Capitulo 33: Regalos de Navidad

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El día antes de Nochevieja Quino dejo a Helena danzar por el jardín a su antojo, conocía a suficiente gente para no aburrirse además estaba convencido de que sacaría más provecho dejándola allí que en la habitación. El mismo se sorprendía de lo bien que se llevaba con todos aun sabiendo que no pertenecía a su mundo, se había adaptado tan bien que parecía una experta. La observaba desde la distancia ya que hacer negocios era su principal prioridad pero tampoco la descuidaba, vio como se acercaba hasta ella Di Matteo, la chica hablaba con el italiano como si lo conociera de toda la vida incluso le decía algo que la estaba haciendo reír, sin darse cuanta se puso celoso. Cuando termino de hacer lo suyo se dirigió a ellos.

-Quino –Dijo Di Matteo dándole la mano –Tu chica y yo estábamos hablando sobre lo bonita que es la casa de Orlando, le he dicho que espere a ver la mía. Quiero que la lleves algún día, para primavera hare mi fiesta y me gustaría que acudierais –Dijo el italiano con sinceridad

-Lo haremos Di Matteo. –Dijo Quino arrastrando las palabras – ¿Has visto al anfitrión?

-Sí, estaba con los ratones –Los dos se miraron y empezaron a reír

-¿Quiénes son los ratones? –Pregunto curiosa

Di Matteo le dirigió una media sonrisa –Son los que traen a las chicas –Ella le miro con el ceño fruncido –No se lo has explicado ¿verdad? –Quino negó –Entonces te lo dejo a ti. Ya nos veremos –Y se fue.

Ella se giro hacia él con el rostro de enfado –Las chicas…no son las del puerto. Sino…haber mañana después de tomarnos las uvas, de madrugada…las fiestas de Orlando son singulares Helena –No sabía ni como hablar.

-Deja de andarte con rodeos y háblame claro –Le dijo seria

-Veras…es que esto es difícil. Orlando trae a chicas para que luchen entre ellas, la gente disfruta con estas cosas…las que vencen se libran y las que pierden…

-Sigues sin hablar claro. ¿Luchar? ¿Cómo luchan? ¿De qué se libran?

El se pasó la mano por el cabello, estaba nervioso –Haber, ¿has visto el cuadro que hay al lado de la piscina? –Ella asintió –Son peleas de barro –La chica hizo un gesto de asco –En esas peleas vale todo, golpes, puñetazos, mordiscos todo con tal de librarte de lo que te pasara si pierdes. –Cogió aire –Las que pierden son violadas por todos los hombres de la fiesta. Las que ganan vuelven a su lugar de trabajo.

-¡QUE! ¡¡¡SOIS UNOS ENFERMOS METALES!!! –Le grito – ¡Pero qué asco dais!¿¿¡ Como podéis hacer eso!?? Tu no participaras –Le regaño

-Helena…

-Como participes despídete de volver a besarme, tocarme o incluso dirigirme la palabra. Sois repugnantes, pensaba que lo tenía todo visto pero al parecer todavía hay más sorpresas –Dijo. Y se alejo de su lado necesitaba despejarse, lo que pensaba hacer Orlando era demasiado. Ese hombre no tenía límites, su depravación era máxima. ¿Violadas? Violadas por todos los hombres de la fiesta. ¿Cuántos podría haber? ¿60? Resopló. Por la noche subieron a ducharse y a prepararse para la noche, Orlando pensaba dar un discurso de bienvenida a sus asistentes para desearles buena estancia en su casa y saludar a los que le faltaba.

–Ten –Le dijo ella dándole el regalo

El chico le miro sorprendido, no esperaba nada y menos de parte de ella. –No tenías porque.

-Lo sé pero…bueno que más da. Además si participas en eso que me has contado…volveremos a enfadarnos con lo cual me arrepentiré de habértelo comprado y te lo terminare tirando a la cabeza –Dijo riendo provocando que el también se riera.

Un disparo a mi corazón. EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora