Cap. 11

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"SALVE A LA REINA"

Cair paravel vestía de todos los colores hermosos posibles para la coronación. Las criaturas de este majestuoso mundo nos brindaban sonrisas cálidas y tenían una enrome sonrisa que nadie podría borrarles.

Mi largo vestido se arrastraba en el gran salón mientras caminaba al lado del gran león y mis cuatro mejores amigos. Todos y cada uno de nosotros, felices hasta la muerte por este espectacular día.

Los centauros alzaban sus armas en una formación muy bien alineada por su comandante, Oreius.

Miraba todo con fascinación, cada paso que dábamos era decisivo para nuestro destino. Cada criatura que estaba ahí nos nombraba: los reyes y reinas de Narnia.

Nos detuvimos mirando las cinco sillas que deslumbraban con el sol, dibujando su contorno genuinamente honorable.

No pude evitar una gran sonrisa, por haber llegado hasta aquí y por sentirme tan feliz en esta aventura acompañada los cuatro hermanos Pevensie.

Caminamos a nuestras sillas y cada uno se puso en su respectivo lugar. Nos detuvimos de pie ante la mirada de todos.

—En nombre del océano del oriente, les presento a la reina Lucy, la valiente— el sr y sra Castor se acercaron a nuestros tronos junto con el sr. Tumnus. Tomó la corona de Lucy y la puso delicadamente en su lugar.

—En nombre del gran bosque de Occidente, el rey Edmund, el justo— el sr. Tumnus puso su corona y sonreí al ver la cara de alegría del muchacho —En nombre del radiante sol del sur, la reina Susan, la benévola— ella se inclinó y cuando regresó su postura, la divina corona ya estaba en su cabeza.

El sr. Tumnus se acercó a mí con una hermosa corona y sonreí enormemente.

—En nombre del imponente desierto del este, la reina Thalia, la abnegada.

—Y en nombre del claro cielo del norte, les presento al rey Peter, el magnífico.

—Y en nombre del claro cielo del norte, les presento al rey Peter, el magnífico

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Los cinco tomamos asiento en nuestra silla. —Una vez rey o reina de Narnia, serán rey o reina siempre. Que su sabiduría nos guía hasta que las estrellas caigan de los cielos ¡Larga vida al rey Peter! ¡Larga vida al rey Edmund! ¡Larga vida a la reina Susan! ¡Larga vida a la reina Thalia! ¡Larga vida a la reina Lucy!— lo siguió todo el pueblo.

Los aplausos y gritos se escuchaban por todas partes.

La felicidad compensa en altura lo que falta en longitud.

La ceremonia había resultado todo un éxito, todos se divertían, bailaban y gozaban de los deliciosos bocadillos que había sobre la mesa principal.

Edmund me invitó a bailar y no sé de qué manera logró convencerme. Estuve apenada durante toda la canción, pues no dejaba de pisar sus pies accidentalmente; literalmente tengo dos pies izquierdos.

—Lo siento— me había rendido, iba a irme pero Edmund me detuvo pegándome a su cuerpo con fuerza, pero no tanto como para dañarme. Sentí mil emociones arremolinándose en mi estómago —Ed...

El chico notó mi nerviosismo y aligeró su agarre —Solo déjate llevar— sonreí, él tiene las palabras exactas para momentos como este.

Hice lo que me pidió y nos estábamos divirtiendo muchísimo. Ahora ya no bailábamos la balada clásica de Narnia como vals de quinceañera, nuestros pasos no tenían sentido. Peter y Susan estaban muertos de la risa viéndonos bailar.

Me disculpé de Ed con la excusa de que ya me dolían los pies, pero en realidad seguí a Lucy al balcón.

Vi como Aslan se alejaba dando pasos firmes en la arena, sin voltear atrás.

—No se preocupen— miré al sr. Tumnus —Volveremos a verlo.

—¿Cuándo?— preguntó Lu.

—A su debido tiempo— no había tenido oportunidad de hablar con el sr. Tumnus pero ahora veo por qué a la pequeña Pevensie le importa tanto —Un día lo verán y al otro no. No deben presionarlo. Después de todo no está domesticado.

A pesar de que su comentario resultó ameno en la charla, me sentía nostálgica. Tenía la esperanza de volver a verlo es solo que me hubiera gustado que no se fuera.

—No. Pero así lo quiero.

—Toma— el fauno le extendió un pañuelo a Lucy —Lo necesitas más que yo.

Me retiré en ese momento para darles espacio para que platicaran y fui con los demás. El amor es la condición en que la felicidad de otra persona es esencial para ti.

NARNIA «Edmund Pevensie»Where stories live. Discover now