Cap. 5

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El castillo de la bruja blanca es increíble pero también muy aterrador. Se veía tan enorme como el castillo de las películas de princesas. Congelado, como si el invierno creciera de aquel mágico lugar.

—¡Edmund!— gritó Lucy a todo pulmón, inmediatamente el castor la calló

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—¡Edmund!— gritó Lucy a todo pulmón, inmediatamente el castor la calló.

—Shhh ¡te escucharán!

Peter trató de correr hacia la dirección en la que se fue Edmund, sin embargo el castor lo tomó del abrigo impidiendo que fuera a buscarlo.

—¡No!

—¡Suéltame!— le ordena Peter zafándose de las largas garras del castor.

—¡Estás haciendo lo que ella quiere!— le dice el castor desesperado.

—¡No podemos dejar que se vaya!— le dice Susan.

—¡Es nuestro hermano!

—¡Es la carnada! ¡La bruja quiere atrapar a los cinco!— nos dijo. Qué demonios. Llevamos un par de horas y ya nos dijeron que nos quieren asesinar y que el otro bando quiere que les demos paz.

—¿Qué? ¡Por qué!— le pregunté a nuestro nuevo amigo.

—Para evitar que la profecía se cumpla— eso tiene sentido. —¡Los asesinará!

Miré a Peter y a Susan asustada. Y vaya que me asustaba.

La necesidad de correr y proteger a Edmund me inundó, y debo admitir que no fue nada agradable. Fue hasta entonces, cuando me di cuenta que a pesar de que a veces puede ser un dolor de cabeza, en poco tiempo se ha convertido en un gran amigo.

Y ha comenzado a importarme más de lo que debería.

—¡Todo esto es culpa tuya!— le dijo la mayor a su hermano.

—¿Mi culpa?

—¡Te dije que volviéramos, no quisiste escuchar y mira lo que pasó!—masajeé la cien con mis manos tratando de no perder los estribos.

—Susan— le dije en tono de advertencia.

—Ah, entonces sabrías lo que pasaría— le restregó Peter.

—Peter— le dije de la misma manera que a Susan.

—¡Claro que no lo sabía! Por eso debimos irnos antes de que...

—¡No pelien!— intervino Lucy, me crucé de brazos, agradecida de no haber sido yo la que puso fin a la pelea —Eso no salvará a Edmund.

—Tiene razón— dijo sr. Castor —Solo Aslan lo puede salvarlo ahora.

—Hay que ir con él— al fin acepta Peter.

Los aullidos de lobos se escucharon cerca de nosotros. Sin decir nada comenzamos a correr a la presa, no estábamos muy lejos pero aquí no era nada seguro.

NARNIA «Edmund Pevensie»Onde histórias criam vida. Descubra agora