Capítulo 64: Pesadillas. (2/?)

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Punto de Vista de Liam:

—Te voy a dar de alta—dijo Danielle anotando algo en su libreta.—Podrás irte con Marie.

—¿Ella como esta?—pregunté. Sabía que Marie podía estar fingiendo estar sana para no molestar, pero aún así no podía evitar preocuparme por su salud, es decir, tuvo un bebé, dio vida a otro ser y en menos de dos semanas ya estaba de nuevo en pie, eso es simplemente ¡Wow!

—Ella esta bien—admitió.—Un poco descuidada pero bien.

—¿Descuidada?—pregunté mientras me sentaba en la cama. Mi espalda me dio un gran dolor. Era como un calambre que me recorrió desde uno de mis costados hasta mi nuca.

—¿Te duele algo?—preguntó nerviosa—Liam, ¿Te duele algo?

—No, no, no—forcé una sonrisa.—Estoy bien, fue sólo un calambre.

—Si te duele algo sólo dime, no puedo dejarte ir asi—me regaño.

—No, te juro que estoy bien—mentí.

—Bueno—hizo una mueca—Trae acá ese brazo para quitarte el suero.—Hice lo que me ordenó, sentí la aguja salir de mi brazo y luego un hilo de sangre recorrer mi extremidad.—Sujeta esto y no dejes de presionar o morirás desangrado. Llamaré a Marie.

Danielle se fue de la habitación, dejándome sólo con el silencio y el frío que caracteriza un hospital, camine a la ventana y me asomé por ella, en el patio había varios niños jugando, supongo que Marie había mandado cercar el lugar, ya que no era muy grande y tampoco estaba cerca de una ciudad.

Me recoste unos minutos en el sillón que estaba junto a la ventana, deje que el aire corriera y golpeara mi rostro, comenzaba a sentirse frío y las hojas de los árboles se estaban poniendo cafés y cayendo de estos, otoño, seguramente, eso quiere decir que mi cumpleaños ya ha pasado, no tengo más 22 ahora ya tengo 23 y supongo lo pase en ese infierno. Cerré mis ojos para dormir un poco más, pero los recuerdos no se iban.

Abrí lo ojos de golpe al notar que alguien llamaba a la puerta, pero no había nadie. Me asomé por la ventanilla y decidí mejor salir, peto en el pasillo no había nadie. Cerré la puerta y di la vuelta para sentarme de nuevo en el cómodo sillón.

—Quien...—dudé—¿Como entró aquí?—pregunté cuando vi a una mujer viendo por la ventana.

—Siéntate querido—dijo la mujer tomándome del brazo, su piel estaba fría.—Haré que Merry te traiga tu té—me sonrió y se marchó abriendo la puerta, mi corazón estaba acelerado. ¿Eso había sido un fantasma? ¿Ahora iba a ver a los malditos fantasmas?

Una chica pelirroja, piel blanca y ojos obscuros apareció, llevaba puesto un traje de mucama, uno muy antiguo por cierto.

—Su té—me dijo poniendo la taza junto a mi.—¿Quiere un poco de azúcar?—preguntó. No respondí y aún así ella puso dos terrones en la taza blanca.

De pronto y sin saber nada, la vi sentada en mis piernas, la chica se removía encima de mi, como quien no quiere ser tocado. Su ropa estaba rasgada y tenía un moreton en el ojo izquierdo, además de que había sangre en su labio y nariz.

—¿Te pusiste grosera otra vez?—preguntó la mujer. En la mano tenía un cinturón. La chica se levantó apresuradamente y se escabulló por una de las esquinas mientras la mujer la golpeaba. Los gritos de la chica eran tan fuertes, tan terribles.

Ambas desaparecieron y comencé a correr hacia la puerta, pero estaba cerrada, no podía salir de ahí y tenía mucho miedo por lo que acababa de ver.

—Hoy no voy a ser grosera—dijo la chica. Estaba muy despeinada, y sucia, bajo sus ojos había unas ojeras moradas y su vestido estaba lleno de tierra.—Hoy voy a ser una niña buena para usted, puerco—masculló. Me tomó de la mano, estaba fría. Me llevó hasta el sillón y me arrojó a él, no podía pensar en nada más que en el miedo que estaba sintiéndo, intente despertar, hacerme despertar, pero fue inútil, no estaba dormido.

La chica se quedó parada frente a mi y comenzó a bajar los tirantes de su vestido, se agarró la falda y dio una vuelta sobre su propio eje, en sus manos tenía algo brilloso que no podía ver bien.

—¿Te gusta lo que ves, Padre—preguntó. No respondí.—Que bueno, por que es la última vez que lo verás maldito bastardo.—chilló abalanzandose sobre mi, en su mano tenía unas grandes tijeras de plata, que sentí entrar en uno de mis ojos. La adrenalina y el dolor me invadió provocando que la empujara.

—¡Liam!—escuché una voz. Abrí los ojos y vi a Danielle en el suelo, Jules le ayudaba a levantarse mientras que Suss y Jo sólo me veían.

—Yo...—dudé. Me acerqué a ella y le ayude a ponerse de pie.—Lo siento.

—No importa, ¿Estas bien?—preguntó.—¿Qué te pasó?

—Estoy bien—mentí.

Punto de Vista de Marie:

—Él esta bien—aseguró Danielle.—Estará mejor una vez que su cuerpo haya desechado los medicamentos.

—Se pondrá bien—aseguré. Ella asintió.

—Ya puedes llevarlo a tu habitación.—Asentí y salí de la habitación.

—¡Marie!—la voz de Zayn me interrumpió de mi camino.—Misha quiere hablarte.

Caminamos juntos en dirección al patio trasero, en el camino nos topamos con varias personas que según me dijeron se hayaban a gusto en el hospital y no querían volver a las casas, por lo menos no por ahora, ya que aquí hay agua caliente, comida y camas, además de que la planta eléctrica esta cargada con luz solar, lo que nos permite tener calefacción en tres pisos del hospital.

—¿Qué pasa Misha?—pregunté.

—La comida se acabó—dijo.—La tienda esta vacía, Marie ya no hay nada.

—Tenemos que...—un grito me interrumpió.

—¡Marie!—gritó Harry.—¡Marie es Liam!

En Medio Del Apocalipsis. |L.P| *En Edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora