98. Mientras decido qué hacer

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Ayer también publiqué capítulo. Revisen con frecuencia la tabla de contenidos para percatarse de que no se saltaron alguno porque a veces Wattpad no notifica c:

Capítulo dedicado a Carleth12. ¡Gracias por estar dejando comentarios!

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Mientras decido qué hacer

ELENA

A lo largo del páramo que compone este territorio hay cientos de carromatos aparcados uno detrás de otro, y la mayoría con ocupantes que ya montaron campamento; cada vez somos más, gente continúa abandonando Bitania y mientras el rey de Orisol no nos permita entrar a su tierra debemos organizarnos.

Por lo que sé, el rey Onicio no es el único renuente a permitir la entrada de gente de Bitania, según los rumores que traen los viajeros, con excepción de Teruel, ningún monarca lo permite. Alastor Scarano, por otro lado, como medida precautoria y para protegerse de los traidores, está prohibiendo regresar a quien decida marcharse.

El problema es que para llegar rápido a Teruel, las familias de Bitania que viven del lado del Callado, deben atravesar, con todo y pertinencias, el lago Leuven y después un bosque espeso atestado de ladrones. En algunos casos sin carromatos, sin caballos, sin comida y sin suficiente agua.

Sin apoyo.

Pero confiamos en que, al ser cada vez más, nos ayudemos entre nosotros.

Una parte de mí aún se negaba a creer lo que los ex soldados y ex miembros del Partido me platicaron, pensé que la intención de Adre era confundirme para no continuar apoyando al Partido; pero es demasiada gente ya la que me confirma que no es mentira.

Bitania es un caos.

Alastor se atrinchera dentro del Castillo gris mientras afuera la gente saquea y matan por pan, y, entre su misma gente, ya se preparan para abandonarlo.

Hay escasez. De manera que, molesta, desde mi posición miro con reproche a Adre para recordárselo.

Es cómplice de Gavrel.

Por lo demás, una vez recuperada mi voluntad, ya no me mantengo cerca de ella. Recorro cada campamento platicando con la gente que recién llega y me siento útil ayudándoles a reparar objetos que se estropearon durante el viaje. Aun así, como medida de seguridad, pues mi cabeza aún debe tener precio, para que no me reconozcan pinté mi cara como payaso. Un payaso triste. Jan me dio la idea al hacer lo mismo en la Isla de las viudas antes de asesinarlo.

Y paso inadvertida. No soy la única «artista» ambulante. Malabaristas, músicos, pintores y payasos de verdad se acercan a la gente para entretenerles y como pago recibir, cuando menos, pan duro y café. Yo nada más ofrezco ayuda. Eso... mientras decido qué hacer.

—A mi hijo le gusta verte —me dice una mujer y permito que el niño toque mi rostro en lo que su madre da de comer a los hermanitos. Tienen poco pero, para el pequeño, un payaso es un payaso aunque solo lombrices tenga en su estómago.

Lo pienso y podría decirle a Adre que ayudaré a Gavrel y después estropear sus planes. No obstante, y del mismo modo lo he meditado durante un largo rato, ¿qué pasa si mi padre se une a él? No puedo afectar a mi padre. En todo caso, como sea me pregunto, ¿qué tan alta es la probabilidad de que Gavrel lo convenza de apoyarle? ¿Tan excepcionales son las vueltas que da la vida que terminas uniéndote a tu enemigo?

Crónicas del circo de la muerte: Vulgatiam ©Where stories live. Discover now