POV Familia O'Pherer. Daniel. (Primera Parte).

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Fernando

—¿Cómo va a ser esa la respuesta? Es una locura, esa medida perjudica a la población portuguesa en el país

—Pero el presidente no quiere tomar postura oficial hasta que no pase la cumbre, hay unos tratados que tiene interés de firmar—me respondió Johana, torció su gesto con molestia evidente, tampoco estaba de acuerdo con eso.

—Y mientras los presidentes se toman unos tragos y negocian por meses, los portugueses del país perderán tiempo y dinero en tramitar esas visas tan absurdas. Somos parte de la comunidad Europea, ¿Por qué nos tratan distinto al resto de los países?—esa decisión presidencial acababa de echar por la borda meses de trabajo con el Ministerio de Emigración para mejorar las condiciones de los emigrantes de Portugal, unas condiciones que de ser aprobadas, traerían beneficios eventualmente para los emigrantes de todo el mundo, que se quejarían de no tener condiciones igualitarias. Ni mencionar que generaría muchos puestos de empleos que el gobierno actual no estaba en condiciones de ofrecer, incluso des-congestionaría el sistema de emigraciones, que de por sí ya era un caos.

—No lo sé señor Fernando, pero esa carta nos ata de manos. No tenemos más opciones que frenar las negociaciones hasta nuevo aviso.

—¡Maldición!—refunfuñé, ella tenía razón y no podía hacer más que atacar la orden presidencial de frenar las negociaciones hasta nuevo aviso, estuviese o no de acuerdo— ¿Y por qué me llamas señor Fernando? ¿A quién tienes cerca?.

Johanna se sonrojó levemente cuando acerqué mi rostro a la cámara, como si así pudiese ver más allá.

—Estoy pasando unos días en casa de mi familia y suelen ser bastantes metiches.

—Pero la última vez que nos vimos no me tratabas con tanta formalidad—enarqué una ceja y sus mejillas explotaron en rojo ante el recuerdo que acababa de filtrar en su memoria—. ¿Crees que sea necesario recordarte que me llames Fernando?

—La última vez que me diste ese recordatorio terminamos en una habitación de hotel...—dijo casi susurrando, tenía miedo que alguien la escuchase, pero eso solo la hizo sonar más sexy.

—Y en ese momento no te acordaste que yo era tu jefe, te sentiste muy cómoda siendo la que daba todas las órdenes.

—Tampoco lo escuché quejarse señor Fernando.

—Tenía mi boca muy ocupada—le dediqué mi mejor sonrisa y me removí con disimulo en la silla tratando de acomodar la erección naciente en mis pantalones—.

—Sabe que mi memoria no es la mejor, quizás deba recordarme quien es el que da las órdenes.

Pellizqué mi labio con mis dedos, me gustaba su picardía y esta conversación comenzó a ponerse realmente interesante.

El timbre de la casa reverberó en todo el lugar. Extrañado y preocupado me despedí de Johana con rapidez y salí del despacho.

—Es la policía—murmuré preocupado cuando me asomé por la ventana y antes de abrir la puerta.

Rámses y Gabriel bajaban las escaleras, colocándose algo de ropa. Estaban tan extrañados como yo. Me alivié cuando los vi, no sería la primera vez que se escapaban de casa y los traía la policía.

—Buenas noches oficial ¿en qué puedo ayudarlo?

—¿Es usted el señor Fernando O'Pherer?—cuestionó revisando una pequeña libreta que tenía en la mano.

—Así es—confirmé—.

Miró dentro de la casa y vio a los chicos: —¿Cuántos hijos tiene?

No Juzgues La PortadaWhere stories live. Discover now