VIII: Nunca más

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Narra Joel

17 de diciembre

Día 1

— ¿Y? ¿Luzco como alguien a quien le darías empleo? — cuestiona denforma jocosa.

Intente no sonreir ante su sonrisa tonta, — Luces como alguien para nada profesional.

— ¡Exelente! Entre más informal más confianza se genera.

Volqué los ojos, — Solo sube al maldito auto y deja de hablar.

— ¿Y si no subo que? — me mira enarcando una ceja.

— Ese ya no es mi problema, si no quieres ir conmigo pues entonces llamo a Wiswell para que te lleve.

Se cruza de brazos, se veía tan malditamente tierna viéndome desde su 1.60 cm de altura, se sentía tan poderosa e intocable que me causaba gracia, ella y sus ansiosos y enormes ojos viéndome de forma molesta.

La odiaba.

Sin duda la odiaba.

Odiaba su forma de mirarme, odiaba su sonrisa, odiaba cuando me retaba, odiaba cuando me miraba de forma maliciosa dándome a entender que había ganado, odiaba pensar que era mejor mejor que yo, odiaba necesitar ayudarla...

Y si, era de admitir que yo siempre la he odiado, mientras estaba en Nueva York la odiaba, cuando estaba en Boston la odiaba... odiaba querer verla, odiaba que estuviera lejos, odiaba que fuera la hermana de mi mejor amigo...

Odiaba que ya no fuera una niña...

Odiaba que se haya convertido en una mujer a la cual me follaría duro.

Subí al auto ignorando su berrinche por completo, segundos después la puerta a mi costado se abrió de reojo la vi subir aun con sus brazos cruzados, se hundió en el asiento y sentí su mirada en mi cuando encendí el motor, cuando la mire me percate de algo.

— Ponte el cinturón de seguridad. — adverti.

La vi intentar alcanzar el cinturón que estaba a solo unos centímetros atrás de su asiento pero con sus bracitos jamás iba a alcanzarlo, volqué los ojos y me acerqué a ella para tomar el cinturón y colocarselo, mi cuerpo se tenso cuando mi rostro estuvo a milímetros del suyo, sus mejillas se tornaron carmesí y su respiración choco con mis labios, cerré los ojos y me aleje para finalmente abrocharlo a su costado.

Puse en marcha el auto tratando de no pensar mucho en como se sintió tenerla así de cerca, apreté el volante con fuerza sin apartar la mirada del camino, ahora me pregunto si fue buena idea hacer esto después de tanto tiempo de no verla, Johann me lo dijo tantas veces que de tantas solo podía escucharlo a él diciéndome que con su hermana no me metiera jamás pero desde siempre se me ha complicado esa vaga promesa que le hice un día después de volver a Boston.

— No llego a tiempo. — murmure lanzandome a la cama.

— Sabemos que no mereces a _______, tú y yo sabemos que esto es lo mejor para los tres.

Reí entre dientes, — Johann, esto no se trata de ti.

— Pero se trata de mi hermana y sabes que te quiero pero nunca voy a dejar que este con alguien como tú.

Tense la mandíbula al escucharlo, — Lo tengo claro, pero ella no llego y yo no voy a volver a Nueva York, nunca más.

— ¿Nunca más? Dijiste que volverias en cinco años...

100 Días Para Enamorarte. || Joel De Leōn Y Tú ||Where stories live. Discover now