Capítulo 54: Fuga.

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Punto de Vista de Liam:

Después de que Sahara me contará su plan, Donovan no se había parado para nada por aquí, solamente me traían comida, me llevaban al baño y a la ducha, pero eso era rara vez. Mis heridas estaban cicatrizando lentamente, por lo menos la herida de bala en la pierna y aunque aún no puedo abrir bien el ojo sé que no esta tan mal. Aunque intentara hacerme sentir bien, estos últimos días la cabeza me ha estado matando, duele como si fuera a estallar, aun así confiaba en que todo saldría bien y por fin podríamos irnos de ahí, nos iremos a casa, con las personas que amamos.

– ¿Estás listo?–pregunto la chica.

–Sí–respondí tomando agua.

–Mañana por la mañana, Collins vendrá por ti y seguirán el plan al pie de la letra. –Suspiró– ¡No puedo creer que por fin nos iremos!–dijo estrujando mis hombros. – ¿Donovan ya no te ha golpeado?–preguntó viendo mi ojo.

–No, tiene días que no viene por aquí.

–Eso tiene sentido–balbuceo. –Lo hiciste papilla, el pobre hombre quedó tan golpeado y humillado que le da vergüenza salir de su casa.

–Se lo merecía–respondí.

–Gracias–dijo en voz baja. –Por arriesgar tu vida por mí, por defenderme de él–añadió antes de abrazarme fuerte. –eres mi héroe Liam Payne.

***

He estado impaciente toda la noche, me dejan dormir en una esquina de la bodega, sobre una colchoneta, pero hoy es uno de esos días en los que la emoción, el nerviosismo y el pánico no me dejan pegar los ojos. Me sentía tan feliz, por fin podría estar con ella, con mi hijo, con los chicos, finalmente volvería a casa...

Por la mañana nadie vino, fue hasta más tarde cuando un adolescente de unos 15 años vino por mí, abrió la puerta que llevaba al baño y entró conmigo, ahí estaba Collins, como había dicho Sahara.

–Trevor, revisa por fuera. Asegúrate de que no haya nadie mirando–ordenó. El chico acató sus órdenes y se marchó.

– ¿No estas nervioso? –le pregunté lavándome la cara con el agua que salía del grifo.

–No, este plan es muy secreto, además de que fue diseñado perfectamente.

Collins tenía mucha confianza en el plan, parecía como si supiera que saldríamos de ahí. Yo por mi parte no podía permitirme confiar plenamente, si, estaba ilusionado, anhelaba salir de ahí, pero no podía hacer mucha confianza. Trevor apareció por la ventana haciéndonos pegar un brinco a ambos.

–Está limpio, Señor–informó.

–Andando.

Me ayudó a trepar hasta la ventana, no estaba muy alto por fuera, pero por el interior si, crucé las piernas y bajé, el sol caló en mis ojos al principio, pero después se sintió bien, el calor en mi piel, el aire fresco golpeando mi rostro, el sonido de los pájaros y muchas otras cosas hermosas de las que se me habían privado. Collins trepó hábilmente hasta salir del baño. Cuando ambos hubimos estado a fuera, lo que seguía era llegar al camión que nos sacaría de ahí, el cual estaba lejos, según lo que se, el área de la cocina del campamento estaba en el otro extremo del lugar, o sea que para salir tendríamos que caminar por el campamento para llegar a la única salida que no era revisada.

–Toma–dijo Collins dándome una chaqueta militar. Me la puse para ocultar las manchas de sangre que tenía en la camiseta blanca. Aun así la gente me vería. Cuando dimos la vuelta en una de las grandes calles vi que la gente comenzaba a irse, tenían los autos preparados y se acumulaban en la puerta para que se les dejará salir.

–Mierda–masculló Collins. Mi corazón empezó a latir muy rápido, estaba tan nervioso sin saber por qué.

– ¿Qué pasa? ¿Algo anda mal?–pregunté.

–La gente, hace mucho alboroto, los zombies vendrán y serán muchos, debemos salir de aquí lo antes posible–ordenó. –Trevor, adelántate, diles que estén listos.

–Sí, señor–dijo el chico.

–Comandante Collins–dijo otro hombre, uno al que mi había visto, era militar, tenía el cabello a muy corto, era joven, unos cuantos años mayores que yo, y una gran cicatriz cruzaba su rostro.

–Señor–dijo él.

–Miller, ¿Que está pasando?–pregunto fingiendo interés.

–La gente reclama su libertad–informó –entonces dáselas, déjalos ir–respondió.

–¡Carajo! –gritó alguien.–¡Corran!–añadió señalando las bardas, los zombies habían conseguido treparlas y comenzaban a cruzar hacia la gente.

– ¿Puedes correr?–me pregunto viendo mi pierna.

–Señor, no creo que el teniente... Williams–dijo al ver la identificación de la chaqueta–pueda correr, llevémoslo en hombros.

–Buena idea–dijo Collins. – ¡Abran las malditas puertas!–les ordenó a los otros. Los soldados abrieron para que la gente saliera y se quedaron defendiendo.

En Medio Del Apocalipsis. |L.P| *En Edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora