NARNIA «Edmund Pevensie»

By JeenNerve

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Las cosas que antes pudieron haberme hecho daño ahora me hacen fuerte. Irradiaba fuerza, valentía y coraje. ... More

El león, la bruja y el ropero - Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 9
Cap. 10
Cap. 11
Cap. 12. Final
El príncipe Caspian - Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 9
Cap. 10
Cap. 11
Cap. 12
Cap. 13. Final
Finnick bb
La travesía del Viajero del Alba - Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 10
Cap. 11
Cap. 12. Final
Epílogo
El delicioso Thomas y tú <3
Preguntas y adiós.

Cap. 9

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By JeenNerve

—Supongo que no supo que le esperaba— Dice la pequeña refiriéndose nuevamente al hombre convertido en oro.

—Tal vez— Edmund dejó su espada a un lado y acercó más, fruncí las cejas —O tal vez se dio cuenta de algo.

—Ed, ¿De qué hablas?— le pregunto. Ya deberíamos estar saliendo de aquí, en cambio, Edmund parece un poco más estrafalario de lo normal.

Tomó un caracol, lo puso en el agua y dejó que se convirtiera en oro. Tomó la pieza ahora muy costosa y la miró como si fuera lo mejor que le haya pasado en la vida. Miré sus enormes ojos y el materialismo que había en ellos.

—¿Por qué haces esa cara?— le pregunta Lucy igual de confundida que los demás.

—Quién tuviera acceso a este manantial, sería la persona más poderosa del mundo— Okay, esto ya fue demasiado ¿Era acaso una mala broma? Pero no le respondimos —Lu, Thal— nos miró deseado de poder —Seríamos ricos. Ya nadie nos diría que hacer, o con quien vivir.

—Las cosas de Narnia no salen de Narnia, Edmund— le dijo mi hermano con dureza.

—¿Quién lo dice?— le responde desinteresado Ed.

—Yo lo digo— sentencia Caspian. Oh no. Edmund lo miró molesto y levantó su espada, lo conozco tan bien, que estaba segura de que ahora o empezaría a retarlo para pelear.

—No soy tu súbdito.

—Esperabas este momento, querías retarme ¡Dudas de mi liderazgo!— ¿Qué demonios les pasa a los dos? Edmund no se comporta nunca como un demente y Caspian no busca una excusa para pelear con nadie.

—¡Tu dudas de ti mismo!

—Eres un niño.

—Y tú un cobarde nada más.

—Edmund — Lucy trata de meterse pero Edmund se suelta con salvajismo.

—¡Ya me cansé de siempre ser el segundo! primero fue Peter y ahora eres tú. Sabes que soy más valiente que los dos, ¿Por qué tú tienes la espada de Peter? ¡Yo merezco un reino propio, yo tendría que ser el rey!

—Si te crees tan valiente, ¡Pruébalo!— Caspian empujó al chico.

—¡Ya! — Y como soy demasiado estúpida decidí meterme en el peor momento, ambos chocaron sus espadas sin interesarse de que YO ESTABA AHÍ. Asustada di un paso hacia tras con rapidez, caí al piso golpeándome las costillas ¿Cómo pudieron no interesarse en que me hice daño? Lucy me vio con cara horrorizada y se puso en medio de la pelea de espadachines.

—¡No, ya basta! ¡Paren los dos! Sólo mírense ¿No entienden lo que está pasando? Esta cueva los está embrujando, los está tentando. Y esto es justo lo que Coriakin nos quiso advertir. Es mejor que salgamos de aquí.

La primera en irse fue Lucy, me levanté aguantando el punzante dolor en el lado izquierdo —Thal— Caspian me dio la mano para ayudarme a levantar, claro que no la acepté. Miré furiosa a ambos chicos porque, sé que no es su culpa, pero al parecer a los hombres les encanta actuar como idiotas. Miré sus caras, se notan asustados.

Ni si quiera se dieron cuenta de que me caí, estaban muy ocupados en su pelea.

—¿Cariño, estás bien?— últimamente escucho eso muy a menudo. Ni si quiera le regreso la mirada a Edmund, salgo fastidiada y adolorida de la cueva.

Llegamos al bote en silencio, nadie tenía ganas de hablar estaba claro. Miramos a los hombres, ya estaban subiendo las cosas a bordo.

—¿Qué había de comer?— pregunta Caspian al padre de Gael. Miro la comida y hago una mueca, eso no se ve nada comestible.

—Es volcánica majestad— resoplo —No había mucho.

—¿Dónde está Eustace?— Lu se escucha preocupada, miro a todos lados y efectivamente el primo irritante no está ¿Debe ser bueno, no?

Bien, dejaré de ser tan maldita.

—Me parece que no está ayudando a subir esto al bote— dice enojado Reep.

—¡Eustace! ¡Eustace!— no responde, la menor mira a su hermano en busca de ayuda —Edmund tengo un mal presentimiento.

—Voy a buscarlo.

—Te acompaño— le dice mi hermano. Caspian me da la espada y una mirada semi arrepentida y después se van. Yo también tenía ese presentimiento desde que llegamos y todavía no se va. Siento como si, lo malo apenas fuera a llegar y todo el show de los reyes fue sólo el espectáculo de entrada.

(...)

Ya teníamos esperando un largo tiempo  a que Caspian y Edmund regresaran y estaba comenzando a inquietarme. Me decía a mí misma que estaban bien al igual que Eustace y que ya estaban por regresar, pero mi traicionera negatividad siempre podía más que mi lado positivo.

Recargada en la orilla del Viajero del Alba, miraba hacia la dirección por dónde venimos y por la cual mis chicos regresarían. Pero nada, pasaban los minutos y ellos seguían sin dar señales de vida.

Di un brinquito al escuchar un fuerte rugido proveniente de la isla y después un montón de humo, como si hubieran comenzado un incendio. Miré como la tripulación entera se alteraba, traté de no intimidarme más.

—¿Qué fue ese ruido?— le preguntó Lucy al serio Drinian.

Otro estruendo, pero ésta vez una bola enorme de fuego se coló en nuestro panorama. Oh no. No, no, no. Definitivamente alguno de los tres debe de estar en un aprieto.

—¿Es el volcán, señor?— pregunta asustada Gale. El capitán y yo nos vemos, ambos hemos vivido aquí lo suficiente para saber que un volcán no ruge así y tampoco lanza fuego de esa manera. Es algo mucho más grande y aterrador que un maldito volcán.

—Oh no, eso no es un volcán— me dio una última mirada en la cual yo asentí —¡Todos estén alerta!

Miré en busca del causante, otro rugido, pero ahora más cerca.

—¡Arqueros, tomen sus armas!— ordenó el capitán. Ya me estaba colocando los protectores en los brazos y muñecas para evitar rozaduras, apreté el carcaj en mi espalda y miré a la asustada pero valiente tripulación.

Ballestas y arcos, los hombres ya se estaban armando, cuando del gigantesco cielo se acerca volando una enorme criatura de apariencia aterradora, una de esas criaturas que aparecen en los cuentos de niños y provocan en insomnio de algunos.

Un gigante dragón, escupiendo fuego y rugiendo se acercaba más cada segundo en dirección a  nosotros.

—¡Vayan a sus puestos y esperen mi señal marinos!— les ordené a los hombres que gritaban aterrados. Tomé una flecha puntiaguda y la tensé en el arco. El dragón se puso en las velas del barco meciéndonos a todos.

—¡Qué está haciendo!— grita la menor de los Pevensie con miedo.

—¡Fuego!—todos los arqueros disparamos las flechas al mismo tiempo, una tras otra, una tras otra. El dragón se quitó violento.

—¡Romperá el mástil!— dice Drinian.

Fue una épica batalla, nosotros disparábamos tratando de recuperar estabilidad en un enorme barco que se movía de derecha a izquierda con fuerza, y el enorme dragón que se sujetaba de las velas para no caer y morir en el intento.

No fue hasta que nuestro valiente Reep le clavó su espada en una de sus enormes patas, el extraño monstruo rugió y lanzando fuego se fue.

Los hombres en el barco rugieron felices viendo como la criatura regresaba al lugar por el que vino, pero yo no estaba feliz de habernos librado de esa cosa y no lo estaría hasta que mi novio y hermano regresaran.

Subí hasta la propa del viajero del Alba para ver si encontraba algún indicio de mis amigos. Pero lo que vi me heló la sangre y me dieron unas horribles ahorcadas —¡EDMUND!— El gigante dragón llevaba con él al hombre de mi vida y no tenía ni idea de que hacer.

—¡Thalia!— en su voz se escuchaba la clara preocupación, lancé flechas a la criatura pero esquivó ambas. ¡Mierda!

—¡Tenemos que hacer algo!— miré con desesperación a Drinian y a Lucy, no podía dejar que algo le pasara mucho menos después de una estúpida pelea —¡Ese dragón podría hacerle daño, hay que hacer algo!

Mientras Lucy trataba de tranquilizarme y Drinian les daba órdenes a la tripulación para atacar y rescatar a su rey, yo trataba de no vomitar y de pensar en el millón de cosas que le podrían a pasar a Ed. Los segundos pasaban como una eternidad.

—¡Edmund!— gritó Lucy otra vez, miré al chico y vi cómo nos hacía señas. Levanté mi arco y me dispuse a disparar.

—¡No le disparen, es Eustace! ¡Es Eustace!

Y después de eso, ambos –la criatura y mi novio regresaron a la isla- . Miré confundida a mi mejor amiga ¿Eustace? Nos metimos a los barcos y navegamos hacia la isla otra vez.

Toqué piso y ahí estaba él, de espaldas. Ni si quiera le di tiempo de hablar, lo sorprendí abrazándolo por la espalda con mucha fuerza. Los temblores en mi cuerpo cada vez se iban aligerando más.

No todos los días ves a tu novio ser capturado por un dragón, ¿Sólo a mí me pasa?

—Edmund— miré su socarrona sonrisa y le di un fuerte golpe en el pecho del cual se quejó —Si se te ocurre volver a asustarme así voy a...—

Mi novio tomó mi cara y me calló con un apasionado beso, eso siempre me encantará y no me cansaré de decir lo sexy que me parece. Jamás.

—Te adoro, Cariño— le di un corto besito y después nos dimos la mano. Abrazó a Lucy, quien también estaba muerta de miedo por lo que podría pasarle.

El sol ya se estaba ocultando, miré al dragón ¿Deberas el pequeñito y flacucho Eustace Clarence Scrubb se convirtió en esa enorme cosa? Wow.

Trataba de quitarse el brazalete que enrollaba su muñeca. Pobre niño, en realidad ni si quiera a él le deseo convertirse en algo así. Pero debo admitirlo, nunca creí que el fastidioso Eustace lograra causarme un susto de muerte.

—Debió ser tentando por el tesoro— comenta Edmund.

—Todo mundo sabe que el tesoro de un dragón está encantado— dice Caspian con obviedad. Lo miro mal, eso no ayudaba en nada a la situación. Eustace/ Dragón lo ve irritado, todos saben menos él, claro está —Bueno los que viven en... Narnia.

Lucy se acerca a su primo y al quitarle el brazalete de su pata delantera derecha, el suelta un gruñido, pero no vuelve a convertirse en un asustadizo niño.

—¿Hay algún modo de transformarlo?— pregunto.

—No que yo lo sepa— Caspian mira a su capitán y el también niega.

—La tía Alberta se va a poner furiosa— es lo único que responde Edmund. Quise reírme,  pero temía que al hacerlo, Eustace me hubiera calcinado.

—Perdón por atacarte muchacho— dice gentilmente Reep —A veces la emoción me gana.

Podía ponerme en el penoso lugar del chico y saber que no la estaba pasando nada bien, digo, de un día para otro entró en un mundo mágico lleno de peligros y míticas criaturas las cuales nadie en nuestro mundo real creería que existen. Nos llamarían locos solo por decir que hablábamos con un minotauro.

Bah, exagerados.

—¡Los botes están listos señor!— grita Drinian.

—No lo dejaremos solo— concuerdo con Lucy.

—Pero tampoco puede abordar, majestad— responde cortante el estricto capitán.

—Drinian, tú y los otros regresen al barco. Nos quedaremos hasta la mañana y pensaremos que hacer— ordena mi hermano.

—Pero no tienen provisiones, ni un modo de calentarse majestad— trata de convencerlo el hombre.

Eustace fue más rápido, sopló fuego en un tronco y pronto se hizo una fogata. Esa fue muy buena idea.

—¿Decías?— dice Reep socarrón.

—Bien hecho Eustace— le digo entusiasmada y con el pulgar arriba. Oh si, tampoco creí que diría eso jamás. Los demás sólo rieron en respuesta.

La noche cayó tal cual la pasada. Nos recostamos en el duro piso bajo unas desgastadas y sucias cobijas, Edmund puso su brazo para que yo pudiera usarlo de almohada y se lo agradecí con un dulce beso.

El cielo estaba hermoso, había un montón de estrellas que decoraban con colores divinos, estaba calientita por la fogata y el aire que respiraba no se sentía para nada pesado –no como en Londres- , por fin, después de tanto tiempo podía disfrutar el momento, sin tener miedo a que fuera a pasar mañana, pues tenía lo que más me importaba aquí, me sentía protegida. Son los momentos que disfrutas, aquellos instantáneos por los que valoras la vida y a tus seres queridos.

—Jamás había visto estas constelaciones— sintonizo con mi pecoso novio.

—Tampoco yo— admite Caspian —Estamos lejos de casa. De niño imaginaba que viajaba hasta el fin de la tierra... y encontraba a mi padre ahí.

La nostalgia de su voz me hizo entristecer. Incluso yo extrañaba a ese señor tan agradable que tanto me protegió. Capian es como él, no, Caspian es mucho que su padre. Pero aun así, notas su valentía y bondad en su heredero, el gran Caspian X.

—Tal vez lo hagas— le responde Edmud.

Caspian se va después de despedirse con un beso en mi frente, y se recuesta cerca de nosotros dos.

Edmund hace cariñitos en mi brazo y me pone la piel de gallina, estaba agotaba, mis pies estaban hinchados y me dolía todo el cuerpo. Sólo quería quedarme aquí con él todo el tiempo que pudiera.

—Oye, cariño.

Le respondo adormilada, toma su tiempo antes de decirme: —Lamento mucho lo de hace rato, me estaba comportando como un imbécil con Caspian y cuando reaccioné tú ya estabas en el suelo. No tengo idea de cómo llegaste ahí.

Con pesadez me incorporo, con mis manos peino su cabello y con mi dedo voy trazando caminos alrededor de sus pecas. Es guapísimo. Y es el amor de mi vida, no hay duda de eso.

—Ahora lo único que importa es que estás bien.

Me recosté de nuevo en su pecho, y escuchando su corazón palpitar me estaba quedando dormida. Siento los dedos de Edmund envolverme en un mar de caricias que se sentían muy bien.

—Si pero, no te hiciste daño ¿Verdad?

No le contesté, no tenía ganas de hablar. Quería olvidar todo lo de este día y dormir con Edmund bajo las hermosas estrellas y constelaciones. Edmund se inclinó con cuidado y cuando pensó que ya estaba dormida se acercó a mis labios, dejó un suave beso y me susurró con amor:

—Descansa, corazón. 

Jeen N. 

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