Capítulo 6

7.6K 683 85
                                    

—Valeria, esto no puede seguir así. —Julia está desesperada y ya no sabe qué hacer para sacarme del estado en el que me encuentro. Hasta mi familia ha notado que me ocurre algo y están planteándose venir a la ciudad solo para comprobar que estoy bien—. Apenas comes y vas a enfermar. No es sano que alargues esto más.

—Déjame. —Cubro mi cabeza con la almohada. Me niego a salir de la cama y Ucho parece pensar lo mismo que yo. Lleva días metido conmigo en la habitación. Sabe que me pasa algo. Por suerte las chicas se están encargando de él y lo sacan a pasear.

—No pienso dejarte. O haces algo ya o llamo a tu madre.

—Deja a mi madre en paz. —Sé que es capaz.

—Tú misma... Tienes diez minutos para presentarte en el salón o tiro de agenda. Nerea y yo queremos hablar contigo.

—¡Joder! ¿Y no podéis hablar aquí?

—No. Date prisa. —De un portazo cierra la puerta y resoplo con fuerza con la esperanza de que me oiga. ¿Por qué no entienden que quiero estar sola?

Cubro ahora mi cabeza con las mantas y cuando estoy a punto de volver a quedarme dormida, la escucho de nuevo.

—¡Te quedan tres minutos! —grita desde el otro lado de la puerta.

Inspiro profundamente, me siento en el borde del colchón y busco mis zapatillas de estar en casa. Me las coloco y en el momento en que me pongo de pie, mi espalda se resiente. Llevo tantos días en posición horizontal que estoy perdiendo la masa muscular.

En el momento en que pongo la mano sobre el pomo de la puerta Ucho salta de la cama y me sigue.

—Vaya... alguien ha decidido salir de la cueva —Nerea bromea.

—Por si no te has dado cuenta, me han obligado —replico.

—Siéntate. —Julia señala el sofá y hago lo que me pide. Cuanto antes acaben con lo que vayan a decirme, antes podré volver a mi cuarto—. Estamos preocupadas —Comienza la charla—. No sales, no trabajas, ni siquiera haces la compra y comes cuando te acuerdas. No puedes seguir así. O cambias esto o lo cambiamos nosotras, pero no vamos a permitir que te pudras entre cuatro paredes.

—Solo quiero un poco de tranquilidad, ¡tampoco pido tanto! —Froto mi cara exasperada.

—Llevas semanas disfrutando de tu tan ansiada tranquilidad, pero la cosa cada vez está peor. ¡Mírate! —Señala mi pelo—. ¿Cuánto hace que no te peinas?

—Qué más da. No tengo intención de ir a ver a nadie.

—Pues ese es el problema. ¿Y tus clientes? —Julia no se da por vencida.

—Les he dicho que estoy enferma.

—Llevas semanas mintiéndoles. ¿Qué crees que pasará al final? Vas a perderlos.

—Que hagan lo que quieran.

—Valeria... —Interviene Nerea—. Tienes que resolver ese conflicto interno ya porque te está matando. ¿Quieres tener al bebé o no? Se te está agotando el tiempo.

—Quiero que todo vuelva a ser como era antes. —Aprieto mis labios para evitar echarme a llorar.

—Pues cariño, siento decirte que eso no va a poder ser —se pronuncia Julia—. Al menos por ahora, y cuanto más alargues esto, más tardarás en volver a tu vida normal.

—¿Y qué hago? —Mi voz suena entrecortada. Si continúan presionándome así, sé lo que pasará.

—Decidirte.

—¡No puedo! —Trato de mantener una respiración calmada para no alterarme más.

—Estás ya de diez semanas...

Cupido, tenemos que hablarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora