89. Caja de música

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Hoy publiqué otro capítulo antes de este. Les aviso en caso de que Wattpad solo les haya notificado este.

Dedicado a Ayyewiii. Gracias por soler ayudar a quienes tienen dudas, tanto aquí como en el grupo de Facebook ♥

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Caja de música

MORIA

Dije que iba camino a casa y... ya estoy aquí. Non metuit mortem qui scit contemnere vitam. O al menos lo que queda de mí está aquí.

La puerta principal se encuentra abierta, un miembro del Partido acaba de salir llevando con él los platos de una vajilla, y no le importó cerrar o dejar abierto. Este no es su hogar ni su lugar. Por lo que, sin importarme que él o alguien más regrese, avanzo hasta la sala sujetando contra mi cuerpo los pedazos que quedan de lo que horas antes era un vestido.

Dentro todo está oscuro, la mitad de los inquilinos murieron en la Rota hoy por la tarde, y de los demás vi sus cuerpos entre los que se exhiben en las calles como mensaje a la familia Abularach.

Esta... fue la casa del marqués, mi padre; el ilustrísimo contrabandista de esclavos que servían a la reina.

Si cierro mis ojos, puedo escuchar la música, las risas, las pláticas sobre el día que ofrecería mi mano al príncipe Gavrel. Puedo verle pidiéndome girar para hacer revolotear los listones sujetos a mi cabello o decirme que volvería pronto para luego, tristemente, recibir la carta informando que lo perdimos en un naufragio.

Del mismo modo veo a Glen pidiendo a mi madre permiso para casarnos, iba a sacarme de aquí, con el tendría una segunda oportunidad de ser feliz. Pero como siempre digo, a diferencia de la vuestra, mi historia no es encantadora, lozana y mucho menos... romántica.

El sistema me lo quitó todo.

Las pocas cosas que quedan tras el saqueo, están en el piso; cuando camino debo ir apartándolas. Aunque admito que no reconozco la mayoría, hace mucho este dejó de ser mi lugar; no obstante, al mismo tiempo, siempre volví en sueños; me traía la nostalgia, me hacía falta estar aquí, lo deseaba.

Dejo de aferrarme a lo que dejaron de mi vestido y, ya con las manos desocupadas, enciendo una lámpara y comienzo a subir las escaleras. Mi alcoba era la segunda puerta, la de la derecha después de pasar el salón de costura que pertenecía a mi abuela. Entro con sigilo, dudando que todo...

Parpadeo sin poder creerlo. «Todo sigue igual».

Mi cama con dosel, mi baúl, el viejo ropero repleto de vestidos, mi estantería con muñecas, el espejo de pie, mi mesa con taburete a juego...

«Mi caja de música».

Mi madre, contrario a lo que pensé, la ha dejado a la vista, y por fortuna, por estar vieja y desusada, ningún saqueador reparó en ella.

«¿Ella me esperaba?»

La tomo con miedo, como si mis manos ya no... ya no merecieran tocarla. De modo que, cuando la termino de alcanzar, la giro entre mis dedos y la abro. Escucho la música y suelto un quejido porque hay mucho aquí dentro. Mucho.

«Debí... Debí venir antes».

Este fue una de los últimos regalos de mi padre. Tantos recuerdos. Cuán diferente soy a la mujer que sostuvo años atrás esta caja. Ella no tenía la voluntad rota. Ella aún tenía la ilusión de un día llevar puesto un vestido de novia.

Crónicas del circo de la muerte: Vulgatiam ©Where stories live. Discover now