Capítulo 16

6.3K 622 52
                                    

—¿Cómo va todo? —Pregunto nerviosa al ver que no habla. Necesito que me diga de una vez cómo está el bebé.

—Dame un momento. —Arruga su frente y mi corazón late a mil por hora.

Mueve de un lado a otro el ecógrafo y solo puedo contener la respiración.

—¿Se puede saber el sexo ya? —Escucho a Nerea.

—No, para eso aún es pronto —responde mientras continúa con el ultrasonido—. Veamos... —Se detiene y cuando me mira, me pongo todavía más nerviosa—. Hasta donde he podido observar, el embrión está vivo, tiene latido y el sangrado, de momento, es leve. —Me entrega un trozo de papel de celulosa para que me seque—. Puede deberse a varios factores: un cambio hormonal, estrés... y lo más preocupante, una amenaza de aborto.

—Ay, no. Eso no. —La angustia habla por mí—. ¿Qué debo hacer para evitarlo?

—Reposo absoluto.

—¿Cómo?

—Mientras dure el sangrado, no debes moverte de la cama excepto para ir al baño.

—¿Qué? No puedo hacer eso. —Miro a mis amigas—. Estamos en un país que no es el nuestro. ¿Cuánto tiempo debo estar así?

—Pueden ser días o incluso semanas. Todo depende del sangrado.

—¿Qué? ¿Semanas? —Pongo la mano sobre mi pecho— ¿Puedo al menos regresar a mi país?

—Me temo que no. Si quieres seguir adelante con la gestación, debes cuidarte. Si es una amenaza como me temo, un viaje de esas características podría provocarte el aborto espontáneo.

—¿Y en avión? Sería mucho más rápido.

—Aún peor, los cambios bruscos de la presión atmosférica podrían tener consecuencias fatales para el embrión.

—Oh, Dios mío. —Vuelvo a mirar a mis amigas y están tan impactadas como yo—. ¿Cómo lo vamos a hacer?

—Tranquila, Valeria —Julia es la primera que habla—. Nos las arreglaremos como sea. —Intenta calmarme.

—Lo único que puedo hacer es darte cita para dentro de unos días y vemos cómo sigues —dice al notar mi angustia—. ¿Cuándo teníais pensado regresar?

Le explicamos que estaremos por aquí una semana y me agenda para consulta un día antes de nuestra supuesta marcha. Me da algunas indicaciones más y, tras aconsejarme que me cuide en un futuro para que no vuelva a ocurrir, como si no hubiese aprendido ya la lección, pago la visita y salimos de la consulta con la ecografía en la mano.

—Ay, qué mono. Fíjate, para ser tan pequeño se le distingue muy bien la cabecita. —Nerea se detiene para mirar la imagen con amor—. Hola, cariño —Le saluda como si pudiese escucharla—. Si todo sale bien, nos lo quedamos, ¿verdad? —Me mira.

—Nerea, por favor —Julia le riñe—. Déjala respirar un poco.

—Lo único que tengo claro ahora mismo es que no quiero que le pase nada —declaro, porque es la verdad. Estoy comenzando a sentir un gran amor por esa pequeña vesiculita—, pero no estoy preparada para criarlo sola. Si logra salir adelante, debo pensar en lo mejor para él.

—¿Eso quiere decir que... lo tendrás? —Sus ojos brillan.

—Todo depende de lo que ocurra. —Acaricio mi barriga—. Si está de nacer, nacerá. Después de haberle escuchado, ya no tengo valor para deshacerme de él.

—¡Oh, Dios mío! —Me abraza—. ¡Voy a ser tía!

—Vamos a ser tías. —Julia me abraza también—. Eres muy valiente, Valeria, y vamos a apoyarte hasta el final.

Cupido, tenemos que hablarحيث تعيش القصص. اكتشف الآن