Cap. 6

28.6K 2.3K 2.4K
                                    

"Te deseo"

Chicas, les agradecería mucho si imaginan que Thalia y Ed tienen 16. Esta historia estará más perrona si no se la complican por la edades ;) besotes. Viva E y T

Las llamas ardientes del fuego se reflejaban en mis vidriosos ojos cafés. La intensidad y el vigor ardiente de las llamas del fuego me tenían hipnotizada.

Me encontraba tan tranquila que me era imposible pensar en algo. Sentía una aterradora calma que durante mucho tiempo no había tenido. Froté mis manos en el fuego esperando calentarme.

La puerta fue abierta y cerrada con rapidez y fuerza, me levanté de inmediato al ver a Edmund caminando deprisa hasta mí, su cara estaba completamente seria y me miraba con desesperación.

—Edmund...— el chico no se detuvo y caminó hasta mí con pasos rápidos, se plantó a solo centímetros de mi cara, nos miramos intensamente, sin parpadear, sin quitar la vista un solo segundo del otro.

Nuestras respiraciones agitadas se mezclaron, estaba claro lo nerviosa que me ponía su presencia y nuestras ganas incontroladas de tomarnos el uno al otro, porque finalmente, estaba agotada de ocultarlo.

—Me estás matando— me susurró provocador —Estoy cansado de que actúes como si no te importara. Como si ya no me amaras— no dije nada, sólo lo miré —Dime que ya no me amas y te dejaré, no volveré a buscarte y podrás ser tan feliz sin mí como lo aparentas.

Lo miré con desesperación, como se atrevía a hacerme esto. Se fue y regresa como sí las cosas no hubieran cambiado por completo. Porque aunque tratara de evitarlo sé bien que las cosas han cambiado, desde la primera vez que me dijo que me amaba... supe que estaría a sus pies.

Tenía que resistirme, tenía que ser fuerte. Me estaba costando mi alma entera no postrarme a sus pies de una vez por todas.

—Ya no te amo— pronuncié con la voz temblorosa. Lo miré a la cara que mantenía la misma expresión. Di un paso atrás y traté de huir.

Edmund me tomó del brazo y me jaló a su cuerpo, aún más cerca, puso su mano atrás de mi nuca mientras la otra la mantenía en mi cintura.

—Si ya no me amas, porque te pones tan nerviosa cuando estoy cerca, cuando te toco, porque te preocupas por mí, porque te sigo importando. Mientes.

Nos miramos frente a frente, uno al otro.

—Tú me amas. Pero te da miedo admitirlo.

Sin poder contenerme más, me lancé a sus labios y el infierno ardió en mi interior, las famosas mariposas revolotearon en mi estómago, el caos cruzó mi mente y mi cuerpo entero se paralizó al sentir de nuevo, aquellos rosados y suaves labios que a pesar de los años, aún seguía adorando.

El beso era desesperado y cargado de mil sensaciones y recuerdos. Nos separamos con la respiración agitada. Edmund puso sus manos en mi rostro y nuestros ojos se conectaron en una manera única. Él tiene una forma de endulzarme la vida, una forma adictiva de volverme completamente loca.

Me solté de su agarre y estaba dispuesta a salir de la habitación, no quería huir

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Me solté de su agarre y estaba dispuesta a salir de la habitación, no quería huir. Pero no hay otra manera con Edmund. Estábamos jugando con fuego y aunque estaba dispuesta a quemarme por él, no sabía si él lo haría por mí.

Sabiendo aún, que es más fácil preguntar qué suponer, di pasos hacia la salida, dándole la espalda.

—Porque haces esto— me pregunta, en su voz se escuchaba claramente que estaba sufriendo y me hacía tanto daño ser yo la culpable —Porque me besas y te vas.

Giré para verlo, estaba ahí. Tratando de descifrar lo que pasaba por mi mente.

—No debí haber hecho eso.

Edmund sonrío y se acercó rápidamente hacia mí, me tomó de la nuca y me miró detenidamente —Tienes razón. Debí haberlo hecho yo.

El menor de los Pevensie nuevamente unió nuestros labios. Pero esta vez, el beso era tierno, lleno de cariño, un beso digno de una película romántica, en aquel momento donde los protagonistas se unen en uno.

Había comprendido que él era el protagonista de mi historia y que siempre lo fue. Que nosotros la escribimos y de que estaba en nuestras manos ser felices juntos. Otra vez.

Edmund me abrazó con fuerza a su pecho, me aferré al él como si mi vida dependiera de ello y finalmente lloré. Me permití hacerlo frente a él, ser débil frente a él.

Al notarlo, Edmund limpió las gotitas que corrían por mi cara y me sonrió, le devolví el gesto. Odiaba el como soy sin Edmund, sin calidez, sin esperanza, sin algo que me indique el porqué de mis batallas.

Creo que tengo una conexión con Edmund, algo que nadie entiende, algo que nunca se irá.

—Tengo miedo— me sinceré, Edmund tomó mi mano y la apretó con fuerza. Me sonrió y tocó delicadamente mi rostro con su mano desocupada.

—Yo también— admite —Pero te prometo que no me iré. Déjame cuidarte, déjame enseñarte todo lo que tengo para hacerte muy feliz.

Creí en él, creo en él y eso será por siempre. No pude ocultar una enorme sonrisa y aceptar que fuera el dueño de mi amor. Tomó mi mano y me recostó a su lado.

Giré sobre la cama para verlo a los ojos, en ellos vi que todo estaría bien, y que era tan real como la había estado soñando. Aquella inesperada noche le conté todo sobre mi vida en Narnia desde que se fueron y él me contó la suya en Inglaterra. Claro que los besos y las risas no faltaron.

Es tan irreal lo mucho que puedes llegar a amar a una persona. Y la pasión que esa noche... no pudo contenerse. 

NARNIA «Edmund Pevensie»Where stories live. Discover now