Los Cambios En El Amor

De Rryolen

104K 6.7K 890

Adamaris Gutiérrez es una mujer Mexicana que lucha constantemente por triunfar en un mundo en el que las medi... Mais

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítu...💔
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13 MARATÓN parte 1
Capítulo 13 MARATÓN parte 2
Capítulo 13 MARATÓN parte 3
Especial Final De Maratón
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capitulo 17 MARATON parte 1
Capítulo 17 MARATON parte 2
Capítulo 17 MARATON parte 3
Especial fin del maraton
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capitulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capitulo 25
Capítulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55 Maratón parte 1
Capítulo 55 Maratón parte 2
Capítulo 55 Maratón parte 3
Especial Final de Maratón
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70

Capítulo 44

760 48 3
De Rryolen

Si la felicidad se pudiera medirse ella podría saber cuan feliz se encontraba. Jamás se imaginó volver a experimentar aquel sentimiento pero allí estaba, latente, recordándole una vez más que sigue presente, que jamás se había extinguido y que volvía a ella con mayor fuerza. Porque era justo como se sentía aquella mañana. La mujer más feliz de la faz de la tierra.

Aún podía sentir la frescura de los labios de Alejandro, de hecho no pudo sacar de su mente su embriagadora fragancia, lo tenía tan presente que hasta en su sueños lo vio reflejada.

En camara lenta cada uno de las sensaciones e imagines que proyectaba su cerebro venian a ella. Los sonidos el flash del telefono, la sensación de besar su cachete y la suavidad de este, el modo en que sintió el cuerpo de Alejandro tenso, lo feliz que sintió aquella actitud, su propia risa y por último, el beso sorpresivo del empresario.

Ayer fue atrevida y no podía hecharle la culpa al alcohol. Definitivamente no lo era, más bien fue la comodidad y eso era lo que el empresario le había ofrecido, una gran comodidad.Se sintió tan comoda a su lado que las acciones llegaban a ella naturalmente y sin filtro.

Esa mañana despertó liviana y con mucha energia. Corrió acompañada de su hermano pero en silencio, pese a que Alan quería hablarle y a su vez, tratar de informarse de los acontecimientos de la cita Adamaris no cedió ni un poco. Sin embargo, apenas fue la hora del desayuno la curiosidad de Maria salió aflorar.

—Muy bueno y todo, pero yo si me muero de la curiosidad por saber como le fue a Adamaris ayer en su cita.

Adamaris puso los ojos en blanco y suspiró.

—Ay Maria, deja de ser quisquillosa oye, pero para tu información me fue muy bien, fuimos a comer a un restaurante super elegante—cuenta, suspira y se muerde los labios.

Maria chilló amocionada.

—¡Claro nena con semejante carro en que te vinieron a recoger! Solo falta conocer al galán, ¿cuándo va a venir a pedir tu mano?.

—Esa misma pregunta me la hago yo —habla Alan, mirando a su hermana despectivamente.

—Alan —menciona Adamaris sin inmutarse, después se gira hacia Maria. —mejor sigamos comiendo.

Maria iba hablar pero fue interrumpida por el timbre que sonó, Maricé se levantó y fue atender. Al regresar traía consigo un hermoso arreglo floral compuesto por cuatro hermosas rosas y una cajita de terciopelo. Maria chilló al verla.

—Pero mira que trajeron aquí —vocifera con ánimo y picardia.—un par de bellas rosas para la perla de esta casa —añade mientras le entrega las flores y la cajita. Su sobrina agarra lo que le entrega y huele las flores sonriendo al sentir su olor.

Adamaris sintió su pecho inflarse y quiso devilverle la sonrisa a su tía, pero se contuvo viendo de reojo la expresión contraida de su hermano.

—Que hermosas flores y esa cajita también, ¡abrela!, para ver que contiene.

—La voy abrir... pero no ahora, anda Alan vamos, llegaremos tarde al trabajo —mientras hablaba metió la cajita en el bolso y sonríe al escuchar la chasquido de Maria.

—Que mala eres —chilla Maria, indignada observando como su amiga se levantaba de la mesa. Ésta se apresura a terminar su plato. —bueno espérenme que voy con ustedes—añade también agilizando sus movimientos.

—¿Y eso? —le pregunta Alan extrañado.

—Si, voy a llevar una hoja de vida. Al parecer estan solicitando una secretaria.

—¿En donde?—le pregunta Adamaris.

—Allá en las empresas, ¿no lo sabían? —cuestiona. Éstos niegan. Alan se pone de pie pero aprovecha que Adamaris fue a la cocina para acabar con su plato.

—Tía te voy a recomendar que le cambies el agua a las florecitas, ¿si? Que se ven como marchitas —comenta la castaña saliendo de la cocina.

—Pero yo lo hago todo los días. Porque si no es por mi las pobres florecitas se marchitan y nadie hace nada.

—Bueno ya nos vamos —Adamaris le da un beso en el cachete a su tía y se apresura a salir de la casa, Maria se despide y la sigue, más tarde las sigue Alan.

Al llegar a la empresa se despidieron y cada uno fue a su destino. Apenas la castaña entra a su sitio de trabajo es abordada por Milena, que se encontraba arreglando unas medidas que Miranda le había encomendado el día de ayer y de la que no pudo terminar pero al sentirla llegar saltó hacía ella olvidandose de lo que se enonctraba haciendo.

—¡Llegaste! ¿cómo te fue ayer?.

—¿El señor Julio esta en la oficina? —le pregunta evadiendo el tema de su cita. 

—No —chasqueo la lengua.—ni él, ni la señorita Miranda han llegado. Por cierto, ¿qué fue lo que te dió Julio en la caja?.

Adamaris suspira profundo.

—Ay Mile, ni me recuerdes ¿si? Mejor vamos a trabajar —propone.

Si alguien apareciera en tu miserable vida y te dijera que habia la posibilidad de volver a sentirte plenamente feliz seguramente él no lo hubiera creído, sobretodo porque seguramente hubiese dicho que ya lo era. Pero actualmente solo podía sentirse plenamente feliz con ella y hace mucho tiempo que había aceptado ese hecho. 

Esa mañana se había despiertado muy feliz con el pensamiento de ver aunque sea unos minutos a  Adamaris y aún después de estar algunas horas en la oficina no podía con la ansiedad de verla. Estuvo parte de la mañana en reunión pero su mente estaba lejos de aquella reunión.

De regreso a la oficina Barbie Zeldris lo estaba esperando y toda alegria se había transformado en una mascara de seriedad.

—¿Qué haces aquí? ¿quién te dejo pasar? —le pregunta sin poder controlar la nota de fastidio que sonó en sus palabras.

La modelo gira la silla y sus miradas se conectan. Había tensión en el ambiente pero ésta la ignoraba y en cambio, sonrió.

—Que tosco te has vuelto. Antes tus ojos saltaban cada vez que me veías, pero ahora... ¿qué no puedo visitarte aunque sea como amiga? Es una lastima que tus rencores puedan más.

Mientras hablaba se levantó de la silla en que estaba sentada y se acercó a él, agarra su corbata y haciendo un poco de fuerza logra que este recorra la poca distancia inexistente entre ellos y ya no haya espacio, incluso en sus rostros.

—¿Acaso todavía me quieres?—pregunta con voz seductora. Intentó besarlo, pero Alejandro la aparta y él regresa a su asiento. Barbie finge estar aburrida. —que aburrido te has puesto. Me imagino que es por la edad —añade en forma de burla.

—Te repito, ¿qué es lo que quieres al volver?.

Barbie lanza un sonido lastimero y recorriendo la misma distancia del empresario logra acorralarlo al sentarse en la mesa de su escritorio y detener la silla con sus manos.

—Y yo te repito que solo estoy aquí porque quería visitar a un amigo. Aunque para ser más exacto visitarte.

—Alejandro quería que... —Adamaris calló sintiendo un doloroso pinchazo en su corazón. Frente a sus ojos, un figura femenina y sexy se encontraba extremadamente cerca de Alejandro. No podía verle la cara puesto que la mujer le daba la espalda y su cabello caía hacia delante.

Intentó salir de la oficina pero la voz de Alejandro la detuvo. El empresario ya se había alejado de la modelo.

—No es lo que parece —se apresura hablar, dejando a Barbie desconcertada. El empresario camina apresurado hacía ella e intenta agarrar sus manos pero Adamaris es más rápida y se aleja. Sin embargo, Adamaris no le presto atención. Sus ojos se encontraban fijos en la persona que había revelado su cara.

—¿Eres Barbie Zeldris? —le pregunta asombrada.— ¡Oh por dios eres Barbie Zeldris! ¡No lo puedo creer! —añade manteniendo sus manos sobre su boca.

—Vaya Alejandro... veo que aparte de todos los cambios que impusiste los estandares de la empresa también han cambiado —comenta. —que bueno.

—No, no, no, yo soy super fans tuya, tengo todas las portadas de las revistas en las que apareces, te sigo en Twitter, Instagram, Tik tok, Facebook y hasta en tu canal de Youtube —menciona y al final tiene que tomar aire puesto que era tanta su emoción que no se dio cuenta que estaba hablando demasiado rápido sin dar oportunidad a que el aire círcule. — mejor dicho, en todo—ríe.

—Ternurita —gesticula enternecida.—que bueno conocer a una persona como tu, ¿no te parece Alejo? —mira al empresario, en su rostro había un brillo de burla, el empresario le devuelve la mirada pero esta era seria. Ignorandolo, vuelve a mirar a la castaña y agrega:—en fin, ¿tu trabajas en?.

—Soy la segunda asistente del señor Julio y la señorita Miranda.

—¿En verdad? ¿y Julio lo a permitido? —le pregunta atonita. Adamaris asiente. La modelo alza una ceja.  —vaya —la manera en que lo dijo apenó a la castaña.

—Ya no, termina de irte.

La modelo suspiró profundo.

—Pero antes, ¿podrías regalarme un consejos? —Alejandro asesino con la mirada a la rubia, pero Adamaris no se dio cuenta.

—Por supuesto, ¿sabes cual es mi filosofia de vida? La ambición. Hay muchas personas que creen que la ambición significa pecado, maldad, algo malo; incluso lo confunden con la avaricia que gran estúpidez. Pero la ambición no lo es —le asegura. —de hecho, la ambición es el derecho divino que nos regala Dios para siempre querer mucho más. Sé ambiciosa, nunca te conformes con lo que crees que las personas te dan, con lo que crees que la vida te da porque siempre habrá mucho más.

Adamaris asintió ante aquellas palabras y la modelo sonríe mostrando sinceridad con ese simple gesto.

—¿Ya acabaste? —le gruñó Alejandro. Barbie puso los ojos en blanco.

—Lo tendré encuenta. Muchas gracias.

—De nada querida.

—Y si no es mucho pedir, ¿me regalas una foto?.

Barbie le sonrió, mostrandole los dientes.

—Esta bien. Alejandro nos las toma —le dijo y agarrando el teléfono, se lo entregó al empresario. Envolvió a su brazo sonre sus hombros y sonrió. Adamaris también lo hizo pero un poco nerviosa, aún sin poder creer que había conocido a la modelo. —espero que haya salido muy bonita en la foto —le susurra y la castaña ríe. Barbie se separa y agarra sus cosas, mientras dice: —bueno creo que el tiempo de mi visita a terminado, aún me queda unos pendiente por hacer antes de regresar a estados unidos. Nos vemos Alejo, ¿y tu? ¿cómo te llamas?.

—¿Mi nombre? —le pregunta atónita, sin poder creer la forma tan natural y amistosa en que la celebridad se dirigía a ella.—soy Adamaris Gutiérrez —se presenta.

—Un gusto Adamaris, no siendo más, adiós —le da una última mirada al empresario, le de un beso en el cachete a la castaña y sale de la oficina.

La castaña se la queda viendo, llevandose incluso la mano al pecho. Sus cejas se manteníam fruncidas pero su mirada es de adoración.

—Es encantadora, ¿no crees? — pregunta en un siseo sonando soñadora. Se quedaron en silencio por algunos segundos, pero después la castaña se giro y lo miro de forma extraña, tratando de adivinar la expresión en el rostro de éste.
—Y ahora que la has visto, ¿sientes algo por ella? —le pregunta sin poder aguantar las ganas de preguntar, pero mirandolo fijo.

—¡¿Qué?! No, por supuesto que no. Claro que no —le responde mirandola viendola acontrariado.

—Bien te creo —asiente.— pero dime algo ¿siempre es así? Tus... exs vienen a ti después de dejarlo, incluso después de tanto tiempo.

Alejandro lo dudó en responder, pero terminó asintiendo.

—Y tienes una larga lista de amantes —murmuro.

—¿A qué viene eso? —le pregunta frunciendo el ceño y sintiendo su corazón palpitar.

Adamaris sonrío.

—Yo sé que no puedo borrar tu pasado, tampoco pretendo hacerlo. Pero al menos me gustaría saber a que me enfrentaré. Hoy conocí a una muy atractiva y pacifica exs pero no todas las exs se comportarán como unas damas, ¿me equivoco?.

Ante aquellas palabras, no pudo responder. En su larga lista de ex amantes no podía recordar el temperamento de cada una de ellas.

—Mejor hablemos de otra cosa, ¿por qué estás aquí? ¿no me digas que intentas verme? —pregunta moviendo las cejas e intentando acercarse a ella.

—¿Quién dice? ¿quién dice? ¡puff! Solo vine aquí porque Julio envió esto —le responde pretendiendo verse enojada. Alejandro lanza una carcajada viendola divertido.

—¿Entonces eso quiere decir que no me vas a dar un beso? —le pregunta, en voz pícara.

Adamaris lo mira como si no diera crédito a lo que estaba escuchando, pero por dentro su corazón late sin parar, sintiéndose acalorada le entrega torpemente la carpeta.

—No y ten, Julio tiene sus ojos puestos en mi, a la mayor falta de mi parte. Regaño —asegura.— por cierto, las flores de esta mañana estaban hermosas, gracias —continua pero su voz se apaga un poco.

—¿Solo las flores? ¿no has visto lo que hay en la pequeño cajita?.

Adamaris niega y hace un puchero en la boca.

—No e tenido tiempo, pero si es lo que me estoy imaginando entonces tal vez lo use esta noche.

—Yo solo espero que te guste.

—Me gustará, tu tienes buen gusto... para todo.

—¿Entonces... salimos esta noche? —Adamaris asiente. —¡genial! ¿nos vamos directamente o te recojo en tu casa?—le pregunta, agarra sus manos y reparte besos en ellas. Adamaris contiene el aliento sintiendose acalorada.

Adamaris toma aire.

—Pre-preferiría que salieramos directamente desde aquí. Por cierto, ¿a dónde vamos a ir?.

—Al cine —le responde y vuelve a besar sus manos. —¿Entonces, no me darás un beso? Así sea pequeño—insiste y hace un pucheto. Adamaris ríe alto mientras niega.

Sonrieron. Adamaris salió de la oficina dejando al empresario inmerso todavia más en la nuve de felicidad.

Para Alejandro aquellos días habían sido algo irreal, sobretodo porque jamás imaginó que la castaña pudiera fijarse en alguien como él. Alejandro sabe que despierta en las mujeres deseo, sin embargo, en Adamaris no fue así y al contrario de lo que se había imaginado tuvieron que pasar cosas para que esta lo empezara a notar. Por lo general con una sola mirada ya había conseguido el mundo.

—Entonces, ¿qué pelicula deseas ver? Hay varias opciones.

—Me gusta esta, se ve prometedor —su mirada estaba fija en el cartel promocional.

—Desde mi cielo —leyó, frunció el ceño y la miró.—nos hará llorar mucho también. ¿En serio quieres llorar ahora?.

—No por supuesto que no, pero me gusta, es lo más cercano a la realidad. Además, vi el trailer por la televisión y quedé muy curiosa.

—Esta bien. Voy a comprar los voletos, ya regreso.

No pasó mucho tiempo para que ambos entrarán a la sala de cine y estos fueron guiados a la última fila de la sala. La pelicula empezó  y se desarrollo con normalidad. A mitad de esta ambos estaban compartiendo el vol de palomitas pese a que ambos tenían sus respectivos vols. Más de la mitad de la sala se había puesto melancolico incluso ya se empezaba a escuchar sollozos.  Al acabar la pelicula el silencio reinó y más de uno tenían pañuelos para secar su rostro.

—¿Podemos ir al baño? —le pregunta con voz congestionada.

—¿Estas bien?—le pregunta preocupado.

La castaña se limpia las lágrimas con sus manos e intenta calmarse. Alejandro al verla, agarra un pañuelo y se lo tiende.

—Solo quiero ir y refrescarme un poco —le dice y agarra el pañuelo e intenta secarse el rostro.

Mientras se miraba al espejo intentaba respirar para no sonrojarse. Se sentía tan apenada por como se comportó en la sala de cine y es que no había dejado de llorar desde que la pelicula empezó y al acabar esta se sentió tan triste que las lágrimas brotaron con fuerza.

—¿Viste al hombre guapo que estaba en la última fila? ¡se veía tan guapo con el puchero triste que tenía su rostro! Tengo envidia de su acompañante! —la voz de la chica que se encontraba al lado de ésta logró traerla a tierra.

Adamaris parpadeo y las miró por el reflejo del espejo, pero ellas estaban absortas en su conversación.

—Me pareció tan bello todavía más que escogiera esa pelicula para ver en vez de las otras —chilló toda emocionada. —¿cómo se llamará? Se veía tan guapo. ¡Ah, quiero volver a verlo!  —gritó asustando a su amiga y de paso a ella.

—¿Venía compañado? —le pregunta su compañera, mostrabdose sorprendida pero sin apartar la mirada del espejo.

—Por supuesto que si —le responde.—pero no me parece digna.

Adamaris frunce el ceño  y sale del baño bajo la atenta y burlesca mirada de las dos mujeres quienes la señalaron y rieron.

Alejandro esperaba a Adamaris afuera del baño, consigo cargaba la bolsa de la castaña.

—¿Ya estás mejor? —le preguntó al verla salir.

Adamaris besa su cachete y agarra con fuerza su brazo. Le sonríe y asiente.

—Lo siento por haber llorado de esa manera pero hamás pensé que Susie muriera, es muy triste y desgarrador —se detiene al observar a las dos mujeres que estaban junto a ella en el baño salir. Le hace ojitos al empresario para desconcierto de éste y empieza a caminar con él, ignorando las miradas anonadadas de ambas mujeres, incluso ignorando la mirada atónita del mismo empresario. —Tampoco creí que su asesino iba a morir de aquella manera, creo que merecía ser jusgado y que la familia al menos hubieran encontrado su cuerpo.

—¿Estas bien? —le pregunta sin poder ocultar su expresión.

Adamaris batió sus pestañas y le sonrió.

—Si, ¿por qué? Hay ya, mejor cuentame, ¿cómo te pareció la pelicula? Te ví un poco incomodo.

—No estaba incomodo puede que yo no haya soltado la lágrima pero si es más de una ocasión quise acerlo —comenta.— La muerte es lo más real que existe de la realidad. Creo que es una buena pelicula, toca temas un poco sensible como lo es la violación y posterior asesinato, pero también crea una linda enseñanza, por un lado es bien claro que en este mundo existen solo dos tipos de personas, las buenas y malas; por lo tanto es imposible creer en alguien porque si bien hay buenas y malas personas también existen personas malas disfrazadas de buenas que estan dispuesta a despedazarte si ven un índice de duda en tí, que nadie esta excento a morir y mucho menos en la forma tan cruel en que murio la protagonista, también la manera en que la familia vivio su desaparición y posterior duelo; el tiempo lo cura todo, ¿pero realmente cura al saber perdido a un hijo? —cuestiona, y se detiene a pensarlo. Entonces, un pequeño pero doloroso pinchazo siente en su pecho. Por su mente se cruza la imagen de su madre. Al final, suspira. — si bien nos estamos preparados a perder a un ser querido pero perderlo en la manera en que lo hicieron es mucho más que desgarrador... aunque al final su alma sintio paz y estuvo lista para dejar ir a su familia y soltar también todos los sentimientos que surgieron al ser arrebatada su vida y sueños.

Cuando Alejandro terminó de hablar, Adamaris lo veia anonadada. Al empresario le causó gracia y detuvo las ganas de reír.

—Wow, que profundo.

—¿Te parece? Nada más dije lo que me parecía.

Siguieron avanzando hasta llegar a la puerta de salida del centro comercial. Allí se detuvieron. Alejandro entrelaza sus dedos.

—¿Comemos algo? Para certe sincero muero de hambre, esas palomitas me dejaron con hambre —sonríe, mostrándo sus dientes.

—La verdad si, también muero de hambre —confiesa apenada pero sonriente.

—Bien, busquemos un lugar en donde matar lo que nos esta matando.

En ese instante, el teléfono del empresario sonó. Este metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y contestó sin mirar el número.

Diga.

—Alejandro, hijo.

—Lala, dime.

—Estoy en tu casa y te preparé estofado de carne, así como te gustan, con bastante chile.

—¿De verdad? —se giró a mirar a la castaña. Aún no se habían movido y sus manos estaban todavía juntas. Ésta le preguntó con un gesto lo que pasaba. —coloca un tercer plato. Conoceras a alguién muy especial esta noches —al otro lado de la linea se escuchó un jadeo sorpresivo, pero Alejandro continuó hablando. —pero Lala, esto quedará entre los dos, ¿si?.

La mujer en la otra linea ahogó un chillido y después de algunos minutos volvió hablar.

—Esta bien, te espero.

—Estamos en quince. Cuídate Lala.

—¿Qué pasa? —le pregunta Adamaris cuando colgó.

—Era mi nana, esta en mi casa y preparó la cena así que como ambos tenemos hambre y no hay nada como su comida entonces pensé que ya es hora que ambas se conocieran. Mi Lala es muy especial para mi —le cuenta.—entonces, ¿vamos?.

Adamaris suspiró profundo tratando de ahuyentar los nervios que empezaron a brotar con aquellas palabras. Iba a conocer a alguien especial para el empresario y temía no agradarle.

—Te confieso que tengo algo de vértigo pero si, vamos.

—¿Por qué tendrías que tener vértigo?.

Adamaris se encoje de hombros y le sigue.

—Bienvenida a mi humilde hogar—gesticula abriendo la puerta de su hogar. Ambos se adentraron a la casa. Adamaris miraba anonadada la imponente casa.

Era amplia. Al entrar te estrellas con una escalera en forma de caracol que se alza sobre las paredes de la casa y que conecta con el amplio salón, a su derecha hay un imponente sofá en forma de U en el que se podrían sentarse cómodamente diez personas y mirar a través de la gran pared de vidrio que conecta con un inmeso jardín cerca se encontraba la zona de bar, ecorada en mármol blanco y con cuatro taburetes altos tenía todo lo necesario para preparar unos cócteles perfectos. A la izquierda, junto a la entrada está la zona de la cocina; en esta,  grandes paneles de madera y electrodomésticos en aluminio la decoran y cuenta con una barra central y cinco taburetes altos. Por último, un largo corredor que conecta con las habitaciones.

Todo estaba perfectamente limpio incluso el reflejo de las personas se podía ver.

La castaña no supo que gesto estaba poniendo pero la risilla del empresario le decían que su expresión era de un poema.

—¿Esta es tu casa? —le pregunta parpadeando a su dirección.

—Si. Es nueva, apenas hace unos días me mude.

Desde la cocina, se asoma Lala.

—¡Oh ya estan en casa! Tu madre me pidio que viniera a llenar tu alacena, como la última vez que estuvo aquí vió que te faltaban algunas cosas —le dice, después mira a la castaña. —un gusto soy  Lucha pero me puedes decir Lala. Tienes una mirada encantadora. Siento que e visto tus ojos en algun lado, ¿cómo te llamas? —comenta la mujer.

—Mi nombre es Adamaris Gutierrez.

—Adamaris Gutierrez, Adamaris Gutierrez —comenta. —no, definitivamente no te recuerdo. Pero tus ojos si. ¿Dónde los e visto?.

—Ay nana, mejor dime ¿ya esta la cena? Tenemos hambre.

—Preparé estofado de carne, espero que les guste

—Delicioso —murmura Alejandro. Lala sale disparada a la cocina.—¿qué dices? —le pregunta a Adamaris.

Al verla, las mejillas de Adamaris se encontraban pálidas y su mirada se mantiene oculta.

—¿Qué pasa?

—En realidad el estofado no me gusta. Me... me provoca mucho asco.

Alejandro frunció el ceño y su mirada decae, acordándose de su hermano.

—No hay problema, cenas otra cosa —le dice, y su voz suena decaida.

—Pero me da pena con doña Lala.

—Dile Lucha, y no deberías sentir verguenza —sonríe.—ven, vamos a la mesa—Alejandro la guió hasta la cocina, se sentaron y de inmediato Lala les coloca los platos ya .

—¿Podrías hacer otra cosa para Adamaris?

—¿No te gusta es estofado? ¿por qué?.

—Lo siento —se disculpa avergonzada.—desde niña no puedo ni siquiera mirarlo, me da mucho asco hasta vomitar.

Sus manos empezaron a sudar y tuvo que pasar saliva puesto que sentía su boca seca.

—Me recuerdas tanto a alguien  —murmura melancolica, de pronto su mirada se entristece sin embargo después de algunas segundos toma aire y les regala una sonrisa. —puedo hacer torillas, ¿te gustan?.

—Eso si me anima, si quieres puedo ayudarla.

—Oh no, no, no, cuando Lala esta en la cocina nadie se entromete —ríe, Adamaris también lo hace.

Las risas de ambas mujeres hicieron que en su pecho explotara una sensación de calidez y añoranza.

Fácilmente podría aconstumbrarse a esto.

Continue lendo

Você também vai gostar

187K 7.9K 33
Alice y Chloe nacieron prácticamente juntas. Sus madres eran muy buenas amigas desde la universidad y aunque éstas adolescentes no se llevaban muy bi...
1.5K 303 14
Sinopsis ''Dulce Venganza'', son las palabra que rodeaban la mente de Luke, un joven de tan solo 19 años de edad que habita en el manicomio ''Risita'...
1M 84.9K 51
Lady Jayne William estaba decidida a entregarse y a casarse con el amor de su vida, pero Lord Christian Evans, Marqués de Winchester, no tenía los mi...
41.4K 2.1K 45
Muchas veces la vida no es como la queremos, y las cosas nos salen un poco torcidas. No nacemos donde queríamos nacer o no somos lo que queremos ser...