Capitulo 11 Tristeza y dolor

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Los días pasaron igual de lentos y tristes que siempre. Por las noches apenas descansaba ya que lloraba sin parar y al día siguiente le dolía la cabeza, sus ojos verdes ahora eran manchas rojas y hundidas en ojeras de profundo color morado. Solo se levantaba para ducharse o para hacer sus necesidades la mayor parte del día estaba metida en la cama tapada hasta arriba y ella misma pensó que quizás estuviera mala ya que no era muy normal que se encontrara tan baja de moral. A Quino llevaba sin verle casi toda la semana y fue precisamente el jueves cuando el entro en la habitación y la vio durmiendo. No quería despertarla pero Galván deseaba verla, hablar con ella. Se acerco sigilosamente y como si notara su presencia ella se despertó, se miraron a los ojos un instante pero se notaba el cambio.

Los ojos de Quino eran de nuevo fríos, distantes incluso amenazantes tal como ella esperaba, su cuerpo estaba tenso y muy rígido y preparado para lo que fuera. Llevaba una camiseta negra de licra que hacía que se le notaran los abdominales y  un vaquero también obscuro.

-Levántate Galván quiere verte. –le dijo con voz tan fría que se podía cortar el aire.

Ella no pensaba obedecerle pero salió de la cama. En cuanto lo hizo él le cogió del brazo y la bajo hasta el despacho llamo a la puerta y su jefe le dio permiso para pasar. Quino entro con paso decidido y le insto a que se sentara en una de las sillas que había vacías. Galván estaba como siempre fumando su tabaco negro y los miraba a ambos un poco enfadado pero a la vez preocupado. Ella se tenso porque sabía que sus actos en la fiesta le iban a costar muy caros sobre todo lo de Orlando…y lo de Di Matteo…

-Quino me ha contado todo –dijo sin rodeos –No me gusto nada como te comportaste con Orlando por tu culpa casi pierdo a uno de mis mejores asociados  junto con todos los negocios…menos mal que pude convencerle sino…y con Di Matteo

-Con ese Italiano fue diferente yo…

-¡Cállate! –le ordeno. -No te he dicho que podías hablar. Pero no son solo esos comportamientos sino también tu intento de escapar y dispararle a ¡Quino! ¡¿Quién te crees que eres tú para hacer eso?! –Y dio un golpe en la mesa en la que ella se sobre salto -Mas te vale no volver a hacerlo porque te matara. Y luego otra cosa… ¡¿Cómo te atreves a vender algo que no es tuyo!? –le dijo gritando.

Ella no le miraba porque le intimidaba tenia la vista puesta en el suelo e intentaba calmarse ya que estaba muy alterada y sabía que podía contestar en cualquier momento. Quino estaba detrás, de pie y le miraba muy serio se arrepintió de haberle contado todo a Galván pero era su obligación de todas formas en parte ella se había ganado la bronca.

-¿Me estás oyendo? –le decía con ira en la voz.

Ella asintió pero seguía sin mirarle le tenía un poco de miedo…pero solo un poco.

-Quino me ha dicho que le dijiste que no pensabas quedarte con el dinero… ¿Entonces porque no le contaste nada?

Nerviosa levanto la cara y le miro a los ojos, se dio cuenta de que eran marrones, grandes y con unas pestañas muy largas que le hacían la mirada irresistible…era la primera vez que lo observaba con tanto detenimiento. Empezó a hablar con miedo.

-Yo no me iba a quedar con el dinero lo juro. No se lo dije porque estaba muy ocupado con…sus cosas y no quería molestarle además…fue pura casualidad en una de las veces que fui al baño me cogieron dos chicas y me amenazaron con –hizo una pausa al recordar ese día –cortarme el cuello si  no les traía lo que me pedían. Los días siguientes la gente se me acercaba para comprar y yo…se la vendía. Una chica me dijo que a veces les era más fácil pedir a la pareja que te vendiera que pedírselo directamente a…vosotros…

-Sí eso es cierto. –dijo Galván mirando a Quino. –La gente prefiere que les vendan la merca las parejas que no nosotros mismos. Pero igualmente si esas te amenazaron ¿Por qué no se lo dijiste a Quino? Y además podías haberte equivocado de droga, de todas formas no quiero que vuelvas a hacerlo a no ser que yo te de permiso o en su defecto él. Otra cosa el trabajo que tenías que desempeñar –eso le puso mucho más nerviosa. –Quino me ha dado la libreta que te llevaste…tengo que felicitarte me has dejado muy impresionado, no sé como lo has hecho pero has acertado con todo incluso te ganaste la admiración de personas que sinceramente pensé que jamás volvería a saber nada de ellas. Y la forma de ordenarlo todo, con comentarios y críticas…tienes mis felicitaciones. –ella asintió agradecida, pero no estaba contenta por tener que haber entrevistado a gente que no tenían nada que ver con ella ni con su vida. –En fin volviendo a la normalidad…mañana necesito que Quino y tú vayáis al banco tu jefe ha ingresado dinero y quiero que lo saques.

Un disparo a mi corazón. EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora