POV GABRIEL . Es mejor que te apartes

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Usé las escaleras de servicio para llegar al cuarto piso, caminé hasta el final del pasillo y entré al pequeño cuarto donde las amas de llave guardaban las almohadas y toallas adicionales. Había escuchado cuando una de ellas comentó que este cuarto nunca tenía llave para que cualquiera de ellas pudiese subir a dormir un rato.

Revisé mi teléfono, navegando entre los mensajes mientras se hacia la hora de que Marypaz llegase. Cuando creí que quizás no vendría la puerta se abrió y mi chica entró. Sonreí triunfante y ella comprendió en ese momento que todo fue una trampa. Rodó los ojos y cruzó los brazos sobre su pecho, pero no se fue.

—Algo me decía que no te podías haber equivocado de cama.

—Yo siempre se cuál es tu cama Pacita, es la única a la que quiero meterme siempre.

Había escrito una nota donde supuestamente le decía a Roxana para vernos aquí y la lancé en su bolso, sabiendo que la conseguiría, que su sangre herviría por imaginarme con otra y que se presentaría en su lugar. Incluso antes de dejarme plantado, ella vendría por mí. Y no me equivoqué.

Avancé hasta ella y la atrapé contra la puerta del pequeño cuarto, pegando mi cuerpo contra el suyo. Mi pene que presentía su esencia se despertó de inmediato.

—Me trajiste hasta acá bajo en un engaño.

—Tu viniste porque quisiste... bien pudiste plantarme.

Recosté mi erección de su pierna y el libido se encendió de inmediato en su mirada.

—¿Por lo menos trajiste condones?.

Sonreí y la besé. Ella no dudó en responder el beso y antes de que pudiera darme cuenta era yo el arrinconado en la pared contraría con Marypaz quitándome la ropa. Solo se separó de mí para respirar y desnudarse. Arrojamos las toallas y almohadas al piso y sobre ellas le hice el amor como me lo pedía, con urgencia y desespero. Como si tuviésemos años sin estar juntos, como si ayer no hubiese ocurrido. Todavía jadeábamos por aire cuando la arrastré a mi lado y la acuné en mis brazos, trazando círculos en su espalda desnuda.

—¿Cómo haces para que siempre termine así contigo?

—¿Así de cogida o así de cansada?

Ella rió: —Así de cogida, sobre todo cuando no pensaba que se repitiese.

—Te responderé si tú me dices como haces para hacer conmigo lo que quieras.

Volvió a reír y besó mi pecho.

Permanecimos en silencio un buen rato hasta que Pacita volvió a hablarme.

—¿Te quedaron ganas para un segundo round?

—Por supuesto, es hasta ofensivo que tengas que preguntármelo. ¿Acaso mi pene erecto no es suficiente señal?

Pacita miró hasta mi entrepierna y rió con fuerza. Creo que no lo había notado.

No Juzgues La PortadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora