83. Muerto el rey, viva el rey

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Muerto el rey, viva el rey

*Nota de la autora: ¿Habían escuchado esa expresión? Cuenten si saben qué significa.

ALAN

¿Cómo?

No dejábamos de preguntarnos cómo.

Revisamos minuciosamente la Plaza de la Reina, el castillo y la iglesia; y, esperando encontrar una respuesta, el grupo comandado por Micah también entró a inspeccionar cada casa de la Gran isla.

En la cúpula de la iglesia encontramos a Macabeos, el traidor que entregó a mi tía durante el cumpleaños de Sasha. Asegura haber recibido la orden de repetir cada seis horas la invitación a asistir a Reginam, pero que, desde entonces, no ha vuelto a ver a los Abularach.

Lo tomamos prisionero.

No me da la cara al momento de ser sacado de la Cúpula; ni a mí ni a Mael, pero sobre todo a mí. Aún quiero preguntarle por qué motivo, al preguntar Eleanor por las cámaras, mencionó a mi tía.

¿Por qué no calló? ¿Por qué no se entregó a él mismo? ¿Por qué no intentó contactarnos cuando aún estábamos en el Cenicero? Sí, era difícil, casi imposible, pero... éramos aliados.

Mi tía lo consideraba su maestro.

No ayudó al Partido, se quedó a servirle a Eleanor... se escondió.

En este lugar torturaron a mi tía y después la colgaron de una ventana, por lo que no hay justificación; Macabeos no solo la entregó, no luchó; no es más que un cobarde.

—Tú elegirás su destino —anuncia Viktor.

Macabeos mantiene la cabeza baja.

—Me tomaré un par de días para pensarlo —decido.

—Bien, mientras llévenlo al Cenicero —ordena Viktor a parte de los soldados que nos acompañan.

—Te gustará ese lugar, Macabeos; fue el último «hogar» de Claudio y Dekan —dice Mael al viejo Macabeos—. ¿Los recuerdas? No hace mucho te reunías con ellos.

—Aún puede traerse algo entre manos —opino tras pensarlo unos segundos.

—Sí, por eso, mientras decidimos qué hacer, lo mejor será que esté en el Cenicero o difunda en los altavoces mensajes del Partido —insiste Viktor.

—Puedo difundir el mensaje que deseen en los altavoces de Bitania —dice Macabeos todavía con la cabeza baja.

No es más que un perro al servicio del amo en turno.

Por ello, cuando Alastor llegó al castillo, aceptó la propuesta de Viktor y bajo estricta vigilancia obligó al anciano a repetir a través del Heraldo un mensaje nuevo discurseado por él mismo.

«Atención pueblo de Bitania, mi nombre es Alastor Scarano y a partir de hoy tomaré las riendas del que será el nuevo gobierno de Bitania. Un gobierno del pueblo. Los miembros de la familia Abularach ahora son fugitivos, oficialmente delincuentes. Todos sabemos por qué tipo de crímenes debemos hacerles pagar, de manera que si alguno de ustedes conoce su paradero no dude en venir al Castillo Gris a informarme en persona. A partir de ahora, el Partido Rebelde Revolucionario —PRR— recibirá y escuchará a cada ciudadano y ciudadana sin excepción»

El discurso es recibido con ovaciones, alabanzas tipo «¡Larga vida al rey Alastor!», condecoraciones diversas y comerciantes de la Plaza de la Moneda incluso traen de uno en uno ofrendas, además de ofrecer preparar ellos mismos una fiesta para dar la bienvenida al nuevo rey.

Crónicas del circo de la muerte: Vulgatiam ©Where stories live. Discover now