treinta y uno🍒

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Hace unos días, a altas horas de la madrugada, mientras hablaba con Luke por video llamada a como últimamente hemos estado haciendo, él me preguntó sobre cosas que quería hacer, no en el plano de mi futuro profesional o algo por el estilo, sino en el sentido de cosas que nunca había hecho y que me llamaran la atención.

Entre una de las que le mencioné, estaba jugar a los bolos.

No me sorprendía estar en una sala de boliche en sí, sino el hecho de que Luke haya recordado lo que le dije y me hubiese traído acá en sorpresa. El salón está alumbrado por luces neón que cambian cada cierto periodo de tiempo, todo se ve pulcro y estético, justo a como me imaginé que sería uno.

—Podemos jugar, pasar el rato hasta que sea la hora de salida de clases y luego irte a dejar a casa, o sea, no a tu casa, pero cerca, sabes que tu madre lo notaría y bueno… —me giro para verle, alzo mi mano para detener el divago que está soltando y sin pensarlo me acerco para abrazarle; enrollo mis brazos alrededor de su cuello, impulsándome para zampar un beso sobre sus labios. Siento cómo sus manos hacen presión en mi cintura, acoplándose a mi gesto—. ¿Te gusta?

—Gracias por traerme, me encanta, tú me encantas.

Luke suelta una risa con su boca presionada en mi mejilla, eso me provoca un escalofrío por su barba y la vibración del sonido. Restriego suavemente mis labios en los suyos y suspiro.

—Quiero que quede en claro que soy jodidamente bueno jugando, así que estoy listo para patearte el trasero, Ophelia.

—Oh, bueno, en ese caso me voy preparando también —le guiño un ojo, me retiro de él y camino hacia los pequeños estantes que sostienen los bolos de todos los colores. Coloco una mano en mi cintura, adoptando cierta postura de superioridad fingida—. Seré honesta, quizá no sepa jugar.

—Para eso me tienes, linda —indica, y ahora lleva esa actitud galante que me hace querer poner los ojos en blanco por diversión—. Pero antes, vamos a ponernos esos jodidos zapatos. Ophelia, bien podríamos no hacerlo, pero pienso darte toda la experiencia de estar en un boliche.

Sonrío tan ancho que siento que me duelen los pómulos y no paro de hacerlo en todo momento cuando él nos lleva un espacio en la parte trasera del salón donde hay estantes con zapatos de todas las tallas. Me hace sentarme y me pide mi número para luego darme unos que podrían quedarme, me los pongo al mismo tiempo que él lo hace. Dejo a un lado mis zapatillas de la escuela y nos encaminamos a las filas enceradas, listo para comenzar a jugar. Luke luce tan seguro de lo que hace, pone nuestros nombres en la pantalla para la marcación de puntaje y tiros. Se ve tan relajado, fresco y guapo, aun lleva puestas sus gafas negras sobre el cabello y sonrío ante eso.

—Ven acá —le llamo, me queda viendo con duda, pero me hace caso. Paso mis manos en sus mejillas, acaricio hasta llegar a su cabello, entierro mis dedos entre esos mechones rubios y sonrío al tomar las gafas para después ponérmelas yo. Me quedan algo grande, pero no me importa. Luke ríe y yo solo le doy una de esas miradas intimidantes que dan los malos en las películas a través de sus lentes.

Me toma de sorpresa cuando luke acorta la poca distancia que tenemos para dejar un beso sobre mi frente, colocando uno de su brazo alrededor mío, apretándome a él.

—Iré primero para que observes —indica y asiento. Me suelta para tomar una de las esferas, lo hace ver tan fácil, como si no pesara nada, entonces se gira para verme y alza una ceja—. Observa y aprende, linda.

Y con eso, se da inicio a lo que parece que va a ser el mejor día de mi vida.

delicate | lrh [CANCELADA]Where stories live. Discover now