Prólogo

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No olviden que los prólogo los narro en tercera persona, o lo que sea, pero no en primera xD c:

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PRÓLOGO

La reina mandó a llamar a los suyos al Salón del té; pues, así como hay rumores, no falta quien hable en serio y una lengua puede poner a Bitania en más peligro que una espada, y se debe proteger de los traidores el buen nombre de la familia Abularach.

Jorge no deja de mover su café con una diminuta cuchara; Gavrel, con un ademán, le pide jugo a una sirvienta; Sasha, aburrido, limpia los botones de su camisa y Mina, como si se tratase de una niña pequeña, es obligada por Baron a beber agua para aliviar la resaca. Isobel, con mucho aún en que pensar, luce mohína.

Pese a que todos se hallan sentados en la misma mesa, ninguno habla. Cada uno, en incómodo silencio, espera a que sea Eleanor quien diga algo. A fin de cuentas fue quien los citó. No obstante, ella solo les mira con enfado; como merecen; como, según ella, se lo tienen ganado.

Soldados de confianza les custodian y dos sirvientas, escogidas por Adre, les atienden. Como están los tiempos no es recomendable fiarse de nadie más. Como sea, Eleanor, harta de aún tener atorado el enojo en la garganta, les aleja con un gesto de su mano y frunciendo sus delgados labios deja entrever que, pese a que algo le enfada, no hablará.

—¿Vas a decir algo o solo nos mandaste a llamar para amargarnos el desayuno a todos, Eleanor? —pregunta provocador Sasha.

—Me preguntaba quién de ustedes reaccionará primero —Eleanor, furiosa, eleva su tono de voz a medida que habla—. O no gritan lo suficiente fuerte, o todos aquí han decidido ignorar el hecho de que turbas allá fuera piden nuestra cabeza.

—¿Nuestra cabeza? —Sasha se cruza de piernas y se sienta de mejor manera en su silla—. Las carteles que cargan los rebeldes solo dicen «Eleanor».

—Si caigo yo, ustedes, sin excepción, caen conmigo, cielo —la reina pide más jugo—. ¿O creen que esos malditos campesinos se arriesgarán a que más adelante algún otro Abularach reclame el trono? ¡Pero claro, yo estoy rodeada de traidores!

—Ninguno aquí está en tu contra, madre —musita con molestia Gavrel cuando al mencionar Eleanor la palabra «traidores» las miradas se dirigen a él y a Isobel.

—¡A ti es al último que quiero escuchar! —espeta la reina.

—¿Pese a que soy el único que no quiere ver tu cabeza en una pica? —Esa declaración hace que Eleanor aprete con más fuerza sus dientes—. Porque después de ti, madre, a mí es al último que dejarían vivir las Serpientes.

—¡No les llames así!¡Llámales traidores!

—Les tendrías menos miedo si en lugar de verles como enemigos aceptaras que solo son gente que piensa distinto.

—¿Te nombraron su defensor?

—Uno de nosotros tiene que pensar con la cabeza y no con el hígado.

A ninguno presente le sorprende la actitud de Gavrel; desde el último Reginam reta sin vacilar a la reina, y, pese a que nadie más interviene, si demuestran con gestos estar acuerdo con él.

—Elena Novak —continúa Gavrel.

La mirada felina de Eleanor se agudiza.

—¿Qué con ella?

—Es la hija de uno de sus líderes —Gavrel lo dice con tanta tranquilidad que, de inmediato, procede a coger del centro de la mesa más pan y mantequilla.

Crónicas del circo de la muerte: Vulgatiam ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora