Welcome back🏎 (1)

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La música suena acartonada y lejana desde el baño en el que estoy. Me veo en el reflejo. Me siento mal pero me sigo viendo fabulosa. Mi pequeña cámara cuelga de mi cuello, la memoria estaba saturada desde hace rato, entonces es un peso muerto. Acomodo un poco mi cabello antes de regresar nuevamente a la fiesta, mi labial está desprolijo, y mi rímel, un poco corrido.

El penthouse está abarrotado, casi no se puede caminar. ¿De quién es? ¿Sheila? No, nos fuimos de la fiesta de Sheila hace 2 horas, creo que es el departamento de Scott, ¿o Neil? No recuerdo, mi último recuerdo no borroso comienza a difuminarse en mi memoria gracias al último trago que acabo de tomarme.

Después de no encontrar a mis amigos decidí irme de ahí. Bajé por el elevador sintiéndome mareada. Me subí tamborileando a mi auto; un Ferrari rojo que llama la atención más que cualquier otro en la avenida. Si mi padre me viera en este momento probablemente me quitaría mi herencia en un abrir y cerrar de ojos, con otro de sus discursos de por medio.

Sunset boulevard no debe estar lejos. Es tarde y no hay nadie en las calles, lo que me hace sentir menos mal respecto a estar conduciendo en este estado.

No, espera. ¿Quinta avenida? ¿Estoy en Nueva York? Mhm, no me acordaba. Pero wow, realmente había bebido demasiado. La última vez que me puse así fue cuándo desperté en un barco camino a Ibiza sin ningún recuerdo de la noche anterior.

Di la vuelta a la cuadra un par de veces para tratar de ubicarme, pero se me fue de las manos cuando perdí el control del volante. Cuando menos lo esperé, estrellé el auto contra un muro. El sonido fue corto pero ensordecedor, un pitido agudo se asentó en mis oídos, nublándome de cualquier pensamiento racional.

Se sintió en cámara lenta. Los cristales del parabrisas volaron hacia mi dirección. Sentí las cortadas en mi rostro y brazos. No dolió, supongo que por la adrenalina. Vi el humo salir del cofre, los fragmentos del metal estrellándose contra el piso.

Todo pasó en un segundo, pero el impacto me hizo recordar de inmediato mi primer (y hasta entonces único) accidente cuando era pequeña. Charlie iba conduciendo, estaba aprendiendo el circuito, y lo reté a acelerar lo más que podía. Obviamente no fue la mejor idea, aunque increíblemente, ese fue más aparatoso. Teníamos 11 y 12 años, estábamos usando uno de los autos de entrenamiento de Ferrari. Nos impactamos contra las llantas. Yo salí volando del otro lado del auto, y Charles se golpeó fuerte en la cabeza contra la ventanilla. Había hecho lo posible por eliminar esa imagen de mi mente; ver todo en cámara lenta, su cabeza golpeándose primero con el volante, y luego con la ventana. Sé que el accidente debió haber sido para más, pero solo tuvo una contusión.

El auto fue pérdida total.

Charles.

Una cálida sensación se apoderó de mi pecho al pensar en él. Han pasado años desde que tuvimos contacto por última vez.

El sonido fue lo peor. Me quedé estupefacta mientras trataba de asimilar lo que acaba de pasar. Fui a una fiesta. Bebí. Más de lo que debía. Choqué.

Oh por dios, choqué. Mi papá va a matarme... si mi trauma cerebral no me mata primero.

Tal vez el chiste de la herencia se vuelva literal.

No lo pensé más tiempo. Le llamé a Mike, quien es como un abuelo para mí. Un abuelo que se hace cargo de limpiar los desastres de la familia, sobornar personas y ensuciarse las manos (sí, es como el Mike de Breaking Bad). Mis dedos entorpecidos no lograban seleccionar su nombre de mi lista de contactos, me tomó más de lo que debería.

-¿Dónde estás?.- contestó con voz áspera.

-Ni siquiera sabes qué necesito.

-Si me estás llamando es porque estás metida en un problema. ¿Dónde estás y qué tan grave es?

FORMULA HEART || Charles LeclercWhere stories live. Discover now