Capitulo 16: Juegos Peligrosos

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Entro con Helena agarrada por la cintura, la chica descasaba en su hombro izquierdo pero parecía lejos de allí, la dejo sobre el sofá, le giro la cabeza para que se miraran pero sus ojos no respondían. “Debería haber hecho caso al doctor”-se dijo.

-Helena ¡Eh! Mírame –y le cogió la cara con la mano un poco más fuerte pero no hubo reacción, seguía perdida. –Ya estás en casa conmigo, yo, Quino. –de pronto los ojos de ella reaccionaron le miraron muy dolida.

-¡Donde estabas! –le gritaba mientras le daba manotazos y las lagrimas salían de sus ojos. –Ha estado a punto de…-pero se cayó. Quino la abrazo, noto como lloraba con desesperación. “¡Joder Galván! ¿Por qué me llamaste?”- culpo a su jefe. La chica se separo un poco y le aparto la mirada, se medio levanto pero Quino la sujeto y la atrajo hasta el, después le limpio las lagrimas con sus pulgares y juntó su frente con la de ella.

-¡Ah! –se quejo. La brecha.

-Lo siento. –Dijo preocupado.-Te ha tenido que dar 6 puntos, la tenias muy profunda. –se la toco con mucho cuidado y fue bajando hasta su labio. –Lo vuelves a tener roto. –se dijo mas para sí mismo que para ella. –Perdóname Helena. Galván me entretuvo y cuando llegue…si se hubiera atrevido a hacerlo el muy cabrón, lo hubiera matado de la forma más dolorosa posible. –dijo con rabia. Ella le aparto la mirada y le dolió.

-Da igual.-susurro. –intente resistirme pero al golpearme en la cabeza me maree y perdí fuerzas luego me metió su lengua y –empezó a dar arcadas- era asqueroso no sabía lo que hacer estaba tan…perdida. –dijo con tristeza.

-Bueno pero por suerte solo fue un susto ahora estas aquí conmigo y no voy a dejar que nadie te haga daño. ¿Me oyes? Nadie. –la chica empezó distraída a tocarse el labio e hizo un gesto de dolor él le observaba con curiosidad. Deseaba besarlos…y lo hizo. Pero con suavidad casi un beso inexistente ella le aparto con brusquedad.

-¡No! –Grito. –no te das cuenta de que el muy cerdo me ha metido hasta el fondo su pringosa ¡lengua! –dijo con asco. Se levanto con rapidez y fue al baño corriendo. Desde el salón Quino le oía dar arcadas, asustado fue a verla, se quedo en el marco de la puerta mientras la miraba. La chica estaba en apoyada en la taza del váter con la cara descompuesta, se sujetaba el pelo con una mano al verle le miro con enfado.

-¡Vete! ¡No quiero que me veas así! –le grito mientras le cerraba la puerta en las narices. El se fue al salón y espero impaciente a que saliera pero al cabo de una media hora ya no pudo más y entro. La chica estaba hecha un ovillo. Se agacho a su lado y la atrapo entre sus brazos, lloraba pero un poco más calmada que antes mientras le masajeaba la cabeza con sus manos. Ella se separo un poco de él. Se miraron a los ojos, estaban llenos de lagrimas pero tenían algo especial que Quino no podía controlar “Me encantan sus labios, pequeños, finos, rosados y muy sensuales”-dijo entre el. Se fue acercando hasta que le rozo los labios los abrió y…

-¡No!-volvió a gritar ella que le pego un empujón y se deshizo de sus brazos. – ¡Solo soy un puto juguete! No solo para Leonardo sino también ¡para ti! ¡No quiero tus sucios besos me dan asco bastante tengo con tener que dártelos cuando finjo ser tu novia! –le grito.  Quino oyó el golpe de la puerta de su habitación. Se quedo pensativo por las últimas palabras dichas de ella, suspirando apoyo la cabeza en la fría pared, era verdad que Leonardo solo la quería para aprovecharse de ella para satisfacerse pero también para molestarle a él. Siempre le había tenido cierta envidia y desde que tuvieron un encontronazo hace varios años por culpa de un negocio  mal gestionado se llevaban peor, nunca se habían soportado pero desde aquel día Quino le hizo la cruz. Se miro el reloj eran las 12 de la noche se levanto con la mentalidad puesta en ir a verla, llamo dos veces con los nudillos en la puerta pero no hubo respuesta; le dio igual, entro. La chica estaba tumbada de espaldas a la puerta miraba con interés la luna llena que se veía desde la ventana. La luz bañaba su cuerpo cubriéndolo de luces y sombras haciéndolo más apetecible y sensual, se sentó en el borde de la cama e hizo que la chica se hundiera aun mas en el colchón. Le rozo el brazo pero ella lo aparto con brusquedad. “Genial, ahora por culpa del gilipollas de Leonardo discutiré con ella pero lo peor es que dormiré solo. Gracias” –se dijo con rabia

Un disparo a mi corazón. EDITANDOWhere stories live. Discover now