Cap. 7

15.5K 1K 390
                                    

Caminamos a través de los extraños árboles, tengo el arco en posición y una afilada flecha a la espera de ser disparada. Todos los demás tienen su espada en alto. Caminamos discretamente.

—Caspian la daga de Lucy— el alivio se escucha en la voz de Ed, me mira y le sonrío tratando de tranquilizarlo, no sé cómo logro hacer esto. Soy un manojo de nervios, a quien engaño.

Doy un brinquito cuando unas afiladas antorchas comienzan a rodearnos. No veo nada ¡No veo nada! sé de donde están cayendo o que carajos está pasando. Dios, yo sé que no he sido la mejor puta persona del mundo, ¿Pero por qué nos lanzas desde el cielo éstas cosas?

—No se muevan— nos advierte una ronca voz, ¿De donde viene?, de donde viene ¡Demonios! —O morirán.

Siento el primer golpe en mi mejilla y después ardor en mi labio, nos están atacando y como carajos nos defendemos si no los podemos ver. Caigo al piso y levanto mi daga, apunto a todos lados y a pesar de estar aterrada, muestro la cara más furiosa que tengo.

—¡Qué criaturas son ustedes!— pregunta mi hermano.

—Muy grandes, con cabeza de tigre y el cuerpo de un em...

—Tigre diferente— habla otra voz.

Miro extraña como las cosas invisibles comienzan a verse... menos invisibles. Al parecer nadie estaba notando que estaba ocurriendo algo.

—Mejor no te metas con nosotros.

—O qué— los reta mi valiente novio, ah perdón, imprudente novio.

—O te desgarro con mis garras.

No pude evitar cambiar mi cara de extrañez a una de: ¿Es enserio? Eran enanos, estaban horribles. Tenían un solo pie y su cabello estaba hecho un asco. Sin mencionar que uno cargaba a otro. Así es como hicieron todo eso.

Ingenioso.

Cubro mi boca para que no saliera una risa. Ellos no saben que ya los podemos ver.

—Te aplastaré de un salto— dice uno de ellos y los demás lo apoyan.

—Te devoraré de un bocado.

—Te morderé con mis colmillos ¡ahhh!

Tomé una de mis flechas mientras apuntaba directamente a uno de ellos. Lo miré fijo, el hombrecito tragó saliva, lo asusté. Ja.

—¿Y qué, van a aplastarnos con esas panzas?— pregunta burlón Caspian.

—¿Eh? ¿Panzas? ¿Cómo que pansas?

—¿Nos darán un pisotón?— pregunto divertida. Solté una risita cuando uno de ellos cae al igual que los otros dos que los sostenían.

—Qué le hicieron a mi hermana enano tramposo— Edmund y Drinian acorralan al enano y le apuntan con la espada. El pobre hombrecito está temblando de miedo. Saco una de mis flechas y le apunto a un grupo de ellos.

Estaban temblando, estoy segura de que están por orinarse encima, ow cositas. Están pequeñitas.

—En donde está— le pregunta Edmund, si no lo conociera hasta a mí me aterraría ese tono de voz. Pero que sexy se escuchó.

—En la mansión— responde el enano.

—¿Qué mansión?— preguntamos Edmund y yo después de lanzarnos miradas confundidas.

Pero que...

Así como los hombrecitos dejaron de ser invisibles. Una inmensa mansión también dejó de serlo. Edmund y yo nos miramos con una sonrisa y nuevamente hablamos al mismo tiempo:

NARNIA «Edmund Pevensie»Where stories live. Discover now