POV GABRIEL. USTEDES TIENEN SUS TÉCNICAS, NOSOTROS LAS NUESTRAS

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Tenía que tenerme amor propio por encima del amor que le tenía a ella.

No llamé más a Marypaz, tampoco la busqué. La saludaba en el instituto si ella lo hacía primero, si no, ni la miraba; y cuando tenía ganas de hablarle, cuando la extrañaba, solo sacaba mi teléfono y veía el mensaje que me mandó, aunque ya me lo sabía de memoria.

"Hola Gabriel, no es fácil decir esto pero te lo diré porque no quiero que te enteres por otras personas, el día de la fiesta de Cólton me acosté con Franco y Aztor, no al mismo tiempo, pero si en la misma noche. Cosas del alcohol, ya sabes como es".

Ni un perdóname por ser una zorra, discúlpame por jugar contigo, lamento pisotearte el corazón una y otra vez.

En ese momento mi amor propio pudo más que cualquier cosa y me juré hacer lo que tuviese que hacer para sacármela de la cabeza y del corazón, ella no merecía estar allí.

Me tomé una semana, solo una semana para lamentarme por haberme fijado en ella. Esos días me permití llorar, torturarme con los recuerdos, molestarme, insultarla y volver a llorar. Estuve solo, cuando lo quise y acompañado, cuando lo necesité. Me comí todo lo que conseguí en la nevera y quemé todas las calorías hasta que Rámses terminaba masajeando mis músculos adoloridos.

Y cuando la semana se acabó decidí sacármela del cuerpo... y fue allí cuando apareció Carolina, una pelirroja un año menor que yo que me tenía más ganas que deseos de vivir, y yo quería vivir y dejar de tenerle tantas ganas a quien no debía. La combinación perfecta.

Así que cuando entré al Instituto ese día y ella me sonrió: le respondí, cuando me dio los buenos días: se los contesté y cuando no me dejó salir del salón para hablar muy cerca de mí: la besé.

Y ella me regresó el beso con tanta pasión que pensé la remota posibilidad de que me violaría en ese momento y no pensaba poner resistencia ni mucho menos quejarme, pero nos interrumpió un profesor, así que acordamos para final de las clases.

Le avisé a mi hermano para que me esperase: "Hermano, me van a dar un revolcón, reza por mí. Si no llego en veinte minutos ven a buscarme porque me dejaron lisiado".

—Dime que no es con Marypaz...

—Es con Carolina—le aclaré.

—En ese caso deseo de corazón que te deje paralítico.

.

.

.

—Se lo cuento a mi hermano y a mi Beleza cunhada- Bella cuñada- y además no estoy dando detalles, ¡más que faz um oral infartados você!.

Y lo hacía, Carolina me demostró que tenía un don bastante impresionante.

—No podré ver a Carolina con los mismos ojos—se quejó Amelia.

No Juzgues La PortadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora