Capítulo 49

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¿Qué hace aquí? ¿A qué ha venido? Intento levantarme para que me lo aclare y Marcus al ver mis intenciones, lo impide sujetándome por la ropa, pero calcula mal y en vez de agarrar la tela, agarra mis testículos. Al darse cuenta, me mira asustado y cuando mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas, coloca su mano en mi boca para obligarme a guardar silencio. El dolor aumenta y aguantando como puedo, me mezo.

—Esto sí que es raro —La escucho balbucear—. El vigilante no está, las cámaras desconectadas y ahora esto... ¿Quién puede haberse dejado la puerta abierta?

Deja el bolso sobre la mesa en la que estamos escondidos, camina por la habitación y, decidida, comienza a retirar un par de muebles.

—¿Qué coño hace? —Vocaliza Marcus en mi dirección y confundido, solo puedo levantar los hombros.

—Dios, cómo pesan. —Se queja al tiempo que los empuja y, a diferencia de nosotros, ella sí sabe lo que busca—. Aquí estás... —Levanta la alfombra y sin hacer ningún esfuerzo, desprende una de las baldosas.

Vuelve a por algo a su bolso y al apartarse, deja al descubierto una especie de caja fuerte incrustada en el suelo. Al verla, la sangre se me hiela y mi respiración se acelera tanto que temo que nos descubra. ¿Cómo sabía que esa caja estaba ahí? ¿Y por qué se mueve con tanta agilidad en un despacho que se supone que no es el suyo? Los padres de Nicolle nos tienen totalmente prohibida la entrara.

Marcus me mira y por la expresión de su rostro, sé que está pensando lo mismo que yo, pero solo puedo negar con la cabeza. No puedo aceptar que esté implicada en algo tan grave. Admito que algunas veces no ha hecho las cosas de la forma correcta, pero esto es demasiado.

Mi madre regresa con un papel arrugado en sus manos y cuando teclea el código en el sistema de apertura, mi vello se eriza. En el momento en que la caja se abre, no puedo más y salgo de mi escondite para enfrentarla.

—¿Qué cojones se supone que es esto? —Debido a la impresión, mi madre tiene que sujetarse a uno de los muebles para evitar caerse. Sabe que la he descubierto y se puede apreciar el temor en sus ojos.

—Valentin, hijo... —Asustada, mira hacia la puerta—. ¿Qué haces aquí? Creí... Creí que estabas con Marcus...

—¿Que qué hago yo aquí? No, mamá, ¿qué haces tú aquí? —Ni siquiera me molesto en calmarme. Estoy tan alterado que me da igual que nos descubra el vigilante—. Vas a tener que explicarme qué es lo que guardas ahí, porque esto es demasiado sospechoso.

—Te estás confundiendo, Valentin. —Se echa hacia atrás a medida que me acerco—. Esa caja no es mía. Yo ahí no guardo nada...

—¡Pero si acabamos de ver cómo la ha abierto! —Marcus sale de su escondite y los ojos de mi madre se agrandan todavía más.

—¿Marcus? ¿Tú... tú también estás aquí?

—Sí, señora. Yo también estoy aquí y ya puede tener una buena excusa para esto.

—Valentine, hijo. —Busca apoyo en mí y niego con la cabeza—. Esto es un error... Solo vine a confirmar una teoría.

Marcus camina hacia la caja y en el momento en que comienza a sacar todo lo que hay dentro, mi madre deja de hablar para observarle y cuando intenta hacerse con una de las carpetas, me adelanto.

—¿Esto es lo que quieres? —Se la muestro y al darme cuenta que alguien ha escrito sobre ella las palabras "Planos mecánicos", la abro. Reviso lo que hay dentro y al ver que se trata de unos planos antiguos, decido cerrarla de nuevo, pero mi madre lo impide colocando su mano sobre ella.

—Espera. —Me pide acercándose más—. ¿Qué es eso de ahí? —Señala una página en la que hay una pequeña marca. Me quita los planos de las manos y los revisa con tanto esmero, que solo puedo prestarle atención—. ¿Y esto? —Parece ver algo que yo no—. Dime si esto es una flecha, hijo. —Me los acerca y extrañado asiento. Ni siquiera sé por qué le estoy haciendo caso cuando todavía nos tiene que aclarar muchas cosas, pero es cierto, parece que alguien ha escrito algo sobre ellos y después ha tratado de borrarlo—. Estos planos tienen todos los fallos de los coches marcados... —Cubre su boca con la mano—. Dios mío, Valentin... Mira esto. ¡Son indicaciones para cambiarlos! Alguien lo anotó a propósito para manipularlos —susurra en alto y Marcus y yo nos miramos—. Lo sabía. Sabía que nuestro trabajo estaba bien desde el principio. Fueron ellos quienes nos boicotearon.

Cupido, tenemos que hablarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora