Capítulo 49. GANÓ MI PARTE ESTÚPIDA

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Como lo imaginé, los días siguientes fueron peores. Los rumores no paraban, incluso algunos aseguraban haberme visto en situaciones muy comprometedoras con ambos hermanos, pero algo si había sido cierto aunque odiase reconocerlo, ahora tenía dos novios celosos y se limitaban a hablar cuando pensaban que nadie -y con nadie me refiero a los O'Pherer y yo- escucháramos. Los comentarios hacía mí también dejaron de empezar y terminar con la palabra zorra, ahora solo empezaban con "suertuda" y terminaban con "qué envidia".

Pero era algo que jamás les reconocería a los hermanos, porque bastante tuvieron que convencerme para que los disculpara.

Mi teléfono comenzó a sonar en medio del salón y traté de silenciarlo. Rámses me preguntó de quien se trataba y cuando volvió a sonar le mostré la pantalla: "Mike". Apenas terminó la clase salí corriendo a la salida con los hermanos siguiéndome los pasos mientras marcaba su número.

—Muñeca—que difícil es hablar contigo—me dijo a modo de saludo. Tenía la voz de abogado, no la de amigo bromista. Rámses me conducía hasta el viejo laboratorio donde pasé tantas horas con Marypaz. Necesitaba privacidad para esta llamada y el lugar, que estaba desierto, resultaba ser ideal.

Cuando los saludos protocolares terminaron puse el teléfono en altavoz y dejé que Mike explicase el motivo de su llamada.

—Ayer firmamos el convenio con Andy y su abogado, por lo que me entregaron el video. Hice que algunos especialistas con los que trato estos asuntos lo revisaran y debo decirte Amelia, que el video es real, tiene buena nitidez, se escucha muy bien y más allá de los aspectos técnicos, el lenguaje corporal y hablado de Stuart, es bastante fluido. Si, está borracho, pero no podrá decir que su declaración sea forzada o inducida. Si presentamos ese video ganaríamos cualquier caso. Dicho esto debo saber, ¿Quieres seguir adelante con el juicio?.

Aguardé en silencio sin saber que responder. Fue Rámses quien tomó el teléfono y le dijo a Mike que le regresaríamos la llamada.

.

.

—¿Y qué harás?—preguntó Fernando.

En cuanto llegó a la casa los reuní para conversar. Esta decisión los afectaría a todos.

—No tienes que hacer nada si no quieres—me recordó Rámses.

—Pero si es lo que quieres hacer, te apoyaremos—terció Gabriel.

—Quiero hacerlo, pero estoy asustada. Quiero denunciarlo y que pague por lo que hizo, pero sobre todo que no pueda hacerle daño a ninguna chica más. Pero me aterra. Se pondrá como loco y mi mamá... bueno...

—Tienes la esperanza de que algún día las cosas cambien—afirmó Fernando y asentí avergonzada.

—Eso es normal Bombón—me reconfortó Rámses—, pero esto debes hacerlo pensando solo en ti y más nadie.

No Juzgues La PortadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora