Capítulo 50

5.3K 528 39
                                    


Marcus me mira con los ojos agrandados y yo hago lo mismo. No damos crédito a lo que acabamos de escuchar. ¿Qué han hecho con él? ¿Qué ha querido decir con eso? ¿Acaso se han atrevido a acabar con su vida? Esto se ha vuelto demasiado turbio y debemos actuar con mucha precaución. Las autoridades deben estar informadas y no podemos demorarlo más.

—Espera un momento, hija. Necesito hablar con el vigilante. —Entendiendo que viene a la sala donde nos encontramos, con rapidez buscamos un lugar para escondernos y, como podemos, nos embutimos detrás de la puerta—. Enrique —Asoma su cabeza y puedo verle a través de la rendija que queda entre la pared y el marco—. No está aquí. —Le dice a Nicolle—. Debe estar dando una vuelta por el edificio.

—Viene por ahí —le avisa su hija y esperan.

—Señor —el vigilante le saluda al llegar—. Disculpe, estaba en el otro ala. Valentin me llamó para pedirme que buscase una fuga.

—¿Una fuga? —Hace una pequeña pausa antes de continuar—. ¿Valentin ha estado hoy aquí?

No suelo venir y eso le extraña.

—Sí, señor. Estuvo aquí con su amigo hace aproximadamente una hora, pero ya se fue.

—¿Con su amigo? ¿Y a qué vinieron?

—No lo sé, señor.

—¿Viene mucho con él?

—Umm... juntos no. Los habré visto un par de veces más en todo el tiempo que llevo aquí, pero su amigo sí se pasó hace poco por la oficina.

—¿Cuándo?

—Hace... no sé, unas semanas, quizás —duda—. El señor Valentin le encargó recoger unos informes mientras estaba en España y me pidió permiso para entrar.

—¿Te dijo qué informes eran? —No para de intentar sonsacarle y eso me preocupa.

—No, señor. Ni yo tampoco le pregunté.

—Entiendo... —Piensa por unos segundos—. ¿Y dónde dices que está esa fuga?

—Dijo que en el otro ala, pero no especificó mucho más.

—Qué extraño... —Me tenso al notar que comienza a sospechar—. Llámale y pregúntale en qué zona se encuentra. Revisaré yo mismo.

—Claro —El vigilante saca su teléfono y mi corazón martillea tan fuerte en mi cabeza, que por un momento dejo de oír. Saco mi teléfono del bolsillo tan rápido como puedo y cuando intento desbloquearlo para quitarle el sonido, se me resbala de la mano y cae al suelo. Por suerte, logro amortiguar el golpe con la puntera de mi zapato y apenas hace ruido. Marcus me mira aterrado y con un cuidado extremo, me inclino despacio para cogerlo, pero al notar que la puerta se mueve conmigo, no me queda más remedio que dejarlo donde está y rezar mentalmente sabiendo que estamos perdidos. El sonido de las llamadas nos delatará—. De todos modos... —continúa explicándole mientras busca mi número—, hablé hace unos minutos con el servicio técnico y estaban aquí al lado, así que no deberían tardar en llegar.

—Ah, vale. Pues entonces que se hagan cargo ellos.

—Sí. Es lo mejor. ¡Mire! —Señala hacia la puerta—. Creo que ya están ahí.

—De acuerdo, estaré en mi despacho. Cuando sepas algo, avísame.

—Por supuesto.

El vigilante se marcha y cuando creo que ya ha pasado el peligro, habla de nuevo con su hija.

—Entra y coge las llaves.

Los huevos que antes me pellizcó Marcus y que hace tan solo unos segundos tenía de corbata, vuelven a subir a mi garganta cuando Nicolle entra en la sala y me aprieto más contra mi amigo, sin embargo, el espacio es tan pequeño que apenas cabemos y por más fuerza que hago, no puedo evitar que un brazo y una pierna se me queden fuera. Por suerte, los rezos parecen surgir efecto y sin apartar la mirada de su teléfono, coge las llaves y se marcha sin vernos.

Cupido, tenemos que hablarWhere stories live. Discover now