XIX: La culpa

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24 de Enero

Día 40

12:42 a.m

Habían pasado dos semanas desde que me fui de la casa, las cosas no se sentían livianas ni mucho menos, dolía, dolía el como habían pasado las cosas dolía el saber que yo sentía de todo por él y él ni siquiera hacia el más mínimo esfuerzo por quererme y ya ni siquiera sabia por que mi cabeza creía que él se tendría que esforzar, seamos sinceros, no puedes obligar a una persona a amarte así como no puedes obligarte a ti misma a ya no hacerlo.

El reloj marcaba pasada la media noche y yo aun seguía aquí, con la mirada puesta en el techo, el sonido de la ciudad se escuchaba más fuerte que nunca, no pude conseguir un hotel lejos de el bullicio, pero finalmente encontré uno a muy buen precio que quedaba justo en el centro de la ciudad, yacía días no podía dormir tranquila.

No podía hacerlo por la forma tan brusca que mi mente me recordaba el como sucedió todo.

— ¿Y si mejor lo piensa señorita? — dice Martha a mi lado ayudándome a empacar.

Mis ojos estaban rojos y llenos de lágrimas tanto que dolían, mis mejillas dolían y hasta la mandíbula, el pecho, la cabeza...

El corazón.

Negué cerrando la valija, — No, Martha, no tengo nada que pensar.

— ¿Y dónde se va ir?

— Aún no lo sé. — expliqué bajando ambas maletas de la cama.

Deje a la mujer con la palabra en la boca y salí, una maleta colgaba de mi hombro y la otra tenia ruedas así que la podía llevar fácilmente, se que me arrepentiría luego, pero para ese entonces ya habrá sido demasiado tarde, para ese entonces Joel se dará cuenta de que no me necesita después de todo nunca lo ha hecho y solo han sido ideas mías.

Él se detiene frente a mi cruzado de brazos, — No hagas esto.

— Quítate. — hablé tajante.

Ladea la cabeza, — No puedes dejar que esto que paso nos joda, ya no volverá a pasar lo prometo.

— Si, de eso estoy segura... yo me encargaré de que así sea.

— Si, okay haz lo que quieras, ódiame e ignorarme pero no te vayas, no tienes que hacerlo.

Sus ojos se habían hecho de un café claro, era  tan maravillosa la forma en la que cambiaban de color dependiendo de su estado de ánimo y ahora parecía triste o decepcionado, no lo sé, no lo sabría y no me importa.

— Déjame ir, no tengo nada que hacer aquí.

— No sabes eso.

— Y no quiero saberlo, solo quiero irme y estar lejos de ti ¿Podrías entender eso?

Niega, — Pues no dejaré que hagas esto.

Sentí como algo en mi se rompió y las lágrimas bajaron, — Ni siquiera puedes respetar mis decisiones... ¿Cómo quieres que me quede aquí contigo si me lastimas de esta forma?

— Yo no

– Si, tienes razón se que jamás estarías con la asquerosa hermana de tu mejor amigo lo tengo claro, me lo has dicho todo el tiempo pero hay algo que no entiendo, si eso es verdad ¡¿Por que diablos volviste?!

100 Días Para Enamorarte. || Joel De Leōn Y Tú ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora