POV Rámses. CON ELLA TENGO QUE USAR TODO MI ARSENAL

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  Maratón 2/3  

Nunca me ha gustado que me manden, ni que me ordenen, pero Amelia mandona me gusta.

Que me mande a hacerle lo que ella quiera. 

Puedo ser su sumiso si quiere. 

—...Rámses: esquematizar y contenido...—dijo Amelia. La seguridad que desbordaba me parecía atractiva.

Se levantó de la mesa del comedor y la vi sentarse en la computadora.

—¿Qué me tocó?—le pregunté a Pacita sentada a mi lado y ella escondió una sonrisa ante de repetirme. Por alguna razón con ella no me dio vergüenza mi despiste.

—Amelia es muy estricta cuando se trata de estudiar y odia retrasarse—me explicó y agradecí la información adicional que me estaba dando.

—No deben retrasarse muy seguido entonces—respondí tratando de que siguiese hablando

—Es la primera vez que nos retrasamos en algun trabajo. Ella ha estado últimamente despistada

—¿Sabes por qué?

—Se por quién...

Pacita me dio una sonrisa y una mirada cómplice que hizo que en mis labios bailara una pequeña sonrisa de satisfacción.

—Si bueno, para ella soy solo un buen amigo—quería saber si con su mejor amiga se refería de otra forma

—Si, también me ha dicho eso. Rámses, Amelia es una chica muy inteligente, pero cuando se trata de los chicos, es bastante reservada y muy ciega. No logra ver lo que tiene enfrente y no entiende insinuaciones por más obvias que fuesen.

De eso ya me había dado cuenta, y el mismo Gabriel me lo había dicho, pero una parte de mi creía que quizás yo no le gustaba lo suficiente.

—Ella me gusta—las palabras salieron antes de que pudiese frenar a mi boca de pronunciarlas.

—Entonces así de claro deberías decírselo.

Ella retomó la lectura para cumplir con su parte de asignación y yo volteé a mirar a Amelia, tendría que decírselo y esperar no asustarala en el proceso. Pero entonces vi a Gabriel muy cerca de ella, tanto que invadía su espacio personal, y por ende el mío.

Me levanté de la mesa tratando de disimular, lo menos que quería es que Pacita viese aquella escena.

—Escribes bastante rápido—le dijo mi hermano, ese que al parecer tenía ganas de enviarme a prisión por fratricidio.

—Yo soy más rápido—gruñí y Gabriel se levantó con rapidez y la misma sonrisa de suficiencia que tuvo en la casa.



—¿Qué mierda te está pasando?—le pregunté a Gabriel en cuando regresó de hablar con Marypaz

—No sé de qué hablas.

—Sabes muy bien de qué y quién hablo Gabriel.

El torció el gesto cansado, como si mi reclamo le aburriese: —Le pedí a Pacita que fuese mi novia

Me sorprendió su respuesta, por supuesto no era la que buscaba, tampoco esperaba que ocurriese hoy.

—¿Dejarás entonces de molestarme con Amelia?

—¿Y quien dijo que busco molestarte a ti? Amelia está muy ric-

No terminó lo frase porque me levanté tomándolo por la camisa y lo arrastré a través de la sala hasta que llegué a la cocina. Gabriel sonreía satisfecho. Si no lo conociese mejor pensaría que tenía un serio problema de doble personalidad. Pero no lo tenía, solo era un idiota que descubrió como sacarme de mis casillas.

No Juzgues La PortadaWhere stories live. Discover now