-Carpe diem

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-¡Laura! -Al oír la voz de Ross del otro lado del teléfono, comenzó a temblarme la mano. Dios, esto es una locura. No sé si pueda hacerlo. Ya no sé si quiero estar tan loca. Debería seguir sola un buen rato y luego volver a casa... Um, no. No. No hay forma de que vuelva ahí esta noche. Pero tampoco puedo pedirle a Ross que venga aquí conmigo. Recién llega de una gira, necesita descansar, estar en familia. Anoche no durmió casi nada. Y yo no debería irle con problemas, merece un descanso también de mi. Siempre es a mí a la que algo le deprime, y siempre es él el que está aquí conmigo consolándome y escuchádome. Siempre. No sé qué haría sin él. 

-¿Lau estás llorando? -Oh, sí lo estaba. No sé en qué momento comenzó pero el llanto aumentaba. Ross esperaba una respuesta y yo lo único que hacía era llorar. Dios, lo necesitaba.-Laura, dime -continuó él. No puedo. Esta vez más que dolida estoy avergonzada, y no habrá modo de que él sepa qué es lo que me pasa. No esta vez.

Así que corté.

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Continué llorando un rato más. Rato en el que ya había tenido 7 llamadas perdidas y 3 mensajes de Ross. Soy una idiota. Pero no quiero tener que contarle esto. Por primera vez en mi vida, me da verguenza contarle un problema a Ross. Aunque eso no me hace necesitarlo menos, al contrario, siento que estoy sola en esto. Y en verdad, se siente horrible.

Me permito relajarme un poco, cierro mis ojos, apoyo el costado derecho de mi cabeza en mis brazos mientras mantengo flexionada las piernas para el soporte. El viento ayuda demasiado, huele a verano, a una triste pero aún así relajante noche de verano. Permanezco así un momento, y cuando decido abrir los ojos, veo a Ross sentado a mi lado.

-¿Qué haces aquí? -Digo, y doy un respingo saliendo de mi comodidad.- Si colgué el telefono... -Continúo -... es porque no quiero hablar contigo. -Digo intentando parecer enfadada.

-Pero si cuelgas luego de haberme llamado, es porque algo me querías decir y por alguna razón no lo hiciste. Quiero saber porqué, y qué te ocurre. Estabas llorando.

No... Lo hacía. Hacía justo lo que yo quise evitar, y por lo visto no pude. Hace tiempo descubrió cómo hacerme hablar, cómo saber lo que pienso, cómo leer entre lineas lo que digo, cómo saber todos mis secretos. Se trata de una mirada, un tono de voz, esa caricia en mi mejilla y un beso en mis ojos con lágrimas. Eso es todo. Todo lo que necesito para comenzar a hablar. Pero no esta vez. No pienso contárselo a nadie. No quiero que me invada el tema, ni tampoco quiero invadirlo. Carpe diem. Oh, eso voy a hacer. 

No permitir que se entere de esto. No permitir que el dolor llegue denuevo. Estamos aquí, justo ahora. Él está frente a mí, y yo estoy a punto de cometer "la locura". Dios, no permitas que me arrepienta. Una vez hecha mi súplica, uno mis labios con los suyos. Justo antes de que vaya a la fase en la que besa mis ojos... Yo lo beso. Intenso. Duro. Luego suave... Perfecto.

Comienzo a acercarme más hasta encontrarme a horcajadas, sobre él. Ross toma mi rostro con una de sus manos e introduce su lengua. Yo lo sigo con la mía, y parece tener un cable de conexión directa a mi entrepierna. Mis muslos se ponen rígidos, me aprieto contra él y lo siguiente que hace Ross es mover su otra mano a mi muslo izquierdo. La mantiene ahí, pero no es donde me gusatría que esté. Oh, yo sé dónde la quiero, pero no sé si él lo tiene claro, así que para mostrar mis intenciones, saco su camisa, y al fin lo entiende. Abandono mi camisa y el me gira tirándome al suelo, de modo que estoy debajo de él.

-¿Estás segura? 

-No me preguntes, sabes que me pongo insegura. Solo... 

-¿Solo...?

-Quiero hacerlo.

Ross me sonríe y yo hago lo mismo, pero esto está tardando demasiado. Envuelvo su cintura con mis piernas y lo atraigo a mí. Oh Dios, ¿eso es...? Mierda. Se siente genial. Continuamos con un intenso beso y toqueteos en algunas partes que -en secreto- siempre he querido tocar. De repente Ross se detiene y me mira apretando sus labios.

-Yo... Eh... No sabía que haríamos esto ahora. No tengo protección.

-Tranquilo, tomo la pastilla.

-¿Qué? ¿Por qué?- Pregunta un tanto desconcertado

-Raini me obligó. Tu sabes...

-Entiendo. 

Y sin mas palabras, comenzó a quitarse sus pantalones y yo hice lo mismo con los míos. Sólo nos separaba la ropa interior, aunque en esta fase ya no sabría por dónde empezar. Al parecer Ross sí -no quiero saber cómo-, y desabrochó mi sujetador. También sacó fuera, a una velocidad lenta, para concentrarse algo más en mis labios, todo lo que estorbaba debajo.

Nada de ropa. Nada de estorbos. Ross comienza a recorrer mi cuerpo con sus labios y manos, y yo me retuerzo debajo de ellos. Esto se siente muy bien. 

Sus labios jugaron largo rato en mi entrepierna y la verdad disfruté demasiado. Cuando ya no podíamos aguantar ninguno de los dos, entró en mi. Lento y suave. Lo sentí raro, dado que nunca nadie había explorado ese lugar antes. Pero esa sensación no duró mucho. Ross se encargó de reemplazarla con placer. Placer de el que disfruté mientras me aferraba a sus brazos, sus labios buscaban los míos, nuestros cuerpos se mantenían pegados. Y con toda la satisfacción del mundo, nos dejamos correr juntos. 

Fue... No tengo palabras para explicarlo. Pero lo resumo con un "maravilloso". 

When reality is so realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora