dieciséis🍒

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Luke.

Paso mis manos por el suave pelaje blanco de la perra, automáticamente una sonrisa se forma en mis labios al ver que ella se acuesta en el pasto, complacida con las caricias que le voy dejando por toda su pancita y cuello. Jamás había reconsiderado tener una mascota y el hecho de que Petunia viniese a mí por pura casualidad quizá es una señal de que estaba demasiado solo en casa. El bulldog vino ayer por la noche junto con su triste dueño a dejarla.

—Buena chica —susurro, me he inclinado más a ella, estoy sentado en las gradas de mi entrada, mi intención era ir a dar un paseo, pero al parecer Petunia es muy perezosa porque apenas supo mis intenciones, se echó en el pasto, cerca de mí.

A lo lejos escucho una puerta cerrada, seguido de tacones resonando en el suelo, alzo mi mirada sabiendo de quién se trata y le sonrío de vuelta a la Sra. Davis, quien va apresurada hacia su carro. Veo cómo el vehículo se aleja y eso solamente significa que dentro de menos de 10 minutos, Ophelia saldrá por la puerta también.

Y no me equivoco, ella sale con su mochila siendo sujeta con su mano derecha, la otra sigue vendada. Me quedo en silencio viendo cómo se la coloca en sus hombros y quiero apartar la mirada cuando sus ojos se enfocan en los míos, pero su mirada no tarda tanto en mí porque va directo a la especie que tengo a mis pies.

— ¿Es tuyo? —Me pregunta en un grito vivaz a la vez que se acerca deprisa hacia mí—. Oh Dios, qué hermoso.

—Se llama Petunia —comento y sonrío cuando Ophelia se agacha con cuidado sobre sus rodillas sin importarle que estas choquen con el suelo, para comenzar a acariciar a la perra—. Creo que ahora es mía.

— ¿Crees?

—Un amigo me pidió que me la quedara porque tenía que mudarse lejos y no podía llevarla consigo —explico ligeramente, ella asiente y su sonrisa es tan grande mientras juega con Petunia que no puedo evitar sonreír también. Se me es inevitable no pensar en el tacto de sus labios cerca de los míos, pero me obligo a esfumar esos pensamientos.

—Qué buena chica, sí, tú eres una buena chica —le oigo susurrar mientras le rasca detrás de las orejas a la perra, quien solamente parece disfrutar del mimo con la lengua de fuera.

— ¿No se te hace tarde? —cuestiono divertido, Ophelia me voltea a ver y pone los ojos en blanco, seguido de negar lentamente.

—Ya veo, solamente quieres a Petunia para ti, egoísta —suelta su ocurrencia, haciéndome reír—. Pero sí, se me hace tarde —acepta, se levanta y compone la falda del uniforme y sacude sus rodillas.

—Por cierto, ¿Cómo sigues de la mano?

—Oh, bueno, igual, sin poder hacer nada bien —deja escapar un suspiro—. Ojalá me hubiese cortado en la derecha, así no tendría que seguir escribiendo o haciendo tareas.

Niego divertido.

—Adiós, Ophelia —digo con tono de voz alto, haciendo énfasis de que ya debería irse. Ella me ve mal, con sus ojos color miel entrecerrados y me saca la lengua antes de girar y comenzar a caminar lejos.

No despego mi mirada de su cuerpo hasta que este se convierte en un punto pequeño a la distancia y el único pensamiento que ronda mi mente desde hace tres días, es el de ella acercándose para darme un beso fugaz cerca de mis labios, en la puerta de su casa y con los faroles de la calle siendo los únicos testigos de eso. Ay, Ophelia, ¿Qué pretendes?

delicate | lrh [CANCELADA]Where stories live. Discover now