Capítulo 29

5.8K 600 71
                                    

Durante varios segundos sostengo el teléfono en las manos mientras leo el mensaje una y otra vez. Tentada a preguntarle, trato de anular todas las ideas que se están formando en mi mente y, como puedo, comienzo a redactar una respuesta, sin embargo, las palabras parecen escapar de mi mente. Finalmente decido enviar un texto breve, sin estar segura de si será lo correcto y, mirando fijamente la pantalla, suspiro.

-¿Le has respondido? -Nerea se preocupa al ver mi rostro desde el espejo retrovisor.

-Sí, le he dicho que ya le avisaré.

-Eso suena a...

-A lo que es -No la dejo terminar-. Una excusa porque ahora mismo no sé si quiero verle. Ya estaba hecha a la idea de que todo había terminado, necesito mentalizarme.

De repente, un pequeño salto en mi barriga hace que me olvide de todo y colocando mi mano sobre ella, me quedo inmóvil. Una vez más vuelve a pasar lo mismo y, aunque sé que todavía es demasiado pequeño para notarle, soy más consciente que nunca de que albergo vida en mi interior. Emocionada sonrío y sabiendo que está comenzando una nueva etapa en mi vida, trato de contener las lágrimas, pero sin saber muy bien por qué, comienzo a llorar.

-Valeria... -Julia se asusta-. ¿Estás bien?

-Sí, sí -hipeo-. No es nada.

-¿Por qué lloras? ¿Te ha vuelto a escribir? -Nerea, preocupada, me habla sin apartar la mirada de la carretera.

-No. Es solo que me han entrado ganas de llorar y ya. Supongo que será algo hormonal.

-Es posible. A mi compañera Nati, que está a punto de dar a luz, le pasa igual. Tan pronto se ríe como está llorando. ¿Quieres que hagamos otra parada para que te dé el aire?

-No, estoy bien. Tranquila. -Seco mis lágrimas buscando calmarme-. Ha sido una semana muy intensa y llena de emociones, supongo que eso también ha tenido algo que ver.

-Seguro que sí. -Julia me entrega un pañuelo de papel-. Tu vida ha sufrido muchos cambios en apenas tres meses. Tu ruptura, el bebé, este viaje, Valentin...

-Ya lo creo -sorbo por la nariz a la vez que sonrío-. Me siento completamente desubicada. Solo espero que todo salga bien.

-Saldrá -afirma-. Ya lo verás. -Echa la mano hacia atrás para acariciar mi rodilla-. Entre las tres lograremos que así sea.

Ocho horas después, varias paradas y los mismos cambios de conductoras, gritamos emocionadas al entrar a nuestra ciudad y nos sorprende haber terminado el viaje sin más contratiempos. Somos un imán para los percances. Julia aparca justo debajo de nuestro edificio y nos parece más hermoso que nunca. Después de tantos días fuera, regresar a casa es lo más parecido a una bendición.

Mientras que Julia y Nerea se encargan de bajar las maletas, yo envuelvo al cachorro en ropa seca y subo a la casa con él. Son las seis de la madrugada, pero en un par de horas tengo intención de llevarle a una clínica veterinaria. Necesito saber si tiene chip. Si es así, es posible que sus dueños lo estén buscando, aunque me resulta extraño que ni siquiera lleve collar. Algo me dice que lo han abandonado. Ojalá me esté equivocando.

-Ay, Dios. Te has vuelto a hacer pis... -Es la cuarta vez que lo hace desde que lo encontré-. Tengo que bañarte. -Aviso a las chicas de lo que voy a hacer y cuando entro al baño, me doy cuenta de que nos dejamos la ventana abierta. Por suerte hay rejas y no ha podido colarse nadie. Siempre nos pasa. La cierro y cuando termino, ya han sacado todo del coche.

-Ohhh, pero si es blanco. -Nerea se acerca para acariciarlo. Estaba tan sucio, que hubiésemos jurado que era marrón.

-Blanca, he descubierto que es una chica -sonrío.

Cupido, tenemos que hablarWhere stories live. Discover now