Capítulo 55

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De camino, Nerea nos cuenta todo lo que sabe y debido a la escasa información que posee, decido llamar a Marcus. Necesito que alguien me explique con pelos y señales lo que está pasando. ¿Quién es ese ingeniero y por qué estaba desaparecido?

Mientras Marcus me narra toda la historia, ni siquiera parpadeo y comienzo a comprender todo. Nicolle y su familia serán detenidos en unas horas y si nadie hace nada, todo indica que será después de la boda. Valentin no puede casarse con esa arpía. Es capaz de aprovecharse de ese matrimonio incluso entre rejas.

—Oh, Dios mío —exhalo al colgar. Miro la hora y niego con la cabeza. Si Nerea no se da prisa, no vamos a llegar y tampoco puedo pedirle que corra más porque desde hace rato, ya estamos sobrepasando el límite de velocidad.

—Agarraos, chicas, que viene una recta. —Nos pide como si pudiese leerme la mente y Blanquita comienza a alterarse por el ruido del motor.

—Mierda, se va a mear —anuncia Julia—. Debemos parar.

—No hay tiempo —responde Nerea centrada en la carretera y, solo dos segundos después, veo aparecer el charco en la alfombrilla.

Presiento que va a ser un viaje muy largo.

Como imaginaba, la cosa cada vez se complica más y Blanquita, que no está acostumbrada a viajar, también vomita. Sin contar que al menos tres radares han disparado el flash a nuestro paso. Esas denuncias acabarán arruinándonos.

—Según el GPS, debe ser por aquí —comenta Julia y poco a poco nos adentramos en una especie de aldea—. Mierda, he perdido la señal. Aquí no debe haber cobertura...

—Um... Ahora entiendo por qué el teléfono de Valetin no emite ninguna señal... —digo refiriéndome a las más de seis veces que hemos intentado contactarle durante el viaje.

—Nada. —Toquetea la pantalla—. Nos hemos quedado sin señal. Por suerte estamos cerca y este lugar parece ser bastante pequeño. Solo tenemos que buscar la... ¡Eh! ¡Mirad! —Señala una preciosa ermita de piedra—. ¡Debe ser ahí!

—¡Sí! —exclamo al comprobar que es cierto. El aparcamiento está repleto de coches caros y algunos de los invitados, engalanados para la ocasión, esperan fuera de la ermita.

Nerea detiene el coche y mientras bajamos, observo cómo saca el bate de béisbol de debajo del asiento.

—¿Qué coño haces? Deja ese palo ahí. —Julia intenta impedírselo, pero no sirve de nada.

—No quiero. —Lo coloca sobre su hombro al más puro estilo Harley Quinn—. No sé vosotras, pero yo no pienso quedarme con las ganas de batearle la cabeza a esa zorra.

—¡Chicas! ¡Chicas! —Me tenso al escuchar aplausos dentro de la ermita—. ¡Qué no llegamos!

Julia y Nerea corren hacia el lugar mientras que yo me hago cargo de Blanquita. Por suerte siempre tenemos correas de sobra en el coche y utilizo una de ellas para sujetarla. Debido a mi enorme barriga, cuando intento alcanzarlas, mis caderas protestan y tengo que conformarme con caminar detrás de ellas. Cuando la perra y yo estamos a punto de alcanzar la puerta, escucho un grito y mi vello se eriza. Solo espero que Nerea no haya sido capaz de cumplir su promesa, porque golpear a Nicolle, por muchas ganas que tenga, solo podría traerle problemas.

—¡Alto! ¡Esta boda no se puede celebrar! ¡Es una farsa! —Escucho vocear a Nerea y me preparo para lo que me pueda encontrar. Nada más cruzar el umbral, la imagen parece sacada de una comedia romántica y niego con la cabeza observando la escena. Mi amiga, como si estuviese poseída, golpea varios centros de flores mientras se acerca al altar y los invitados, asustados, optan por apartarse mientras que otros tratan de escapar—. ¡Alimaña! ¡Sabandija! ¡Manipuladora! —Le grita a Nicolle y cuando Valentin, lejos de la reacción que esperaba, la abraza en un claro gesto de protección, mi corazón se parte en dos. ¿Por qué hace eso? ¿La quiere? ¿Ha estado mintiéndome todo este tiempo?—. ¿Qué haces, imbécil? —Nerea, visiblemente cabreada, le grita al darse cuenta de lo mismo que yo—. ¿Acaso ya te has olvidado del hijo que esperas?

Cupido, tenemos que hablarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora