L: fotografías

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Narra _____ Vera

Desde que puse un pie en esta bulliciosa ciudad de Nueva York, los días parecen transcurrir a paso de tortuga. Mi estudio de fotografía ha experimentado un éxito notable desde que comencé a trabajar aquí, y eso me llena de alegría y satisfacción. Sin embargo, no puedo evitar sentir tristeza por Chesster. Aunque intento mantenerme ocupada y concentrada en mi trabajo, hay momentos en los que la soledad se apodera de mí y siento una inmensa necesidad de llamarlo para intentar arreglar las cosas.

La vida en esta gran ciudad puede ser abrumadora y encontrar consuelo en medio del caos no siempre es fácil. A veces, mientras miro por la ventana de mi nueva casa, me invade una sensación de vacío. Extraño la compañía de Chesster y anhelo que las cosas vuelvan a ser como antes. Pero también sé que necesito tiempo para sanar y encontrar mi propio camino.

Hoy ha sido un día particularmente agotador. Las sesiones fotográficas se han acumulado y he trabajado incansablemente desde las 6:00 a.m, cada clic de mi cámara ha sido una pequeña victoria, pero también me ha recordado lo mucho que echo de menos tener a Chesster a mi lado ayudándome con las cuentas, después de todo era mi contador.

Di un suspiro cuando Lupo salió de la bodega, estoy a punto de cerrar el estudio y eso me da mucho alivio.

— He dejado todo preparado para la sesión de Yelena Álvarez y su bebita, será la primera sesión del día. — aviso Lupo acomodando su mochila.

Sonreí guardando las cámaras en sus cajas, — Muchas gracias, Lupo.

— Mañana me pasó por el Starbucks, te traeré tu café negro sin azúcar, tal vez me subes el sueldo. — rechistó.

— Si llega frío como la otra vez, te pagaré menos. — bese su mejilla, — Que te vaya bien.

— !Adios, Cariño! — gritó Natalia bajando las escaleras.

Lupo sonrió y salió dando saltitos, Natalia y yo reímos.

— ¿A que horas te vas, Jefaza? — preguntó ella ayudando a guardar los cables.

— Solo haré recuento del inventario y me iré a casa. — dije dejando las cajas en el estante.

La vi bajar una caja y sacar un lente roto, — El lente de la Olympus nos ha dicho adiós por la tarde, también hay que ver lo de las luces que han estado fallando últimamente.

Asentí, — De acuerdo, deja que vea ese lente primero, un problema a la vez. — lo tome entre mis manos, — mmmh... Parece que el lente necesita ser reparado o reemplazado.

— Estoy de acuerdo. ¿Crees que podríamos arreglarlo nosotros mismos o deberíamos llevarlo a un profesional?

Negué devolviéndole el lente, — Yo no me arriesgaría a hacerlo nosotras mismas. Sería mejor llevarlo a un profesional para que lo reparen.

— Entonces mañana a primera hora le llamaré a Danilo para que la repare.

Vi a la chica guardar la cámara y dejarla en su lugar, seguido de tomar sus cosas y regalarme una sonrisa para después marcharse.

Me giré con rapidez para revisar el stock y asegurarme de que todo estuviera en su lugar. Sabía que tenía que hacerlo antes de ir a la bodega para sacar lo necesario de las primeras tres sesiones de la mañana. Desde que llegue la organización ha sido mi refugio, pero hoy estaba especialmente nerviosa porque necesitaba llegar un poco tarde a la sesión de fotos, quería descansar.

Mientras acomodaba los sets de fotografías, escuché la campana sonar. Me pareció extraño por la hora, ya que acababa de cerrar. Me quedé inmóvil por un momento, tratando de decidir si debía ir a ver quién era o simplemente ignorarlo finalmente me giré con uña sonrisa.

100 Días Para Enamorarte. || Joel De Leōn Y Tú ||Where stories live. Discover now