Cap. 5

17.9K 1.4K 1.4K
                                    

Las personas aplaudían, celebraban su libertad y la visita de sus reyes.

Yo les sonreía, regresando los amables gestos de cada uno de estas leales personas. Mis amigos estaban igual de contentos que yo, me sentía extasiada, hace mucho que no ayudaba a las personas que me importaban, a mi pueblo. Esto es algo que siempre extrañé. En Inglaterra sólo eres una chica más atormentada por todo el caos, una más.

-¡Majestad, majestad!- Drinian detiene al hombre de la mañana, el que perdió a su mujer. Se notaba alterado, desesperado por hacer algo -Mi esposa fue secuestrada esta mañana.

Su hija estaba aferrada a él, Caspian le ordena a Drinian que lo suelte y el hombre se dirige con Caspian -Déjeme ir con usted.

-Papi, quiero ir también- le pide la niña.

-No Gael, quédate con tu tía- voltea de nuevo con mi hermano -Soy un buen marino, he pasado la vida en el mar.

-Claro, acompáñanos- Caspian pone una mano en el hombro del mortificado padre y después sigue con su andar, yo voy a su lado.

El padre se detiene a decirle algo a su hija y después se despide. Yo sé cómo se siente que tus padres te dejen sin la certeza de si volverás a verlos. Es horrible. La pobre niña debe de sentirse fatal, no es una sensación que yo le desee a alguien.

Estábamos a punto de llegar cuando un hombre alzando su espada llama a mi hermano: -¡Majestad, majestad!

Todos nos acercamos al hombre de barba blanca, estaba prisionero, no hace falta ser un genio para saberlo. Lo reconozco es Lord Bern, esos ojos tranquilizadores los veías pocas veces entre los telmarinos. Él es uno de los pocos hombres a los que no llegué a odiar.

-Ésta me fue confiada por su padre, la dejé oculta en una cueva todos estos años.

-Es una antigua espada narniana- comenta Ed, lo miro, está impresionado. Tal vez ya haya visto esa espada en alguna parte, la espada estaba llena de residuos del mar y otras cosas. A pesar de eso, se podía distinguir claramente cuando algo es perteneciente de Narnia, a diferencia de los telmarinos, a excepción de Caspian claro.

-Es de su era dorada, las espadas son siete. Obsequios de Aslan para proteger Narnia. Su padre las dejó a nuestro cuidado. Ahora es suya- el hombre extiende un poco más la espada -Espero que lo proteja.

Cuando Caspian toma la espada las personas que estaban viendo todo, empiezan a aplaudir, gritas y chiflar de alegría.

-Gracias Lord, encontraremos a los ciudadanos.

Cuando paso a su lado el hombre me mira y delicadamente levanta las comisuras de sus labios, formando una sencilla sonrisa.

-¿Es usted?- el hombre trata de tocar mi cabello y cuando está a punto de hacerlo, hace una reverencia rápida -Mi reina.

Sonrío, claro que se acuerda de mí. En Telmar siempre fue muy amigable conmigo, de hecho todos lo fueron, los siete -Hola Lord Bern, hace mucho tiempo que no lo veía.

El hombre se acerca un poco más sin dejar de mirarme -Es un gusto volver a verla.

Le asiento con la cabeza y cuando estoy a punto de irme el hombre dice algo que me deja con la piel chinita y un rollo de emociones llevándose todo en mi cabeza -El padre de Caspian, su padre, ya sabía quién era usted. Él sabía que su verdadero nombre no era Eudoria.

Lo miro frunciendo el ceño. Mi corazón se acelera, quiero preguntarle muchas cosas, tengo dudas. No. Eso no puede ser. Si supiera quien era él me habría mandado a ejecutar, era un buen hombre lo sé, pero yo representaba la peor amenaza a su reino.

NARNIA «Edmund Pevensie»Where stories live. Discover now