Capitulo 2: La elección [Editado]

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 Nos pasamos toda la tarde y la noche encerrados allí, en esa sala en la cual ya me sabía todos sus recodos debido a tantas veces mirarla. 

Notaba como los ojos se me cerraban pero no quería dormirme, pensaba que estando despierta estaba a salvo, pero no podía más. Al final acabe por dormirme pero no duré demasiado, ya que fuertes disparos provenientes del final del pasillo me pusieron en alerta y me desperté sobresaltada. La gente no paraba de gritar y de taparse la cabeza con las manos, yo hice lo mismo. No entendía nada de lo que estaba sucediendo solo sabía que estábamos rodeados de tíos grandes, vestidos de negro con grandes pistolas y que no dudaban en disparar al mínimo movimiento. 

De repente oí la voz de mi jefe, provenía de un despacho no muy lejos de la sala en la que me encontraba. No entendía lo que decía porque se juntaban las voces de otras personas. Solo oía insultos bastantes fuertes y alguna que otra palabra suelta. 

—     ¿Te gusta lo que oyes? ¡Perra!

Me asuste y casi me da algo cuando, el hombre que me llevó hasta allí se me acerco y me dijo eso en el oído, me dio la vuelta y lo tenía tan pegado a mí que pude oler su asqueroso aliento de alcohol y tabaco. ¡Puag!  Me cogió de la cara y me examino de arriba abajo. Después  tocó mi labio y se saboreo los suyos, ¡Daba asco ese hombre!

—     ¡Eh! ¿Qué haces? —El hombre se separó bruscamente de mi —No te he dicho que la dejaras, que la necesitamos.

Había hablado un chico joven, que ha decir verdad no sabía de donde salió, el hombre frunció los labios y se fue por ahí. 

—Tú, levanta —Me señaló el chico. 

Yo le mire con odio y no hice ademan de levantarme.

—     ¿Te lo tengo que repetir? —Dijo y esta vez entrecerró los ojos.

Me levanté sin bajar la guardia, él por otro lado, cogió mi brazo tan fuerte que intenté deshacerme de él, pero fue más rápido que yo y me empotró contra la pared.

— ¡Estate quieta!

—Me haces daño animal —Le dije todo lo fuerte que pude

Como respuesta él me pego un bofetón que hizo que me empezara a sangrar el labio. Se lo intenté devolver pero me paró, volvió a aprisionarme cogiéndome las dos manos.

—Vuelve a intentarlo y te juro que no ves amanecer —Dijo 

Yo que intentaba que no se me notara que estaba muerta de miedo, le miré con asco.

De pronto se abrió la puerta del despacho en la que estaba mi jefe, y salió por ella un chico también joven. Al vernos en el pasillo frunció mucho el entrecejo y dijo:

— ¿Qué está pasando? ¡Te he dicho que no tardaras en traerla!

—Lo sé Quino, lo que pasa es que...se estaba resistiendo un poco.

—Ya veo, venga entrar.

Yo no quería entra ahí, porque no sabía lo que me iba a encontrar ni lo que me iba a pasar. 

 Al final me empujó hacia dentro y no puede hacer nada.

Cuando entré estaba aterrada, lo primero que vi fue a otro hombre más, que estaba acuclillado. Al girarse vi horrorizada a mi jefe. Su cuerpo estaba tendido en el suelo lleno de sangre junto con ojos amoratados por los golpes. Al verme se llevó una gran sorpresa.

—No por favor, ella no. Es nueva aquí no sabe nada, deja que se vaya por favor —Le rogó al hombre que estaba antes agachado ante él.

— ¿A sique es nueva? ¿Eh?  Mira —Y cogiéndole del cuello  le cogió del cuello le levantó del suelo — ¡Nada de esto estaría pasando si me hubieras dado todo lo que me debes! Te di demasiadas oportunidades Andrés. Ahora, acepta las consecuencias —Y se dirigió hacia mí. 

Se me puso en frente y me cogió del pelo —Dime donde está la caja fuerte —Me exigió.

Le miré dudando. Estaba entre asustada, aterrada y dudosa. Si les decía donde se encontraba quizás cogerían lo que les pertenecía y se irían.

—O me lo dices...o te juro que te arrepentirás.

—Está en la quinta planta —Le contesté mirando al suelo, porque no sabía si había hecho bien diciéndoselo.

—Muy bien. Vamos, y espero que no seas tan mentirosa como tu jefe, sino lo pagaras caro —Me amenazó.

Dicho eso me empujaron fuera y fuimos a coger el ascensor. En él era todo muy incómodo, ya que no hablaron de nada. Cuando llegamos a la planta les guie por el pasillo y les abrí la habitación en donde se hallaba la caja fuerte. Una vez abierta empezaron a sacar todo el dinero y a meterlo en cajas y sacos. Mientras tanto, el chico moreno me tenía fuertemente sujeta para que no intentara escaparme. 

—Pero mira lo que tiene aquí el hijo de puta —Dijo uno de los hombre. 

Sacó un par de bolsas de plástico blancas... ¡No me lo podía creer! ¡Era droga! 

Ahora lo entendía todo, ellos habían venido a por lo que era suyo. No me podía creer que mi jefe tratara con este tipo de mercancías y mucho menos con hombres como esos. 

—Muy bien, veo que no me has mentido. Llévatela abajo, enseguida voy. 

El chico me llevó de nuevo al despacho y me puso una cuerda alrededor de las manos para después sentarme al lado de mi jefe. No quería ni mirarle, me daba asco y tenía unas ganas locas de pegarle un bofetón por haberme metido en todo esto. 

—Lo siento Helena —Se disculpó —Tenía que habértelo contado antes de suceder todo esto —Me quedé callada porque no sabía que decir. 

-Por eso me quería ir, para no poner en peligro a la empresa y menos a ti —Negó con la cabeza triste —No te preocupes por la caja fuerte has hecho bien —Me dijo con sonriendo con pesar. 

La puerta se abrió y entró el hombre que parecía que era el jefe. 

—¡Me has mentido! —Acusó a mi jefe —Me dijiste que no tenias la mercancía y... ¡LA TENÍAS ESCONDIDA EN LA CAJA FUERTE! —Le dio una fuerte patada en una de las piernas —Y el dinero...no es suficiente me sigues debiendo mucho más. Así que he pensado que hasta que me devuelvas todo lo que me debes, me quedaré con la chica. 

—No por favor Galván, te lo devolveré todo, lo prometo. Pero ella no… por favor. No tiene nada que ver con todo esto. 

—Lo sé, pero debido a que es tu secretaria y parece que le tienes un cariño espacial, me la quedaré y así me aseguraré de que no tardarás en darme lo que es mío. 

Dicho esto me volvieron a coger y me sacaron a empujones de la sala dejando a mi jefe tirado, medio  moribundo en el suelo. 

—Espera —Le dijo Galván al chico que me sujetaba —Ponle un vendaje en los ojos y amordázala, nada de escándalos. 

El chico le hizo caso e intenté resistirme sin conseguirlo, al final me puso lo que su jefe le pidió, después noté que me metían en un coche y este arrancaba. 

Un disparo a mi corazón. EDITANDOWhere stories live. Discover now