Capítulo 22 . CONOCIENDO LOS LÍMITES

12.9K 1.1K 747
                                    


¿Cómo alguien puede llegar a tu vida de la noche a la mañana y cambiarla por completo?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Cómo alguien puede llegar a tu vida de la noche a la mañana y cambiarla por completo?.

Quizás esa pregunta puedo dirigírsela a muchas personas en mi vida que han hecho eso con mi existencia: A mi mamá, a Stuart, a Daniel... pero es a Rámses a quien en realidad va pensada.

Es un sábado por la noche y estoy acostada en mi cama, mirando el techo de mi habitación, esperando con una paciencia impaciente la llamada de Rámses. Me acostumbré muy rápido a pasar los días con él, a despertar a su lado, a sus risas, a su acento tan particular... que hoy, cuando justamente no podemos vernos, es cuanto más quisiera estar con él. Y no me había dado cuenta de eso sino hasta este preciso minuto, cuando son las 10:01 de la noche, y quedó de llamarme a las 10, y aún no llama.

Cuando son las 10:05 de la noche, ya me siento molesta y un tanto defraudada. También sé que estoy siendo una loca, por pensar así, pero si algo tenía Daniel era su puntualidad... ¡No! Me niego a pensar de él de esa forma, a colocarnos ni siquiera en una misma frase.

Me levanto de la cama dispuesta a buscar con que entretenerme, cuando la ventana de mi cuarto se abre. Las pulsaciones de mi corazón se disparan a niveles alarmantes. Una mano entra agarrada de la cornisa, y siento un sudor frío recorrer mi espina dorsal.

Su cabellera es la primera en darme alivio, y su sonrisa de triunfo cuando termina de aterrizar dentro de la habitación, la que ocasiona que me dé un infarto. Porque tener a Rámses entrando por la ventana de mi habitación no hace que se me bajen las pulsaciones, sino que colapse todo mi sistema completo.

No lo pensé, no lo dudé. Me abalancé contra él, enredando mis manos en su cuello y estrellándome contra su boca. Él afirmó sus manos en mi cintura y cuando profundicé el beso, las envolvió en mi espalda, asegurándose de mantenerme muy cerquita de él.

Nos separamos solo porque necesitábamos respirar

—Wow, si así me vas a recibir cada vez que irrumpa tu cuarto, tendré que hacerlo más seguido—dijo con la voz entrecortada, no sabía si por el esfuerzo de haber subido hasta mi habitación o por el beso que acababa de darle.

—Me sorprendiste—confesé—. Me alegra tanto verte.

—Te iba a llamar, pero no iba a ser suficiente Bombón.

Enterré mi cara en su pecho mientras él me abrazaba. ¿En qué momento nos volvimos este tipo de pareja? Si apenas hasta hace una semana éramos solo amigos.

—Te extrañé mucho. ¿Muy rápido?—preguntó olisqueando mi cabello

—Muy certero. Yo también te extrañé.

—Te diría para salir, pero estoy agotado. No he dormido sino las pocas horas que dormí a tu lado—Rámses caminó sin soltarme hasta mi cama y se tumbó con pesadez llevándome a su lado—. En la mañana fuimos a desayunar a un café que mi papá adora, luego nos hizo dar vueltas para comprar cosas para la cocina, al parecer revisó y no consiguió nada nutritivo. Para cuando dejamos las cosas en la casa, era hora del almuerzo y nos arrastró hasta el otro lado de la ciudad porque tenía antojo de comer pescado fresco. Caminamos por la playa un rato, él muy animado y nosotros queriéndonos tumbar en la arena al menor momento. Llegamos apenas hace unas horas a la casa y ordenó pizza para comerlas mientras veíamos el juego. Estoy mu.er.to.

No Juzgues La PortadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora