Me llamo Amelia, y hace un año me enamoré perdidamente de Daniel, un chico que me cautivó y me hizo vivir la mejor de las historias de amor, pero también la decepción más grande que una chica puede pasar: una violación. Y hoy, a pesar del tiempo no...
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Pov Rámses.
Desperté y contemplé a Amelia durmiendo a mi lado. No se había ido, seguía aquí y lo agradecí. Me levanté de la cama y fui hasta el cuarto de mi hermano, con la culpa y la vergüenza formando parte del catálogo inmenso de emociones que tenía en mí.
Toqué la puerta, cosa que nunca hacía. Él tampoco era de tocar puerta, solo lo comenzó a hacer cuando Amelia empezó a quedarse en la casa.
Gabriel abrió la puerta con su cara destruida, inflamada. Llevaba en la mano una bolsa con hielo y olía a crema mentolada.
Se hizo a un lado y me dejó pasar mientras se sentaba en la cama y colocaba otra vez la bolsa sobre su hombro izquierdo, pensé que la estaba usando para la cara.
—Lo lamento—le dije y el alzó la ceja escéptico—. Te merecías unos golpes, no que te medio matara. Lo lamento hermano, no debí olvidar que eres mi sangre.
El suspiró profundo y se sentó en la cama.
—No me acosté con ella y lo que pasó entre nosotros no lo hice a propósito. Esto no tiene nada que ver con Andrea, ni siquiera con Amelia, estaba borracho Rámses, borracho. Pudo haber sido a Marié encima de mí y quizás me la hubiese cogido, hubiese preferido que hubiese sido Marypaz. ¡Maldición Rámses! Tu sabes que salí esa noche solo pensando en Marypaz y que jugué a evitarla toda la noche ayudado por ti, ella es la única en la que pienso desde hace mucho tiempo, te lo he dicho. ¿Cómo crees que con las ganas y los sentimientos que le tengo a Marypaz me cogería a Amelia, su mejor amiga?. Y más allá de eso... te dije que jamás me interpondría y lo mantengo. Lo que pasó anoche... a duras penas lo recuerdo y Amelia ni se acuerda. Tú sabes muy bien lo que es estar drogado y no saber de tus actos, tener incluso cierta consciencia como si estuvieses viendo alguna película, sin poder hacer nada para cambiar algo, y eso es solo lo que le pasaba a Amelia, yo estaba borracho, llegué a creer que era un sueño y así de borracho y borroso recuerdo lo poco que recuerdo. Te lo dije en portugués y en francés. ¿Acaso además de olvidar de que soy tu hermano, de quien soy como persona, también te olvidaste de nuestro código?.
Me encogí en mi puesto, ahora entendía muchas cosas que hasta hace pocas horas me resultaban demasiado confusas y complicadas, pero no podía echarle la culpa a la droga, eso si sería lavarme las manos y la responsabilidad.
—¿Y si ahora ella...? Tú sabes que ella... y yo... —balbuceé mis miedos.
—Eres imbécil de verdad, ¿tan fuerte te pegué?. Ella estaba drogada Rámses, lo que hizo no lo fue para lastimarte. Deja de torturarte ¿quieres?. Rámses, Amelia me llamó por tu nombre, ella creía que estaba contigo. ¿Quieres que te lo diga en francés para que me creas? También te lo puedo decir en otros idiomas por si acaso...
—Cuéntame todo lo que pasó. Necesito saber todos los detalles Gabriel. Mi cabeza me está volviendo loco de pensar... imaginar...
