81. Detrás del telón

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ESTAMOS DE VUELTA ♥

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 DETRÁS DEL TELÓN

ELENA

Me remuevo al golpear mi cabeza contra una superficie blanda y un «¡Hiiii!» me obliga a reaccionar.

¿Qué fue eso?

Parpadeo, abro con dolor mis ojos y lo primero que veo es mi mano descansado sobre una almohada, seguida de cosas a mí alrededor que trajinan al compás del trote de un caballo.

¡¿Un caballo?!

«¡Hiiii!»

¡El relincho de un caballo!

«¡¿En dónde estoy?!»

Trato de incorporarme sintiendo cada parte de mi cuerpo doler.

Lo último que recuerdo, antes de caer dormida, es a una sirvienta insistiendo en ayudar a vestirme, alimentarme y, por último, darme a beber un té; todo después de encontrar en mi mano la rosa color de sangre.

¿Me sacaron del castillo?

Me apoyo en mi brazo para poder virar y, preocupada, sintiendo mi corazón latir a prisa, observo mi costado derecho e izquierdo. «Equipaje». Lo poco que la oscuridad me permite ver es equipaje. Las paredes de cada lado son tablas de madera y el techo un toldo. Creo estar encerrada en una especie de... ¿Carromato? «Viajo en un carromato?» Al instante siento otra sacudida.

Está en movimiento.

¿Quién lo conduce?

Para no perder la calma respiro de forma sonora y procuro ordenar todo dentro de mi cabeza. «¿Debería intentar huir?» No obstante, enseguida advierto la presencia de una sombra que deviene de la luz de una lámpara que es avivada d para captar mi interés. «Alguien la sostiene y se encuentra detrás de mí». Me giro para ver quién.

Adre.


GAVREL

Dos guardias, uno de cada lado, empujan ceremoniosamente la puerta doble que conduce a la habitación principal de este piso. Sasha e Isobel, como acordamos, no pasan del umbral. Por su propia seguridad me esperarán en la puerta. Por el momento, soy el único que hablará con «su Majestad».

Recuerdos de Adre diciendo que tenemos prohibido interrumpir el descanso de Eleanor vienen a mí con encono. Fue una reina antes que una madre, fue un dolor en el culo antes que una reina.

El lugar, tal como ordené, es custodiado por soldados de mi confianza. Necesito que la Guardia esté atenta a cada movimiento de Eleanor. Todavía puede estropearlo todo, lo que aún no ha podido estropear.

Por otro lado, como era de esperarse, su habitación es una oda a la vanidad; espejos, joyas, vestidos de seda hilados a la medida, inclusive esculturas de su cara. Cada cosa aquí habla de Eleanor. Pero, por encima de todo, dice mucho que no conserve ninguna rosa.

La encuentro de rodillas frente a su cama, acariciando en balde a las leonas decapitadas, perdida por completo en sus pensamientos. Hay pringas de sangre en las hebras de su cabello dorado, en su frente, en su cuello, en su vestido azul cobalto. Siempre la hay, pero hoy es visible para todos. Sobre todo para mí.

¿Crees que quiso a esos animales más que a nosotros? —escucho preguntar con temor a Isobel.

Padre en el cielo, ¿es que todavía lo dudas? —le contesta Sasha.

Crónicas del circo de la muerte: Vulgatiam ©Where stories live. Discover now