XLV: Susurro

162 12 30
                                    

Narra _____

Mi corazón estaba latiendo como nunca, miraba el rostro de mi ahora prometido y luego la sortija en mi dedo, las personas acercándose a mi para felicitarme, sonreí por que era lo único que podía hacer, y entonces entre todo el alboroto me pregunté a mi misma.

¿Quería casarme?

¿Quería casarme con Chesster?

Yo estaba feliz, claro que lo estaba y sobre todo por que si no me habían elegido para tomar las fotografías era por que sería mi propuesta de matrimonio no por que era una pésima fotógrafa.

— ¡Parabens, bella mía! — el señor Labouff quien hace unos minutos me había hecho sentir lo peor se acercó a felicitarme.

Sonreí, — Gracias...

Estaba un poco resentida.

— Después de esto puedes proceder a tomar todas las fotografías que deséese, siempre serás bienvenida en mi revista.

Dijo marchándose.

— Oh, ¿tú planeaste todo esto? — lo mire acusándole con los ojos entrecerrados.

El ojiverde besó mi mejilla, — Necesitamos algo de emoción.

Reí.

Al levantar la mirada lo vi, a él y a ella.

Trague grueso.

<<

— ¿_____? — escuche decir a mi costado.

Me quede muda.

Inmóvil.

Estupefacta.

Se miraba diferente, muy diferente, quizá por la extraña barba que tenía adornando su antes rostro lampiño, o quizá era su cabello peinado de diferente forma o tal vez que tenía unos dos que tres kilos de más que le hacían parecer un poco mayor de lo que recordaba que era o es que habían pasado 4 años desde la última vez.

Suspire y sonreí, — Johann.

— Vah... has cambiado. — dijo entre un suspiro nostálgico.

Mire el piso de mármol un momento antes de responder.

— Tú igual. Estas diferente. — fue lo que pude decir sin siquiera una sonrisa.

Él parecía atascado en lo que quizá diría y a mi se me formó un enorme nudo en la garganta, esa presión en el pecho y unas inmensas ganas de llenarme los brazos con su figura en un abrazo pero no me atreví. Él tampoco lo hizo.

Asentí finalmente, — Bueno, es bueno verte, Johann.

— Si, Igualmente.

Era como si hubiéramos perdido toda la conexión que tuvimos alguna vez.

Sus ojos estaban diferentes, con más brillo pero se sentían vacíos como sin vida y aún que en mi corazón me dolió no correr a abrazarlo yo sabía que ninguno de los dos nos conocíamos, él ya no era el hermano con el que jugaba a la pelota en la sala de estar. Era una persona diferente a la que yo ya no podía abrazar como hace unos años.

>>

Y ahí estaba otra vez, esta vez no estaba solo, traía un pequeño rubio de sonrisa preciosa de la mano, ambos se reían de lo que parecía ser una graciosa galleta de chocolate. No espere que se acercaran a mi.

— Felicidades. — dijo entre una sonrisa simpática. — A ambos.

Chesster sonrió y le dio la mano, — Muchas gracias.

100 Días Para Enamorarte. || Joel De Leōn Y Tú ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora