100. Promesas, té y payasos

14.8K 3.3K 1.6K
                                    



Tercer del día (en caso Wattpad no haya notificado) 

-------

Promesas, té y payasos 

ELENA

—Puedo no decir que es de parte de él —digo—. ¿Por qué apoyaría yo con fe ciega al Príncipe Negro si no sé quién se encuentra esta vez bajo de esa armadura?

¿Wes?

¿Gavrel?

—Lo decides en el momento —dice Adre—. Por cómo están las cosas, lo mismo puedes decidir entregar la comida en nombre tuyo o... el Partido.

Me abrazo a mí misma pensando. No tengo un plan, y, de todos modos, para llegar a mi padre, primero debo entrar a Bitania y después adentrarme en el bosque al otro lado del lago Leuven; y la gente de Alastor me lleva ventaja. ¿Debería entonces rogar a la Madre luna que sea Gavrel quien llegue primero a mi padre?

—¿Y cómo sé que no es una trampa de Gavrel?

A mí que nadie me diga que no es una posibilidad.

—Él no puede hacerte daño en el Callado —asegura Adre y debo admitir que en parte tiene razón—. Es tu gente. Te moverías como pez en el agua allí.

Aun así...

Es que no tengo claro nada. ¡Nada! Y por fortuna la nana comprende mi incomodidad.

—Te daré otra razón para confiar —Una sonrisa quiere dibujarse en el rostro de Adre pero se apresura a carraspear para ocultarla—. No irás directamente al Callado. Necesitas ayuda para entrar a Bitania —reitera—. El desvío que le separa de Orisol, por lo que escuchamos aquí, está concienzudamente custodiado, y a ti te reconocerían fácil.

—¿Entonces qué haré?

Aunque solo Regalo está cerca, Adre, por seguridad, habla más bajo:

—Visitarás El olivo, poblado que separa a Orisol de Bitania. Ahí buscarás el hostal La remoza. Una persona te espera.

No creo haber comprendido del todo. ¿Tan seguros están de que...?

—¿Sabían que iba a aceptar? —Me enfada que lo tengan tan claro.

—Esa persona debe permanecer ahí llegues tú o no —contesta Adre, evadiendo contestar mi interrogante—. Pero te espera —se apresura a aclarar.

—¿Cómo...? —Estoy hecha un caos.

—Te ayudará a cruzar —Lo hace sonar fácil.

—¿Y cómo pueden estar tan seguros de que yo me pondré en manos de alguien que no conozco?

—Hagamos un trato, Elena —En los ojos de Adre hay determinación—. Ve al Olivo, espera afuera de La remoza, toma más precauciones para que no te reconozcan si así lo prefieres, pero mira quién es esa persona y decide... Tú decides.

No es qué dice, sino cómo lo dice. Mi corazón late aprisa. ¿Acaso...?

Pero no quiero pensar en esa posibilidad. No quiero hacerme ilusiones. ¿Podría ser que...? Carraspeo para aligerar el nudo en mi garganta. «No puede ser él. No»

Y no le quiero preguntar directamente a Adre porque no responderá. Y puede que la ilusión de verlo de nuevo nuble mi juicio, y no. Eso facilitaría mi captura a cualquier enemigo. Debo... ver quién es yo misma, sin expectativa, sin que lo que pide mi corazón me distraiga. Porque un solo nombre viene a mi mente. Uno solo.

Crónicas del circo de la muerte: Vulgatiam ©Where stories live. Discover now