102. Najla de Ijubien

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Capítulo dedicado a Jane_Hoffman. ¡Gracias por esfozarse en comentar pese a las fallas que presenta Wattpad! ♥

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Najla de Ijubien

GAVREL

Quizá no debí desvelarme viendo las constelaciones, y de esa manera hoy estaría más alerta, pero recordé la tarde en la playa del Monasterio, cuando Elena y yo hablamos de eso; cuando, en general, mi rosa y yo hablamos de verdad, porque no recuerdo ninguna otra conversación en la que sintiera a Elena sincera, y, por consiguiente, al haber cada vez más confianza, tuviera la esperanza de que a lo mejor me amara.

Creí poder despertar en ella un sentimiento que superara al odio que le tiene a mi sangre. Que amara al hombre por encima del príncipe, que la necesidad de sucumbir al amor venciera a la de iniciar guerra; pero no fui, no fuimos, ni seremos.

Cuánto habrían cambiado las cosas de tenerla a ella, de esperarnos en la noche en lugar del día, de no quemarse en su vientre nuestra heredad.

Revisé una a una sus cartas; la que me entregó Adre, en particular, está mancillada con lágrimas secas. Cuánto debió dolerle abrir su corazón al pintar cada palabra, para que al final esta llegase demasiado tarde.

Rocé las lágrimas con las yemas de mis dedos y me saqué los guantes para coger la pulsera con una «B», y enseguida la envolví en la carta. Después, con el trinar de los primeros pájaros que bordan la alborada, la doblé desde las esquinas hasta formar una rosa.

Desde entonces, sin haber dormido si quiera una hora, continué vigilando el bosque hasta este fatídico momento.

—Eres Gavjel Abulajach —insiste la mujer mientras que cuatro de sus hombres me sujetan contra el suelo, cada uno sujetándome de una pierna o brazo en lo que otro sostiene una espada contra mi cuello.

Por más que trato de que me suelten no puedo.

Podría tardar un día completo hablando de cada cosa que he hecho a partir de rescatar a aquella mujer y a su bebé: recuperé un caballo robado, pesqué para otro tropel, compuse ruedas de carromatos, serví de guía a viajeros que se desplazan solos; y, por encima de todo, aún más importante, me deshice de ladrones; pero poco importará si termino así, capturado por una embustera.

Najla de Ijubien es una condesa y dama errante que vino desde tierras lejanas, según lo que ha dicho hasta ahora, pues a mí no me consta, y hasta hace unos meses se desplazaba hacia Bitania en un tropel de seis carromatos que ella misma dirige; es comerciante de carne y pieles; sin embargo, con el tiempo vio más beneficio en negociar fuera de las ciudades, pues de esa manera elude pagar impuestos e instala monte bajo su propia ley.

Hasta ahí, sospecho, dijo la verdad.

Por ello afirma tener su hogar cerca de aquí, pero yo exploré la zona y no vi nada. Este tramo es frontera entre Teruel y Bitania.

Como ha sido mi costumbre durante los últimos días, y porque cuando no ayudo a los viajeros poco tengo para hacer, me encontraba de pie sobre un árbol poniendo atención al camino, con suerte esperando escuchar a Viktor. El mapa que trae con él señala La cerra, un extravío poco conocido hacia Teruel de acuerdo con el plano que Elena trascribió en la biblioteca, y aquí es La cerra.

«A menos que Elena no haya entregado el mapa».

A menos que, como es lo más probable, Viktor no lo siga pues prefiera hacer su propia ruta.

Viktor no es un novato.

No vendrá confiado.

Centrado en lo que vine a hacer, debí adentrarme en el bosque en lugar de mantenerme cerca del camino; pero escuché a un hombre gritar, un clamor lejano; por lo que, ya acostumbrado a los llamados de auxilio en esta zona, de nuevo jugando al héroe legendario, lo rastreé hasta la boreal del bosque.

Crónicas del circo de la muerte: Vulgatiam ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora