Cap. 10

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—¡Despierten! ¡La estrella azul!

Ahí estaba. Al norte, aún muy lejos. Aquella estrella se veía hermosa. Miré a los demás.

Ya estábamos cada vez más cerca de llegar, al gran final.

El barco se mecía al compás de las suaves olas, ésta vez los marineros ya estaban más entusiasmados por seguir con su labor e inmediatamente cuando llegamos al barco en la mañana, ellos ya estaban listos.

Así que, aquí estamos. Lucy y yo ya teníamos rato actualizándonos sobre nuestras vidas. Ella me contó que dijo una especie de conjuro que la desapareció, o algo así, habló tan rápido que se notaba lo petrificada que la dejó, me contó también que vio a Aslan. Lo cual me sorprendió, me hubiera gustado verlo también.

Mirábamos el océano y contábamos historias, ya me hacía falta una plática así con mi mejor amiga.

—¡Mira!— Lucy le sonrió a la hermosa sirena que nadaba al compás del barco, yo también sonreí, siempre me han gustado las sirenas.

Nuestra expresión cambió cuando ella nos hacía señas negativas, aquella divina sirena no sólo estaba asustada, estaba aterrada. Y después de advertirnos, sólo se fue.

Eso fue extraño. Y nos puso a ambas la piel de gallina.

—¡Lucy!— tomé a la chica de la muñeca y me aferré al barco lo más fuerte posible para no caer ¿Y ahora que fue eso? La sacudida fuerte del barco casi provoca que mi amiga caiga al mar abierto. Nos miramos asustadas cuando el brusco movimiento cesó.

Me dirigí con precaución hacia donde estaba la tripulación que gritaba entusiasmada. La fuente de su felicidad era causada por Eustace, alteando y aferrando la propa con su enorme cola, el era quien nos movía.

Esa fue una gran idea. Sonreí dichosa.

Caspian y Edmund me llamaron para que fuera con ellos y llegamos hasta la cabina del barco. En el centro de la mesa se encontraban 3 de las 7 espadas que hemos encontrado. Caspian levantó una espada, su brillo revotaba con los rayos del sol.

—No estamos seguros de que hayan llegado a salvo a la isla.

Miro a Caspian, todo este plan fue una locura desde el inicio y cada vez se pone más complicada. Pero, hemos luchado en guerras y estoy segura de que lo que sea que el destino nos depare... lo lograremos, juntos.

—Debemos hacer algo Caspian, la comida se agota— mi hermano me mira y me da la razón. Edmund, recargado en la puerta juega con una daga y nos presta atención. La noche ya está cayendo y otro día sin comer no nos pondrá fuertes para la batalla final.

—Majestades— entra Drinian, con algo que parece ¿Alegría? me cuesta creer que ese hombre sonría o cambie su cara de seriedad —Hemos llegado.

Tomamos las armas, yo puse el carcaj en mi espalda, tomé el arco y después salimos todos juntos.

A diferencia de la pasada, ésta es una isla hermosa, llena de lugares verdes y llena de vida. Bajamos del barco y ya estábamos entrando a la isla cuando la noche calló. Los animales nocturnos e insectos ya estaban haciendo sus respectivos ruidillos.

Apuntaba con la linterna hacia el oscuro camino, había estatuas de lo que parecían grifos, todas llenas de esmog. Y frente a nosotros se extendía un árbol con las raíces formando una especie extraña de puerta, una entrada.

Miré la mesa atestada de comida casi con la baba de fuera, estaba hambrienta al igual que los demás. Pero es muy extraño ¿Por qué habría una mesa llena de alimentos en medio de la nada? Así es, nada normal.

NARNIA «Edmund Pevensie»Where stories live. Discover now