedé plácidamente dormida mientras me abrazaba y pegaba a su cuerpo.

***

El fuerte sonido de las alarmas me despertó alterada, se escuchaban tan fuerte que me asusté, Leonard también se levantó sobresaltado. Escuche atentamente y logre captar golpes y ruidos de pelea, los guardias estaban peleando contra alguien.

--Han atacado la manada-- me levanté y con velocidad de rayo me puse ropa negra y cómoda, necesitaba evaluar la situación y protejer a mis súbditos.

Leonar también logró pararse y cambiarse a la velocidad que no sabía que tenía.

--Debemos mandar a las niñas al refugio junto a los demás-- dijo acercándose a mi, yo observaba la botella que me dio la abuela Mei, hoy es el día-- que sucede? Que es eso?-- la tome y guarde en una bolsa de mis pantalones.

Baje a velocidad buscando a los demás, victoria se había movido t tenia a mis hijas juntas junto a sus novios.

--Los que no pelean al refugio, Elizabeth los llevarás y podrás a salvo-- mis hijas trataron de protestar pero les di una mirada fira-- Tanebri la acompañara y después te reunirlas conmigo-- asintio.

--Evie vendra conmigo-- yo le negué pero no cedió-- ella tiene la caja Aneu es más fácil para mí.

--Ame-- la tome de los hombros-- no te separes de ella nunca e-- asintio asustada-- y pase lo que pase abrirás la caja cuando te lo ordene, no importa lo que veas Ameyalli, la abrirás y cerraras cuando te lo indique. Prometemelo-- asintio asustada.

>Bien, manos a la obra-- los deje para salir-- ese imbecil se arrepentirá de habernos retado.

Afuera se veían cuerpos sin vida y un caos horrible, corri hasta un demonio que tenía a uno de mis soldados entre sus asquerosas manos y lo mate arrancando su cabeza.

Mira que tienen agallas de atacarnos, ¿que no les da miedo hacerlo? Enfrentarme lo pagarán caro. Ayude a varias personas más, todavía quedaban civiles entre la pelea y los ayude a ir al refugio, sin importar que, debiamos protegerlos.

Había demasiados demonios y vampiros desertores pero no puedo transformarse, se me tiene prohibido. Escuche un grito a lo lejos había una señora con una niña pequeña en brazos, muerta de miedo, uno de los guardias lóbulos trataba de protegerlas pero tenía a tres demonios al frente y sabia que no podría.

Corri hasta donde se en ontraban y mate a uno de ellos mientras los otros me veían atentamente, alcance a agarrar a uno pero desaparecieron dejándonos solos.

--Llévalas al refugio-- le ordené y asintio.

Me encargué de varios vampiros traidores, estaba cabreada y ellos iban a servirme para desquitar mi enojo. A lo lejos vi algo que me heló la sangre así que con todos mis fuerzas corri hasta ellos y los quite del lomo de mi mate. Ahora si, desearan no haber nacido nunca.

Una vez que los aniquile voltee a ver a mi mate para ver si estaba bien.

--¿Estas bien?-- tenia una herida en una de sus patas terceras, malditos imbeciles. Evalúe un poco la situación, nos superan en números pero yo sabía perfectamente que con ellos no se ganan guerras, lo hacia la inteligencia y obviamente yo tenía un plan.

Siempre estoy un paso adelante...

Varios guardias llegaron para protegernos, la mayoría se veía muy cansados y con justa razón proteger a los civiles y a ellos mismos no es tarea nada fácil.

Un grito hizo que la sangre se me helara y no dude en ir hasta allí. Maldita sea.

--Cuiden al rey-- grite antes de perderme entre la multitud.

Entre las sombrasWhere stories live. Discover now