Capítulo 42

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Tras pasar la mañana con Marcus hablando sobre el tema y valorando qué hacer, ambos llegamos a la misma conclusión: debemos mantener silencio por ahora e investigar por nuestra cuenta hasta que obtengamos más pruebas. No podemos arriesgarnos a que alguien se entere y se esmere en hacerlas desaparecer.

Aprovechando que está en España, decide dar una sorpresa a Nerea y, tras hablar con Valeria para que nos ayude, nos pide que vayamos hasta su casa. Tiene turno de tarde y todavía está metida en la cama. Llevan semanas sin verse y sabe que se volverá loca de alegría.

Mientras esperamos al taxi, Marcus se fija en una pequeña joyería que hay en la misma acera y decidimos entrar. Quiere llevarle un regalo a Nerea para que la sorpresa sea completa.

Mientras espero a que le atiendan, observo los colgantes que hay en una estrecha vitrina de cristal y me fijo en uno en especial. Un precioso corazón de oro, rodeado por piedras preciosas y con un Cupido tallado en el interior. Sin dudarlo ni un momento pienso en Valeria y le hago un gesto a uno de los dependientes para que lo prepare. Es una joya preciosa, pero sé que el mensaje que guarda le gustará aún más. Marcus finalmente se decide por unos elegantes pendientes de diamantes y cuando estamos terminando de pagar, un mensaje nos avisa de que el taxista ya está esperándonos fuera.

Durante el trayecto, el padre de Nicolle trata de ponerse en contacto conmigo por teléfono y, cansado, le quito el sonido. Ojalá le pudiese bloquear, pero eso solo lo empeoraría más y no tengo ninguna intención de que me arruine el día.

—¿Te puedes creer que estoy nervioso? —Confiesa Marcus frente a la puerta de Valeria mientras cambia el peso de su cuerpo de un pie a otro.

—¿Por qué? —río, aunque creo que lo sé, porque yo siento lo mismo. Cada vez que Valeria me mira, me toca o me sonríe, mi cuerpo reacciona de un modo desproporcionado, por no hablar de lo rápido que me late el corazón cuando, como ahora, sé que voy a verla. No creo en los hechizos, pero a veces he llegado a pensar que me tiene embrujado, porque no he podido sacármela de la cabeza desde la noche de los enamorados. ¿Será que Cupido se vengó de mí por fingir ser él?

—Hola —Valeria sonríe ampliamente a la vez que susurra para no hacer ruido—. ¡Qué alegría verte! —Abraza a Marcus y al apartarse este observa su barriga con la mano en la frente.

—Madre mía, Valeria. —Se sorprende al verla—. Te ha crecido una pelota en el ombligo.

—Más que crecerme, parece que me la he tragado —bromea.

—Como sea tan grande como el padre, prepárate. —Marcus me mira y, de pronto, abre los ojos tan grandes como platos—. Mierda... —dice al creer que ha metido la pata.

—Tranquilo, ya lo sabe. —Valeria media al darse cuenta.

—Dios, qué alivio. —Me mira.

—Que sepas que jamás te perdonaré el que me lo hayas ocultado. —Le anuncio fingiendo enfado.

—No me correspondía a mí... —Se disculpa—. Entiende que es un tema muy delicado...

—Creí que éramos amigos... —Aun sabiendo que tiene razón, vuelvo a meter el dedo en la llaga.

Es cierto que no era él quien debía decírmelo y ha sabido mantenerse al margen, pero en el fondo me duele que me haya ocultado algo tan importante.

—Y sabes que lo somos. —Aprieta sus labios formando una sonrisa—. Supongo que, si estás aquí, es porque al final te lo has tomado bien.

—¿Tenía otro remedio? —Junto las cejas y ríen.

En realidad, lo que más me costó aceptar fue descubrir que Valeria estuviese embarazada de otro. En mi cabeza eso me cerraba todas las puertas con ella y me rompió el corazón, sobre todo, cuando malinterpreté. Admito que enterarme de la verdad ha sido un gran shock para mí, pero en el fondo me siento más aliviado. A tal punto que hasta a mí mismo me tiene sorprendido mi reacción. Yo no quería hijos, lo tenía más que claro, huía incluso de los hijos de los vecinos, pero algo cambió dentro de mí cuando supe que este llevaba mi sangre. Es extraño, pero siento que ya lo amo y sería capaz de matar a cualquiera que quisiese hacerle daño.

Cupido, tenemos que hablarWhere stories live. Discover now