Capítulo 3

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El sonido de mi teléfono me despierta y aunque estiro el brazo todo lo que puedo para alcanzarlo de la mesita, no encuentro ni la mesita ni el teléfono. Muevo una de mis piernas y noto que estoy colocada de una forma extraña. Debo de estar durmiendo del revés. Me siento en la cama tratando de enfocar, pero todo está oscuro y no veo nada. ¿Cómo diablos llegué a la habitación? No recuerdo nada. Mi teléfono vuelve a sonar y esta vez lo encuentro gracias al reflejo de su luz. Parece que está debajo de las sábanas. Cuando lo saco, su luz se vuelve más intensa y mis ojos se abren como platos al descubrir que el cuarto en el que estoy no es el mío.

—¡Dios mío! —grito espantada y algo se mueve a mi lado—. ¡Dios mío! —Vuelvo a gritar y, cuando la luz se enciende, no doy crédito a lo que veo.

MonDieu! (Dios mío) —Cupido parece tan asustado como yo. Su rubio cabello está totalmente despeinado y sus ojos parecen dos tomates.

—¿Qué ha pasado aquí? ¿Qué hacemos en esta cama? —pregunto a la vez que de un salto me levanto para apartarme de él. Al darme cuenta que estoy completamente desnuda, tiro de la colcha y me cubro con ella—. ¿Qué haces en esta cama conmigo? ¿Eh? ¿Eh? —Me mira confuso—. ¿Qué ha pasado? ¿Qué coño hemos hecho? —Lloriqueo—. Tú y yo no nos hemos acostado. ¡Dime que no nos hemos acostado! —De sobra sé que no me entiende, pero necesito desahogarme.

Merde... (Mierda) —Peina nervioso su cabello con las manos. Está comenzando a procesar lo que ha ocurrido.

—Esto es una mierda, ¿me oyes? ¡Una mierda! —Enrollo la colcha alrededor de mi cuerpo para cubrirme mejor—. ¿Qué he hecho? ¿Cómo he podido acostarme contigo? —Camino nerviosa por la habitación—. No digo que no estés bueno, que lo estás, y mucho eh, pero es que ni siquiera sé si me ha gustado porque no recuerdo nada. ¡Joder! Para una vez que hago algo así con un macizo y ni siquiera sé si he disfrutado. —Me detengo por un segundo y miro al frente—. Un momento... Tú... ¿tú has abusado de mí? Te has aprovechado de que estaba borracha y has abusado de mí, ¿verdad? Yo nunca aceptaría hacer algo así. —Pestañea sin dejar de mirarme—. ¡Maldito capullo francés! Pienso denunciarte. —Arquea las cejas a la vez que arruga la frente. No sé qué estará pensando, pero me da igual. Que intuya al menos que estoy enfadada—. Voy a contarle a la policía que me has... —Busco mi teléfono—. No sé qué voy a contarles, pero algo has debido hacerme porque yo nunca me he metido en la cama de nadie.

—Valeria —Varios golpes en la puerta me sobresaltan—. Valeria, ¿estás bien? —La voz de Julia suena al otro lado y corro para abrirla.

—¡Dios mío! —exclamo al verla. Parece un jodido zombi con el pelo cardado— ¿Qué... qué te ha pasado? ¿Por qué estás tan... desaliñada?

—¿Tú que crees? —Miro tras ella y al ver a Nerea dormida en un amplio sofá, junto al chico de color, varios flashback me golpean la mente.

—Mierda... —balbuceo al recordar parte de lo ocurrido la noche anterior—. ¡Mierda! —Cubro mi cara con las manos. Cuando el club estaba a punto de cerrar, Cupido nos invitó a terminar la fiesta en el hotel en el que se alojaba con sus amigos y acabamos todos como cubas—. ¡Ay Dios mío, Julia, qué me he acostado con él!

—Lo sé, querida. Lo sé... —Julia masajea sus sienes con una mueca de dolor—. Y los vecinos de la habitación de al lado seguro que también.

—¿Qué?

—Sois unos jodidos escandalosos —Ahora aprieta el tabique de su nariz.

—¿Qué?

Hace el intento de marcharse y la sujeto por la ropa. Necesito una explicación.

—¡Déjame! Me duele hasta el alma. No he bebido tanto en mi vida.

—Julia, por tu madre. Dime ahora mismo qué pasó anoche.

Cupido, tenemos que hablarWhere stories live. Discover now