Capítulo 23. UN POCO DE CONFIANZA

11.7K 1K 628
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


El señor Fernando O'Pherer, resultó ser una persona bastante agradable y parlanchina, que me recordaba en todo momento a Gabriel. Su personalidad contrastaba fuertemente con su profesión. Era diplomático de Portugal, de allí que tuviese que viajar tan seguido y que hubiesen tenido que mudarse tantas veces. Su familia, siempre había pertenecido al mismo mundo de Diplomacia, remontándose generaciones antiguas. Sabía tantos idiomas como los chicos, y más protocolos que ellos se negaban a aprender, como comentó.

Y era demasiado atractivo, tanto que resultaba intimidante.

Yo era, como me hizo saber, la primera novia que le conocía a Rámses, y había sido una verdadera sorpresa para él, porque se esperaba a una chica llena de tatuajes y piercings, con ropa de cuero negra y que hablase en monosílabos. Me contó como el día anterior había escuchado a Rámses reírse por teléfono y como después de un exhaustivo interrogatorio Gabriel terminó confesando que era la novia, así que cuando Rámses pasó la noche conmigo, no había excusa que él se hubiese tragado. Más de una carcajada me sacó durante el trayecto a la playa, donde decidió a último momento, que comiéramos.

Me interrogó por mi familia y dejé fuera de esa ecuación contarle de Stuart, solo por una pequeña mención como "el novio de mi mamá de hace muchos años". Hablé sobre el negocio de la floristería y los trabajos que estaba haciendo en la ciudad vecina para cambiar su urbanismo, dejándolo bastante impresionado.

Su trabajo también resultaba interesante, sobre todo para mí que quería estudiar negocios. Resulta ser que un diplomático es un pequeño gerente de un país en una tierra ajena. Se debía codear con muchos políticos y figuras públicas, pero como pertenecía a la comunidad Europea, más de una vez también se había codeado con la realeza.

—No puedo creer que haya tomado el té con la Reina Isabel—exclamé emocionada

—Jovencita ¿estás dudando de mi palabra?—preguntó serio

—No. No.—me apresuré a negar y él sonrió—. ¿Es tan agradable como aparece en la televisión?

—Yo diría que más.

Después de dos horas y media de conversación por fin llegamos a la playa. Bajamos del auto y aspiré todo el aroma salado que pude, sintiendo como mis pulmones se limpiaban de la contaminación de la ciudad. Rámses entrelazó nuestros dedos mientras caminábamos al restaurante preferido por su padre.

—Lamento el interrogatorio—me susurró

—No estuvo tan mal—sonreí—. ¿De verdad soy la primera novia que le presentas?

Asintió: —Las demás eran como él creía, con muchos tatuajes, piercings y monosílabos.

—Define "las demás"...

—Dos más—me abrazó mientras reía—nada serio.

—Define "nada serio"...

Él soltó una carcajada, que hizo voltear a su papá, con una enorme sonrisa en su rostro, pero yo no estaba jugando, de verdad quería saber sobre sus anteriores novias. Sin embargo, no insistí porque entramos al restaurante y caminamos hasta las mesas de afuera, que estaban enterradas en la arena y daban vista al mar. Nos quitamos los zapatos y los dejamos en una pequeña canasta que el restaurante facilitaba para tales efectos.

No Juzgues La PortadaWhere stories live. Discover now