delicate | lrh [CANCELADA]

nueve🍒

Por alguna razón se me hace doloroso ver cómo Luke lucha para encontrar las palabras correctas para decir porque eso solamente significa que él no está cómodo con mi confesión, que mi sentimiento no es correspondido y que probablemente él piensa que nada de esto está correcto. Y sí, eso duele, demasiado.

—Ophelia, yo... eres muy joven para mí, lo siento —ha dejado su soda a un lado, lejos para poner sus manos sobre la mesa para hacer énfasis en lo que dice. Le escucho tomar una gran bocanada de aire y eso hace que le vea a los ojos. Luce confundido—. ¿Acaso te di alguna señal para que pensaras que me gustabas? Quiero decir, quizás confundiste algo...

— ¡No! —le interrumpo de inmediato, Luke deja caer sus hombros rendido y me ve atento—. Simplemente me gustas y ya.

—Ophelia, ¿Si sabes que no puedo corresponderte? —cuestiona, su tono de voz se ha hecho más dulce y amable, y agradezco eso.

— ¿Por qué no? No soy una niña.

— ¿Por qué? Porque eres menor de edad, santa mierda, te llevo como 7 años, no está bien.

Me quedo callada, sabiendo que el único sonido que emito es el de mi respiración y mi corazón palpitando con fuerza. ¿Por qué siquiera pensé que todo esto saldría bien? Por supuesto que Luke iba a pensar que esto era una locura, pero en mis sueños a él no le importaba nada y me amaba de vuelta, lastimosamente esto es la vida real.

—Escucha, no quiero lastimarte, pero estaría mal si salgo contigo, no me malinterpretes, eres una chica preciosa, pero eres muy joven —Luke se ha inclinado en la mesa para estar más cerca, mis ojos buscan los suyos y niego, dolida.

—Muy tarde, ya me lastimaste.

—Ophelia...

De la nada, su celular interrumpe todo al sonar estrepitosamente. Luke lo saca de su bolsillo, frustrado y se lo lleva a su oreja sin ni siquiera ver quién es.

—Al fin traes tu trasero hasta acá, ¿Qué te tomó tanto tiempo? —Espeta a la vez que se levanta del taburete—. No, estoy al otro lado —pone los ojos en blanco—. No seas imbécil, Calum, ya voy para ya.

Luke camina hacia la sala así que yo le sigo no tan de cerca. Ha colgado la llamada y cuando ya está en la puerta, se da vuelta para verme. Su mirada me repasa toda y pone sus labios en una fina línea, con pesar.

—Gracias por dejarme esperar acá.

Es lo único que dice antes de salir de mi casa y dejarme, quizá, con lo que es mi primer corazón roto.