Capitulo 18: Confesiones inesperadas (1º Parte)

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Helena se removió incomoda. Llevaba toda la noche así, Quino estaba preocupado sabia que le dolían las rodillas por eso no paraba de pegarle alguna que otra patada. Se había despertado varias veces a lo largo de la madrugada ya que oía por lo bajo sus constantes quejos, el doctor Sánchez le dijo que quizás las primeras noches le subiría un poco la fiebre debido a los medicamentos y por eso podía llegar a delirar. Miro el reloj de su mesita eran las 11 de la mañana, ahora Helena perecía estar peleando a saber con quién,  la rodeo contra su cuerpo y se calmo. Por suerte no se despertó pero si pudo notar lo caliente que estaba, tenía fiebre. Se separo un poco de ella, los labios los tenía un poco abiertos  y muy mordidos todavía se le notaba el moratón que le pego Leonardo. De pronto ella abrió los ojos. Se miraron muy tiernamente y ella volvió a sonreírle.

-Buenos días rubita

-Buenos días moreno

El chico la sujetaba como si temiera que se fuera…a algún lado. Ella perfilo su cara con su mano y se detuvo en sus labios…quería besarlos pero se contuvo. Después alzo su vista a las ojeras de él.

-No te he dejado dormir. –Dijo con voz ronca –Lo siento. Me he movido mucho. Es que…

-Schuss –le puso su dedo en los labios. –No tienes que disculparte. –le dijo sonriendo.

Se quedaron en silencio. mirándose con un cariño poco esperado por parte de ambos. Si darse cuenta fueron acercándose hasta juntar sus labios. Se besaron de forma dulce y acompasada mientras que entrelazaban sus lenguas y saboreaban sus salivas. Después él le apretó con más fuerza y le dio un beso en la cabeza.

-Posesivo. –le dijo en broma

-¿Con que posesivo eh? –Le toco la nariz –Y tu eres una celosa. -La chica le miro desde la cama con ojos entre cerrados pero con una sonrisa.

-¡Qué va! Yo nunca he sido celosa. Soy una simpática selectiva que es diferente. –les dio por reír a los dos. –Además en que te basas para decirme eso

-Ayer. Cuando te dije que Marta era la asistente. –le dijo riendo. –No pusiste buena cara. Yo diría que no te cae bien.

-¡Qué va! Si es que te imaginas cosas –le dijo en broma –eres tan imaginativo

-Ya. Por eso me taladraste con la mirada. Con esos ojos verdes que tienes.

-Que noo. Mira que te tengo dicho que no veas pelis raras –otra vez volvieron a reírse.

-¿Qué te parece si nos levantamos y desayunamos? –le propuso el chico. Ella asintió. Antes de que pudiera levantarse él la levanto entre sus brazos. Al ver la cara que le puso dijo –No puedes andar, lo dijo el médico.

-Ya pero…antes me voy a duchar huelo fatal –dijo oliéndose la camiseta.

-Pero no puedes sostenerte en pie Helena.

-Sí que puedo. No mucho tiempo pero si. –A regañadientes el chico la llevo al baño, mientras que le traía la ropa ella se miro en el espejo. Hizo muecas de dolor cuando se paso el dedo por el labio –En serio ¿Qué tenéis contra mi labio? –Le pregunto al chico que acababa de llegar –Siempre me lo rompéis. No me podéis dar en otra parte, como en el estomago o así.

-Créeme es mejor que te lo den en el labio que no en donde has dicho. –le dijo serio. –Venga a la ducha

-¿Eh? Fuera no me pienso duchar con público.

-Pero…podrías caerte. O hacerte daño

-No. Además si me caigo así tienes una escusa para verme desnuda. –le dijo picara. –vamos vete si me encuentro mal te aviso, además vas a estar detrás de esa puerta con lo cual es como si estuvieras aquí dentro.

Un disparo a mi corazón. EDITANDOWhere stories live. Discover now